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A la caza de culpables

NI una sola prueba aún de la existencia de negligencia en el accidente de Barajas, pero España es un hervidero de conjeturas acusatorias, de sospechas criminales y de inculpaciones directas más que veladas. Como escribió ayer Ignacio Camacho, la sociedad actual no está dispuesta a aceptar que un accidente con 153 muertos pueda deberse a la casualidad, a la mala suerte o al error humano: la gente necesita culpables.

Y no digo que no los haya. Es posible. Como también es posible que este accidente se haya debido a la casualidad, a la mala suerte o al error humano, a ese error humano que inevitablemente sobrevivirá a todas las medidas de seguridad. Lo que sí es seguro es que aún no disponemos de ningún dato para afirmar una cosa u otra. Ni una sola constancia fiable para identificar un culpable. De hecho, todos los datos utilizados en las conjeturas acusatorias han sido negados a su vez por otros datos. Y, sin embargo, algunos no han tenido el más mínimo reparo moral en utilizarlos.

Sobre la causa del accidente, los hay que hasta han acusado directamente a la compañía por permitir que un avión obligado a abortar un primer despegue por avería, lo intentara por segunda vez. Dando por supuesto que hubo una negligencia en la mala o inexistente reparación de esa avería. Pero resulta que el presidente de la Asociación Española de Técnicos de Mantenimiento, José María Delgado, afirma que esa avería no puede tener nada que ver con el accidente y que, de hecho, según los manuales de seguridad, un avión puede volar perfectamente hasta diez días con esa avería.

Sobre las condiciones de trabajo de los pilotos, los hay que sacan a la palestra cartas internas y declaraciones de la sección sindical del SEPLA en Spanair en las que los pilotos acusan a la compañía de presionarlos para trabajar más horas de lo permitido. Pero resulta que esos mismos pilotos aseguran a su vez que ninguno de ellos ha accedido jamás, puesto que eso les podría llevar a la pérdida de la licencia. O sea, que ni los pilotos del avión siniestrado ni otros habrían sobrepasado sus horas de vuelo, según el propio SEPLA.

Sobre la destreza de los pilotos, los hay que han especulado sobre la posibilidad de que los pilotos de ese vuelo no fueran los inicialmente asignados y que el supuesto caos de la compañía hubiera originado un cambio de última hora, como si esto también constituyera una negligencia. Pero resulta que varios compañeros de los dos pilotos fallecidos afirman que eran dos profesionales excelentes, de los que ellos mismos elegirían para que se ocuparan de transportar a sus propias familias. Profesionales de primera, fueran o no cambiados a última hora.

Sobre el ERE del copiloto, los hay que sugieren un posible estrés laboral del copiloto porque había sido incluido en el plan de despidos de la compañía. Con lo que si esto vale para una conjetura acusatoria, tendremos que concluir que las compañías aéreas que estén dejando volar a pilotos con fecha prevista de despido, ¿incluso de jubilación anticipada? están actuando con una grave irresponsabilidad.

Sobre la seguridad del MD-82, los hay que afirman que el aparato siniestrado estaba muy viejo y que Spanair pensaba retirarlo en breve tiempo. Pero más o menos los mismos añaden también, en letra más pequeña, que la antigüedad de este avión no lo hacía en absoluto inseguro, que todas las grandes compañías utilizan este modelo y que ni siquiera se sabe que este aparato estuviera entre los próximos al retiro por parte de Spanair. A lo que añaden, también en letra pequeña, que el aparato había pasado todas las revisiones estipuladas por Fomento, incluida la exhaustiva revisión anual en enero de este año, y que no ha tenido un solo problema en quince años.

Es posible que todos mientan, que todos se autoprotejan, que algunos no hayan cumplido con sus obligaciones, que exista una terrible negligencia. Pero también es posible que todo se reduzca a lo escrito por el director del Centro de Enseñanza Técnica Aeronáutica de Canarias, Ignacio Llaneza en Expansión: «Es prácticamente imposible evitar accidentes fortuitos como el que podría haber causado esta tragedia». Es posible que no haya un solo culpable que cazar. Sólo lágrimas que derramar.

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