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Apunten... ¡Fuego!

J. PAGOLA

MADRID. Juan María Olano era el operativo más duro que aún le quedaba a ETA en España, con misiones tan siniestras como la de preservar la disciplina de los presos, mantener la ortodoxia de la «izquierda abertzale», denunciar a los «traidores liquidacionistas» y apuntar a las víctimas potenciales para que después los pistoleros de la banda remataran.

Pocos días antes de que ETA dinamitara el «proceso» con la salvajada de Barajas, en diciembre de 2006, el «talibán de Gaínza» avanzó que se habían «encendido todas las alarmas» por el bloqueo de las negociaciones. A finales de febrero de 2007, cuando, con toda seguridad, los cabecillas de la banda ya esbozaban el comunicado en el que daban por finiquitada una tregua ya rota, Olano repartía participaciones para esa «limpieza étnica» que con tamaña crueldad aplica ETA para mermar el censo de los no nacionalistas. «Hay demasiados políticos que están tentando la suerte». A Isaías Carrasco le tocó una de ellas.

Su información privilegiada sobre los planes de ETA viene de lejos. Lógico, si él mismo marca los objetivos de los «comandos». Lo confesó pocos días después de que en julio de 2000 pistoleros del «Vizcaya» asesinaran al concejal del PP de Durango Jesús María Pedrosa. «Nosotros -dijo- vamos a seguir señalando con el dedo a los que consideramos que son responsables políticos y dan cobertura a esta violencia contra hombres y mujeres que están encarcelados».

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