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«Ya no podemos más»

Proceden de toda España, la mayoría ha salido de sus lugares de origen de madrugada y les esperan largas horas de autocar para regresar a casa. No son pocos los que llegan con sus familiares, niños entre ellos. A todos les mueve el mismo motivo: «La dignificación económica y profesional» de la Policía y la Guardia Civil.

Al mediodía, el aulular de sirenas, mediante bocinas con ese sonido, el estruendo de la pólvora de los petardos traídos por los valencianos y los pitidos de los silbatos, rompe la calma de este sábado otoñal en el centro de Madrid. Los participantes en la manifestación no rehúyen a los medios de comunicación, pero la inmensa mayoría habla con el ruego de no desvelar sus nombres y de no ser fotografiados. Pero también hay excepciones.

Es el caso de Guillermina Fernández Abad, esposa de un guardia civil con destino en Ávila. Se expresa con decisión mientras porta, junto a la mujer de otro guardia civil, una pancarta alusiva al acto. «Nuestros maridos -dice- no pueden venir y lo hemos hecho en lugar de ellos para que no los sancionen». Guillermina demanda subidas salariales y más medios materiales. «No queremos ser viudas por la falta de esos medios. Pedimos que a nuestros maridos les compren chalecos y guantes antigolpes, como sucede en algunas comunidades autónomas, que no tengamos que pagarlos, como sucede ahora».

En la confluencia de las calles de Eduardo Dato y Miguel Ángel, un grupo de jóvenes policías de la Comunidad de Madrid, según sus palabras, espera que la multitud comience a moverse. Uno de ellos, Juan, dice que participan en la protesta para reclamar mejores sueldos y dotación de recursos para su seguridad.

Un grupo andaluz comenta las incidencias del viaje de los siete autobuses que han trasportado viajeros desde Fuengirola, Marbella o Málaga. Un policía ya maduro se queja de la situación en la que se desenvuelven en su quehacer profesional. «No podemos más -enfatiza el agente- y estamos dispuestos a todo».

La presencia de manifestantes madrileños es notoria. Las respuestas a las preguntas sobre sus reivindicaciones son idénticas: «Equiparación salarial con los Mossos d´Escuadra, Ertzainza o Policía Municipal». «Mire esa pancarta -comenta un policía-, esa es nuestra petición». El lema reza: «Policía Nacional 1.400 euros al mes; Policía Autonómica, 2.000 euros al mes».

Las mujeres han querido ser protagonistas. En la cabecera de la marcha, una joven se acerca a la prensa para reclamar la presencia de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, en la protesta. En el grupo que viene de León, dos mujeres han acompañado a sus maridos, guardias civiles. «Es lo que debemos hacer», dicen.

Entre el gentío destaca la imagen de un fornido agente ataviado con una chilaba. No quiera confesar sus nombre ni su procedencia, aunque su vestimenta le sitúa en algunas de las dos ciudades autónomas.

Los más explícitos son los líderes sindicales. Alberto Moya, secretario general de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), exige «dignidad laboral y equiparación salarial» y defiende su derecho a manifestarse. Cerca, el portavoz de Unidad Acción Sindical de la Policía, Fuentes Gago, se refiere a las elevadas diferencias salariales respecto a los Cuerpos autonómicos.

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