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Los médicos de Barajas llegaron a la «zona cero» 45 minutos después del accidente

Un fallo eléctrico pudo ser la causa del accidente

El accidente del avión de Spanair cogió con la guardia bajada a los servicios aeroportuarios de Barajas, según se desprende de los testimonios recogidos por ABC procedentes del operativo sanitario que acudió a la «zona cero». El propio servicio médico de AENA -compuesto por dos UVI móviles y un vehículo de intervención rápida- no llegó hasta el lugar del accidente 45 minutos después de producirse la colisión y, en un principio, se presentó para atender una salida de pista.

El vuelo JK 5022 de Spanair se desintegró a las 14.25 horas. No fue hasta quince minutos más tarde (a las 14.40 horas), cuando una llamada exterior del Samur alertó al equipo médico de Barajas de que algo había ocurrido en el aeropuerto. «¿Tenéis registrado un accidente de una avioneta por ahí?», preguntaron. La respuesta fue negativa. A pesar de ello, sin colgar el teléfono al Samur, el equipo médico de AENA llamó al Centro de Gestión Aeroportuaria (CGA) de Barajas para solicitar información sobre lo ocurrido. La contestación fue rápida y escueta: «Creemos que se ha producido una salida de pista, pero no sabemos nada más... Ahora os llamamos».

La llamada se hizo esperar otros diez minutos. No fue hasta las 14.50 horas -veinticinco minutos después de producirse el siniestro- cuando el CGA de Barajas volvió a ponerse en contacto con sus médicos para reiterarles la salida de pista e indicarles que salieran hacia el «punto de reunión» donde se iba a juntar a todo el dispositivo para llegar en bloque a la zona accidentada.

Los pasajeros, «nerviosos»

El propio aeropuerto avisó a los facultativos de que los pasajeros «estaban nerviosos». Los médicos, entonces, optaron por hacer acopio de cuantas cajas de Valium encontraban por allí. Todavía iba a pasar otro cuarto de hora para que se dieran cuenta de que este medicamento les iba a servir de muy poco.

El traslado hacia el lugar del siniestro también fue bastante desafortunado ya que, en un principio, los equipos médicos fueron dirigidos por un «follow» (vehículo autorizado para circular por las pistas) hacia el punto opuesto al que se encontraban los restos del avión. El dispositivo médico de Barajas estaba en un primer momento a unos mil metros de los heridos, pero la ruta del «follow» les alejó a unos siete kilómetros del accidente.

Al final no fue hasta las 15.05 horas cuando pudieron alcanzar la «zona cero». Es decir, cuarenta y cinco minutos después de que el MD 82 se estrellara junto al Arroyo de la Vega.

Tanto tardaron que el propio servicio médico de Barajas llegó al fatídico lugar al mismo tiempo que los recursos externos del Samur, Summa y Bomberos del Ayuntamiento y la Comunidad que habían salido desde diversos puntos de la ciudad. Además, de camino al siniestro ya se iban dando cuenta de que no acudían para atender una simple salida de pista.

Huellas de ruedas en la pista

«Cuando nos acercábamos -relatan miembros externos que participaron en el despliegue- vimos la huella que habían dejado las ruedas del avión en la pista. También cómo el avión había dejado todo el campo segado a su paso por el descampado... Pero lo peor de todo, fue que no veíamos ni rastro de la nave. Todos nos preguntábamos dónde estaba. Sólo así nos dimos cuenta de la magnitud del siniestro. Entonces, ya sólo nos quedaba rezar y santiguarnos».

Los médicos de AENA acudieron al accidente sin estar preparados para atender lo ocurrido. El retraso además les impidió aplicar como es debido el Plan de Emergencias. Tuvieron que improvisar, sin el material adecuado (iban a atender crisis de ansiedad por una salida de pista) y, encima, cuarenta y cinco minutos después de que cayera el avión.

Los guantes quirúrgicos que utilizaban se quemaban a la mínima que ponían sus manos en la zona. A uno de los médicos, incluso, se le llegaron a derretir las zapatillas. Nada más tomar contacto con la zona, los médicos de Barajas intentaron ponerse en contacto con el CGA para informar de lo que realmente estaba ocurriendo. El aviso fue por emisora, pero el Centro de Gestión Aeroportuaria no contestó.

El material sanitario adecuado para estas catástrofes estaba recogido en los dos Carros de Emergencia que tiene el aeropuerto madrileño. No llegaron hasta dos horas después del siniestro, según fuentes presenciales. Además, lo hicieron sin la llave que abría la bodega por lo que los Bomberos tuvieron que reventar las cerraduras para coger el material.

I mprovisación

Después, cada uno actuó como pudo. Improvisando. Lo primero que hicieron fue alejar a los heridos del entorno de los restos ya que podía incendiarse. «La zona -relatan- apestaba a queroseno y amianto. Encima, tampoco disponíamos de las mascarillas adecuadas». Después de atender a la quincena de heridos, poco más pudieron hacer. «Sólo confirmar muertos».

Los facultativos consultados, por el contrario, destacan la recepción de los heridos por parte de los hospitales como La Paz o el Ramón y Cajal. «Eso funcionó de lujo». Lo demás son lamentos y, sin caer en el sensacionalismo, el mensaje de que a lo mejor se podía haber logrado algo más de haber llegado antes.

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