La condena por corrupción del ex primer ministro Thaksin agrava la crisis en Tailandia
El Tribunal Supremo sentencia a dos años al depuesto Thaksin Shinawatra por beneficiar a la inmobiliaria de su mujer cuando dirigía el Gobierno en 2003
Para terminar de complicar la ya de por sí revuelta situación política en Tailandia, paralizada desde que la oposición ocupara la sede del Gobierno a finales de agosto, el Tribunal Supremo de este país del Sureste Asiático ha declarado hoy culpable de corrupción al ex primer ministro, Thaksin Shinawatra, y lo ha condenado a dos años de cárcel.
Según la sentencia dictada por los nueve magistrados del tribunal, Thaksin se aprovechó de su puesto para beneficiar a la inmobiliaria de su esposa, que en 2003 adquirió varias propiedades de una agencia estatal situadas en Bangkok que luego multiplicaron su precio.
“El acusado era primer ministro en ese momento. Debería haber sido honesto y ético y no haber violado las leyes contra la corrupción”, criticó uno de los jueces del tribunal, Thongloh Chomngam, al leer el fallo judicial, que estima las acusaciones contra el antiguo “premier” y su mujer por haber suscrito contratos con el Estado cuando uno ellos ocupaba un cargo público.
Thaksin, depuesto en septiembre de 2006 por un incruento golpe de Estado militar, recibió el veredicto en Londres, donde se exilió tras perder el poder y ha fijado su residencia tras intentar regresar a la política en Tailandia el año pasado. Aunque este antiguo policía y populista magnate de las telecomunicaciones, que ocupó la jefatura del Gobierno entre 2001 y 2006, aún sigue contando con el apoyo de las masas campesinas más pobres de Tailandia, tuvo que huir de nuevo hace dos meses tras reabrirse las causas pendientes contra él por corrupción.
“La sentencia tiene razones políticas porque el tribunal se formó después del golpe de Estado”, razonó en una entrevista con la agencia AP Thaksin, quien aseguró que “fui derribado por los militares y es normal que ahora intenten justificar sus acciones”.
Al margen de sus análisis, el fallo del Tribunal Supremo añadirá más leña al fuego de la crisis tailandesa, ya que el actual partido en el poder, elegido en los comicios celebrados en diciembre del año pasado, está formado por los simpatizantes de Thaksin. Sin ir más lejos, su cuñado, Somchai Wongsawat, es el nuevo primer ministro, quien ha sido acusado por la oposición de ser un títero del exiliado Thaksin.
Por ese motivo, los contrarios al antiguo “premier” han insistido en que seguirán ocupando la Casa del Gobierno, donde llevan acampados desde el 26 de agosto. Este continuado desafío al Ejecutivo ya ha provocado los disturbios más graves registrados en Bangkok durante los últimos años y hasta víctimas mortales en los violentos enfrentamientos entre los partidarios y detractores de Thaksin.
Aunque la oposición, agrupada en torno a la Alianza Popular por la Democracia, asegura que su objetivo es “deshacerse de un régimen político plagado de corrupción y abuso de poder”, su programa consiste en recortar el sistema de las elecciones directas para que adinerados magnates como Thaksin no puedan comprar los votos de los paupérrimos campesinos del mundo rural. En esta abierta lucha de clases, los opositores persiguen devolver al poder a la élite urbana que apoya al venerado rey Bhumibol y cuenta con las simpatías del Ejército, que de momento se niega a desalojar a los concentrados en la sede gubernamental.
A la espera de que se calmen los ánimos, el Tribunal Supremo de Tailandia pedirá ahora la extradición de Thaksin Shinawatra, quien ya ha anunciado que quiere dedicarse a “los negocios en el Reino Unido si los británicos me aceptan”.
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