Suscribete a
ABC Premium

Cuentos políticos

¿QUIÉN ha dicho que los cuentos de hadas son para los niños? ¿Tienen mis nietos más merecimientos de los que pueda tener yo mismo para leer El patito feo, emocionarme con Caperucita roja o vivir la marcialidad de El soldadito de plomo? Los cuentos de hadas son para quien sea capaz de disfrutar con la fantasía. De ahí mi interés por John McCain. Con 72 años cumplidos es capaz de enfrentarse a Barack Obama, con edad de ser hijo suyo, y decirle a sus potenciales electores que, dados el tiempo y las circunstancias, «los ciudadanos deben anteponer los intereses del país a los egoístas intereses individuales». Ni juntando las historias de los Hermanos Grimm con las de Hans Christian Andersen encontraremos una idea más bella, una pretensión más noble y algo tan distante de lo acostumbrado.

A los políticos españoles, incluso a muchos de los militantes del PP, no les complace la comparanza con McCain; pero resulta reconfortante, como un cuento de hadas, que un líder reclame la adhesión de sus conciudadanos con una oferta tan poética y liberal como la del veterano aspirante republicano: «Impuestos bajos, disciplina en el gasto y mercados abiertos». Así son los cuentos de hadas de nuestro tiempo. Los dragones ya no echan fuego por la boca, pero despilfarran la recaudación fiscal, el dinero de todos, y sigue siendo necesario un héroe, un apuesto príncipe, que esté dispuesto de igual manera a despertar a Blancanieves con un beso que a terminar con todos los dragones que quieran chuparnos los ahorros.

El desencanto suele producirlo el síndrome postelectoral. La comprobación de que las promesas que nos fueron hechas para reclamar nuestros votos respectivos no se cumplen y hasta es posible que ni se llegue a intentarlo. Ayer mismo, la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar, anunció que llevará al próximo congreso regional del PP una propuesta de privatización de Telemadrid. Parece haberse dado cuenta de que los medios públicos son, en la realidad diaria, para el uso privado del Gobierno y el partido del que dependen y quiere acabar con el mal. Otro cuento, mucho menos hermoso, que ya nadie es capaz de escuchar con respeto.

Esperanza Aguirre ya nos anunció, cuando optaba a la presidencia de la Comunidad, que privatizaría Telemadrid. Lejos de ello, no solo la ha convertido en una máquina sectaria y propagandística de la misma dimensión que RTVE y cuantas autonomías maneja el PSOE; sino que, además, ha creado Telemadrid SAT y La Otra. Una rara manera de «privatizar» que, desde luego, no tendría hueco en el hermoso cuento de los impuestos bajos y el gasto contenido con el que McCain quiere llegar a la Casa Blanca. A los niños, y esa es la diferencia, se les puede contar muchas veces el mismo cuento. A los mayores nos aburre.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación