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Un test de detección precoz del cáncer de cérvix a la medida de países sin recursos

La nueva vacuna del papilomavirus logrará que el cáncer de cuello de útero o de cérvix caiga en picado en la próxima década. Lo hará en países como España donde la vacuna se ofrece de forma gratuita a las niñas o donde se tienen recursos para afrontar los 400 euros que cuesta el tratamiento preventivo. Pero no lo conseguirá en los países con menos recursos, donde la infección del virus del papiloma humano hace estragos. Allí el fármaco es aún un objeto de lujo, aunque sea capaz de prevenir uno de los tumores más frecuentes en las mujeres de todo el mundo.

Pensando en ellos, una empresa de biotecnología ha desarrollado un nuevo test económico y fácil de usar que es capaz de detectar la presencia del virus en el cuello del útero, el primer aviso de la enfermedad. La Fundación Bill y Melinda Gates respalda este test, que ha demostrado un 90% de fiabilidad en un estudio con más de 2.500 mujeres en China. Los resultados se acaban de publicar en el último número de la revista médica «The Lancet Oncology».

Sin agua ni médicos

La prueba es tan sencilla que se puede hacer en las peores condiciones, sin agua corriente y sin personal sanitario entrenado. Basta un bastoncillo -especialmente diseñado para el test- para buscar la presencia del virus. Las mujeres que pasen por esta prueba pueden tomar ellas mismas la muestra frotando con el bastoncillo en el interior de la vagina. Una vez recogida, las células vaginales se preparan para el análisis utilizando un kit que contiene su propio suministro de agua. Después un análisis genético, diseñado para detectar 14 cepas del virus de alto riesgo cancerígeno, determina en dos horas y media el riesgo. El análisis se realiza con un sistema portátil alimentado con pilas que puede manejarse por operarios con una mínima formación y educación sanitaria.

La prueba ya ha pasado el examen con muy buena nota en un ensayo a gran escala. El análisis detectó las cepas de alto riesgo con una fiabilidad del 90% en las mujeres afectadas. La sensibilidad fue menor -hasta el 84,2%- en las mujeres sanas identificadas como negativas en el test. Los resultados del análisis se confirmaron con una citología tradicional, con otro estudio genético del virus y en los casos de sospecha se tomaron y analizaron también muestras tomadas en una biopsia.

«Si las mujeres con más de 30 años fueron sometidas a esta prueba al menos una vez en su vida y recibieran luego el tratamiento adecuado, el número de muertes por cáncer del cuello del útero se reduciría en un tercio», señaló ayer dijo John Sellors, investigador de la Universidad McMaster de Hamilton (Canadá) y uno de los responsables del estudio.

Pruebas sofisticadas

El test, bautizado como «careHPV», es una oportunidad para los países más pobres. No sólo por la ausencia de una vacuna cara, sino porque podría competir con otras pruebas más sofisticadas que necesitan laboratorios especializados. Ese tipo de exámenes es el que se practica en las revisiones ginecológicas tradicionales en los países con una infraestructura sanitaria estable.

En el resto, la herramienta de exploración más común es la inspección visual con ácido acético, un proceso en el que el cérvix de la mujer se tinta con vinagre para destacar lesiones sospechosas. Un médico o una enfermera se encargan de comprobar de un vistazo los resultados. Sencillo, pero el examen pasa por alto a un gran número de mujeres que necesitarían tratamiento.

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