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Domingo en martes

I. R. T.

VALENCIA. Era martes. Pero la Ciudad de la Justicia de Valencia aparentaba ayer, al mediodía, el aspecto de un viernes cualquiera: pasillos semivacíos de público, poca actividad y escaso trasiego de abogados en un edificio en el que la pacarta con el texto «Bermejo, dimisión, por autista y abusón» que se podía leer en la puerta de acceso avanzaba que el de ayer no iba a ser un día normal.

Rafael pasea de un lado a otro nervioso. Echa humo. Su abogada ejerce de «extintor» para que no pierda los nervios. Tenía un juicio en un juzgado de lo Contencioso Administrativo a las 09.45. Viene de Alicante, de Alcoy. Ha recorrido más de 120 kilómetros en balde. Y ahora, su caso, no se verá hasta finales de 2009 o principios de 2010. Porque el juzgado tiene la agenda completa hasta entonces. «¡No hay Justicia!», farfulla cuando le explican que el TSJ de Madrid anuló el decreto de servicios mínimos que obligaba a que casos como el suyo, que implicaban un desplazamiento de ciudad, no se vieran afectados por la huelga.

Había juicios señalados. Más de lo habitual para que la incidencia del paro fuera más perceptible. Imposible saber cuántos. Algunos, incluso, comenzaron a celebrarse. La vista dio comienzo en un Juzgado de lo Social a las 09.30. Y media hora después, a las 10.00 se suspendía, ante la mirada perpleja de abogados y justiciables.

El secretario se levantó y se marchó. Quería secundar el paro que mantenía concentrados a buena parte de sus compañeros en la sala de subastas. Allí, los fedatarios montaron un improvisado centro de operaciones desde donde intercambiaban datos con compañeros de otras provincias sobre el grado de seguimiento del paro. Allí compartían también experiencias de su día a día, en un peculiar muro de las lamentaciones. «En mi juzgado hay 6.000 ejecutorias en trámite. No puedo controlar todo lo que llega de cada caso por correo y el sistema informático tampoco lo permite», se queja la secretaria de uno de los juzgados especializados en hacer cumplir las sentencias que otros dictan. «La situación es insostenible. En mi Juzgado debería haber siempre cuatro funcionarios de auxilio judicial. Siempre hay alguien de baja o de permiso y nadie cubre esa plaza», se queja otro compañero de un juzgado de lo Penal. «Lo malo es que te pase lo que a mí, que te manden a un interino que no tiene ni idea de Justicia. Fíjate, el primer día, cuando vio las togas, preguntó: «¿Qué son esas batitas?»», replica otra secretaria judicial.

Los juzgados catalanes presentaban un aspecto bastante diferente al de un día normal y aparecían semivacíos, ya que la huelga obligó a suspender o aplazar 439 juicios. En algunos casos, las partes habían sido avisadas con tiempo de la suspensión, pero en otros, los afectados acudieron a las dependencias judiciales para nada. La mayoría de vistas con preso se hicieron a primera o última hora de la mañana.

Tanto los secretarios judiciales, que se concentraron al mediodĂ­a, como los jueces y magistrados reclamaron medios de manera urgente y denunciaron injerencia del Gobierno.

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