¡Hagan juego, señores!

Juan Ignacio
Sanz
Profesor de
ESADE
Poca difusión ha tenido el Primer Congreso de Sociología celebrado el pasado fin de semana en Barcelona. No me extraña a la vista de su principal conclusión: que la situación de desorientación por la que atraviesa la sociedad catalana se debe al hecho de haber tomado conciencia de no ser el motor de la economía y modernidad del Estado español, como antaño lo fue. Probablemente el de lo sociólogos no sea el último llamamiento a la reacción. Otros ya lo hicieron con anterioridad y el resultado no fue mucho mejor. Debería ya ser hora de dejarse de tanto análisis y reflexión interior, digo yo.
Quizá en ello, en la escasa difusión quiero decir, haya tenido que ver la celebración el 11 de septiembre de la Diada. Una fiesta marcada por tres circunstancias: escasa ilusión en la participación, confusión institucional entre libertad y dejación en materia de simbología de la independencia nacional y, finalmente, preocupación generalizada por la financiación. Aunque a este paso no sé yo qué van a repartir o financiar, pues hasta los ayuntamientos anuncian el fin de prestaciones que ya no van a poder costear.
Sorprende, y preocupa, además la noticia de ayer sábado en estas mismas páginas referida a la falta de inversión autonómica de 225 millones desde el año 2006 en educación. Como diría el castizo, la cuestión no es baladí, sobre todo si toman en cuenta un informe de Caixa Cataluña del que se desprende que un 25 por ciento de los jóvenes vive en la actualidad en situación de pobreza. Pobreza de la que difícilmente podrán salir sin una educación que les ayude a mejor vivir. Menos se entiende aún si la falta de inversión educativa viene unida al gasto por el gobierno autonómico de 300.000 euros en la promoción de producto catalán por la vía del descuento de un 20 por ciento del precio a través de la principal cadena catalana de distribución. Y todo, dicen desde la Consejería correspondiente, con la finalidad de fomentar la autoestima y aumentar el consumo de producto nacional.
Más valdría dedicarle algún pensamiento al estado de la situación y tomar, en consecuencia, alguna decisión; piénsese en la caída publicada esta semana en el Índice de Producción Industrial del 4,7% en el ámbito catalán, exactamente un 50% por ciento mayor que la habida en el resto del territorio nacional; por no hablar del descenso, en el ya lejano mes de mayo, de casi un 78% por cierto en las viviendas en construcción respecto de igual período del año anterior.
Podría seguir dando datos referidos al último Índice de Confianza del Consumidor, pero ha sido tan grande la caída, que seguro que todos Ustedes entenderán que me lo guarde para otro momento mejor. Piensen que la ligera bajada de la inflación, que en Cataluña se ha situado en el 4,8 por ciento al término de la pasada mensualidad, se debe no sólo, que también, al temible precio del petróleo, sino al preocupante descenso del consumo y el empeoramiento de la economía familiar. En concreto, de unas familias que según Caixa Cataluña han visto reducir su capacidad de ahorro al 8,9 por ciento de la renta disponible y el ritmo de inversión familiar en activos físicos, como la vivienda, que si en el año 2006 crecía por encima del 12 por ciento anual, en el olvidado 2007 caía a la mitad del porcentaje señalado con anterioridad. Aún así, me temo que cualquier tiempo pasado fue mejor.
En cambio, algunos sectores han sabido encontrar su estrategia de crecimiento y expansión. Como Fincas Corral que, tras momentos difíciles, contempla la apertura de unas 400 oficinas de intermediación inmobiliaria, han oído bien, intermediación inmobiliaria, en Latinoamérica, mientras el grueso de sus competidores se contenta con poder sobrevivir; como el RACC, que se adentra en el mercado del seguro en asociación con la francesa ACM para la creación de una compañía de seguros de automoción; o, finalmente, como Cirsa, una compañía a la que el negocio le renta algo más que para subsistir, toda vez que durante el primer semestre del año 2008 ha experimentado un crecimiento del 22 por ciento de los beneficios respecto de igual fecha del año anterior, hasta situarse en 96 millones de euros, dentro de un proceso de expansión que le lleva por España, Italia y Latinoamérica en un conglomerado empresarial del ocio, el juego y la diversión.
Será verdad que en época de crisis muchos buscan en el juego la solución a su situación.
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