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Obama gasta una fortuna en televisión y dispara el coste de las elecciones en EE.UU.

Obama gasta una fortuna en televisión y dispara el coste de las elecciones en EE.UU.

A Benjamin Franklin, uno de los patriarcas americanos con mayor guasa intelectual, se le atribuye el dictamen de que en este mundo nada es seguro salvo la muerte y los impuestos. De haber intuido el coste de hacer política en la era de la comunicación de masas, Ben seguramente habría incluido entre sus certezas el hecho de que las elecciones de Estados Unidos son cada vez más caras. Un determinismo de despilfarro que este año vuelve a quedar demostrado, con creces.

Cuando Barack Obama monopolizó el miércoles, a hora de máxima audiencia, casi todas las pequeñas pantallas de Estados Unidos con un publirreportaje de media hora de duración -por cierto, muy parecido en tono y textura al legendario «Morning in America» de Ronald Reagan-, todo ese alarde presupuestario no ha sido más que la guinda dentro de una gigantesca tarta de propaganda televisiva. Ya que el candidato demócrata va camino de haber destinado una fortuna de 230 millones de dólares en anuncios de televisión, más allá del récord de 188 millones de dólares atribuido al presidente Bush en 2004.

En opinión de Evan Tracey, del Campaign Media Analysis Group dedicado a medir anuncios políticos, «Obama está consiguiendo reescribir el guión de cómo conducir una campaña presidencial ya que no hay nada que no se pueda permitir». La última vez en que un aspirante a la Casa Blanca intentó acaparar la televisión como este miércoles fue cuando el multimillonario Ross Perot de Texas descubrió en 1992 su tardía pero intensa vocación política.

La facilidad de gasto de Obama se corresponde con su tremendo éxito para recaudar donativos privados a través de internet, incluidos los 150 millones de dólares reunidos en septiembre. Este esfuerzo, no carente de polémicas y aspectos opacos, ha permitido al candidato demócrata operar completamente al margen del sistema de subvenciones federales. En contraste, McCain ha aceptado 84,1 millones de dólares en dinero público y la consiguiente renuncia a donativos privados.

Abultada disparidad

Dentro de esta abultada disparidad de recursos financieros, hasta el 4-N se espera que el senador por Arizona y el Comité Nacional Republicano dediquen como mucho 130 millones de dólares a anuncios por televisión. En la recta final de la campaña, Obama ha llegado a gastar hasta el triple de dinero que McCain, sometiendo a un constante bombardeo a los televidentes de estados especialmente disputados como Pensilvania.

En total, según estimaciones del Center for Responsive Politics, la actual campaña por la Casa Blanca y el Congreso puede alcanzar la plusmarca de 5.300 millones de dólares. Solo el pulso presidencial costaría 2.400 millones de dólares, cifra comparable al presupuesto anual para publicidad de una multinacional como Coca-Cola. Desde enero de 2007, se calcula que todos los candidatos presidenciales de Estados Unidos han reunido 1.500 millones de dólares en contribuciones limitadas a 2.300 dólares por donante para las primarias y otro tanto para las generales.

Los presupuestos de Obama apuntan hacia la plusmarca de 230 millones de dólares en propaganda televisiva

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