Dos anfiteatros romanos convertidos en plazas de toros

Rocío Jiménez

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13/08/2022
Actualizado 16/08/2022 a las 12:36h.

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Situadas en el sur de Francia, las ciudades de Nîmes y Arlés acumulan años de historia y un rico patrimonio que se refleja en la cantidad de monumentos que atesoran y entre los que destacan sus anfiteatros romanos, grandes construcciones convertidas hoy en espacios multiusos en los que se celebran corridas de toros, conciertos y otros espectáculos que recrean la época de mayor esplendor de estos recintos.

Este monumento se construyó en el año 100 d.C., solo 20 años después del Coliseo de Roma. Aunque el de la capital italiana es el más grande, el de Nîmes se encuentra en mejor estado de conservación. Mientras que los habitantes de Roma utilizaron el coliseo como cantera a lo largo de la Edad Media, los habitantes de Nîmes preservaron su monumento transformándolo en un sector residencial. Gracias a esto se puede ver hoy día la mayor parte de las gradas, las galerías interiores y todos sus arcos. Así, había dos iglesias, una pequeña fortificación y 220 casas. Dichas construcciones estuvieron aquí hasta el siglo XVIII, momento en el que se decidió eliminarlas para devolverle su aspecto original al recinto.

El anfiteatro, declarado monumento histórico, mide 133 metros de largo por 101 metros de ancho y su pista interior tiene 68 metros de largo por 38 metros de ancho. Su forma ovalada permite que todos los espectadores puedan disfrutar de los espectáculos sin que nada les tape las vistas. Tiene una altura de 21 metros y se compone de dos niveles con 120 arcadas separadas por 60 columnas. Durante la época romana este espacio podía acoger hasta 24.000 espectadores en sus 34 filas repartidos en cuatro zonas bien diferenciadas según su clase social. Cada maeniana correspondía a una categoría social situándose los nobles más cerca de la pista. La entrada principal se distingue por su frontón triangular adornado con dos cabezas de toros, lugar por el que entraban los nobles. Todavía son visibles otros elementos decorativos esculpidos. Saliendo de las Arenas hacia los juzgados se puede ver la imagen de dos gladiadores en pleno combate sobre la barandilla del primer piso.

Actualmente tiene capacidad para 13.000 personas. Este especio hace de escenario para numerosos eventos dando cabida a corridas de toros, congresos, conciertos y manifestaciones deportivas. En verano se realizan visitas teatralizadas al recinto en un recorrido que dura una hora y cuyo precio es de 5 euros.

El anfiteatro se creó en el año 80 d.C. tras la urbanización de la ciudad de Arlés ordenada por Tiberio César Augusto durante un largo período de prosperidad. Los ingenieros a cargo de la construcción se inspiraron en el Coliseo de Roma que acababa de ser terminado. Este monumento, que mide 136 metros de largo por 107 metros de ancho se levanta en el flanco norte de L'Hauture, la colina de Arlés.

Con forma elíptica y dos niveles tiene 60 arcos de medio punto. Los de la primera planta son de estilo dórico, mientras que las del segundo son de estilo corintio y tienen capiteles decorados con hojas de acanto. La cavea, espacio reservado para los espectadores, constaba de 33 filas divididas en cuatro series donde las 20.000 personas que podía acoger se dividían según su clase social. Para permitir el acceso a los diferentes niveles se había desarrollado un ingenioso sistema de galerías circulares, pasajes horizontales y escaleras dispuestas alternativamente. La entrada principal no estaba en el norte como hoy, sino en el lado oeste donde se pueden ver los restos de una escalera con vistas a la ciudad.

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Durante la Edad Media se transformó en una verdadera ciudad amurallada acogiendo 212 casas, calles, plazas e, incluso, iglesias. Los muros se utilizaron como murallas defensivas durante los asedios de los bárbaros y se reforzó su seguridad construyendo cuatro torres sobre las entradas. La expropiación de sus habitantes comenzó en el siglo XVIII, pero no fue hasta el XIX cuando se despejó por completo. En 1840 fue clasificado como Monumento histórico de Francia. Posteriormente sería catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Si en la antigüedad el cartel estaba dominado por los famosos juegos romanos con luchas de gladiadores, en la actualidad acoge corridas de toros, conciertos y otros espectáculos. Durante el verano los espectadores pueden viajar en el tiempo a la época romana gracias a las recreaciones de luchas de gladiadores organizadas por equipos de animadores profesionales.