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CAntabria

Santoña, coger brisa marina y felicidad

El intenso azul del limpio cielo junto a las bravas olas confundidas y enlazadas con las nubes, el verde en su inmensidad y el eterno dorado de mi playa

Santoña, coger brisa marina y felicidad

carla royo villanueva

Son demasiados recuerdos y buenos momentos vividos desde aquel mi primer verano del 69: El hombre llegaba a la luna y aunque yo no me enteraba de nada desde mi cuna en la casa de mi abuela en Santoña, comenzaban para mí los veranos en Cantabria. Nunca he faltado desde entonces a mi cita con Berria, ni con esas lunas de agosto con las mareas vivas, que llaman en la zona. Nunca he faltado a la cita con esa fina y dulce arena dorada. La misma arena de la que guardo un poco en un frasco en mi mesilla para sentirme allí mientras cierro los ojos las frías noches de invierno. En otro frasco me gustaría guardar el aroma fresco de los "praos" de la tierruca, el intenso aroma del heno fermentando, la fragancia de esa mezcla especial que consiguen las vacas, la hierba, los eucaliptos y el mar.

En un lienzo quiero pintar el azul del limpio cielo, bravas olas confundidas y enlazadas con las nubes, el verde en su inmensidad y el eterno dorado de mi playa, la playa de Berria. Esa hermosa playa que me ha visto crecer.

Sueño siempre con volver y pasear por El Buciero entre un paisaje mágico de laurisilva, llegar hasta el pico más alto para desde arriba descubrir un más allá en el horizonte salado. O subir al Brusco para contemplar las vistas, la playa de Helgueras, caminar entre cabras y repetir esa fotografía desde lo alto de las rocas, con una Berria de fondo por la que apenas pasan los años.

Si llueve no importa, a quienes insisten en que veranear en el norte es incomprensible achacando al tiempo una culpabilidad sin fundamento, siempre les doy la razón. Que no vengan, Cantabria es para quienes saben amarla y entenderla. Yo seguiré cogiendo caracoles para hacer carreras, lo hago con mis hijos, tal y como hacían mis padres conmigo. Iré con pantalón largo a la playa, me pondré las katiuskas y el chubasquero amarillo para pisar y saltar charcos. En mi paraíso sigo siendo una niña.

Cantabria infinita

Para recargar aún más si cabe la energía bailaré en el TitiKaKa con la música en vivo de Mario San Miguel y su ejército del Amor. Como bien dice una de sus canciones, coger y soltar, eso es Cantabria. Coger brisa marina y soltar felicidad. Me acercaré también al puerto pesquero a recibir o despedir los barcos que van o vuelven de sus campañas en alta mar.

Y haremos hambre para disfrutar de Casa César, de su pastel de cabracho, de sus inigualables nécoras a la plancha y el pescado del día. Tomaré el aperitivo de anchoas y queso picón en el Bar Berto, haré la compra del día en el Mercado de Abastos y pasaré a tomar un helado en La Valenciana.

Caminaré por la Bahía y disfrutaré de tantos otros lugares que la tierruca nos ofrece. Leeré un buen libro, montaré en bicicleta por los acantilados de Langre, haré castillos de arena y dispararé mi cámara de fotos mil veces más sobre el atardecer en las Marismas. Cantabria infinita.

Santoña, coger brisa marina y felicidad

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