
Hubo un tiempo en que su firma era sinónimo de cine combativo. La CIA, Vietnam, Wall Street, Nixon, Kennedy, Snowden; Oliver Stone, de 77 años, exploraba rincones oscuros de EE.UU. como seña de identidad cinematográfica. Hasta que, de tanto arremeter contra el sistema, se pasó de frenada. Sus documentales sobre Castro, Chávez y Putin lo confirmaron como el nuevo adalid del cine al servicio de los autócratas. Actividad a la que, revela la red global de periodistas de investigación OCCRP, parece haberse entregado de pleno.
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En documentos obtenidos por OCCRP, Stone es el gran reclamo para los proyectos hagiográficos de Igor Lopatonok, un director cercano al Kremlin con quien Stone ya se asoció en documentales como Ucrania en llamas y Revelando Ucrania, de clara narrativa prorrusa; y Qazaq, loa a Nursultán Nazarbáyev, líder de Kazajistán por 29 años. Según OCCRP, Lopatonok ha ofrecido «un documental de Oliver Stone» al bielorruso Lukashenko, al turco Erdoğan y al azerbaiyano Alíyev, a cambio de grandes sumas, mientras prepara La guerra –Stone la escribiría, produciría y narraría–, una oda al heroísmo ruso en la Segunda Guerra Mundial, la gran obsesión de un tal... Putin.
Stone nunca ha tenido reparo en defender a Putin, incluso tras la invasión de Ucrania. «La prensa lo pinta como un irresponsable, un loco, comparable a Hitler o Stalin, pero el hombre que yo conocí era una persona muy racional, que pensaba todos los movimientos, reflexivo como un jugador de ajedrez y siempre, en mi opinión, tratando de defender los intereses del pueblo ruso. Él siempre se ha considerado un hijo de Rusia, lo que implica patriotismo pero no nacionalismo», afirmaba el director de cine.
En 2002, Stone pasó por el Festival de Cine de Barcelona y Stone arremetió contra su propio país de modo especialmente virulento. Describió a Estados Unidos como «un doberman, un animal asesino metódico con mucho dinero, demasiado dinero». Según el fue EEUU quien provocó el conflicto de Ucrania con el objetivo final de hacer caer a Putin y hacerse con los recursos de Rusia. Todo sería, en su opinión, para beneficiar el negocio de las armas, por el dinero. Afirmaciones que ahora cobran un irónico sentido tras las acusaciones contra él por, precisamente, buscar 'dinero a cualquier precio'.