Gestionar la victoria
Rusia ha sabido jugar la crisis georgiana y ha vencido. Pero la política no es un acto, sino un proceso de incierto final. Putin tiene ahora que demostrar que sabe administrar su triunfo, que acierta en los objetivos y en los tiempos. Falta por saber si es o no un estratega.
Actuó con contundencia, logró una respuesta suave de Estados Unidos y una claudicación de la Unión Europea, dividida una vez más en su impotencia. Pero el juego continúa. Rusia ha incumplido el acuerdo de alto el fuego, sus tropas siguen dentro de territorio georgiano, y las dos cámaras pseudo-representativas -la Duma y el Consejo- han aprobado por unanimidad el reconocimiento de la independencia de las dos provincias separatistas georgianas. VladímirPutin calcula el siguiente movimiento que, sea cual fuere, tendrá importantes consecuencias.
Bush ha enviado a su vicepresidente, Dick Cheney, a la región. Sarkozy, presionado por la lluvia de críticas que le llegan desde todos los confines de Europa, ha convocado un Consejo Europeo extraordinario para el próximo lunes, a sabiendas de que las divisiones continúan, que el comportamiento de Rusia no logra acercar posiciones sino poner aún más en evidencia la división interna y la disposición de muchos a ceder.
Putin tiene a su favor el precedente de Kosovo y en contra su actuación en Chechenia. Si es misión de Rusia rescatar a los pueblos oprimidos debería empezar por allí. El precedente de Kosovo se vuelve contra las cancillerías occidentales, pero Chechenia deslegitima la política rusa y abre una vía a la diplomacia occidental que, muy probablemente, no será capaz de utilizar.
En la cumbre de la OTAN los aliados optaron por ganar tiempo. Reconocieron la integridad territorial de Georgia y quedaron a la espera del cumplimiento de los acuerdos. Rusia ya ha movido ficha, manteniendo a sus tropas. La presidencia francesa se preparó como desarrollo del Tratado de Lisboa, se inauguró sin Tratado y puede concluir con un ridículo internacional si Europa no es capaz de mantener una posición de firmeza frente a Rusia.
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