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Ruta de los milagros: pueblos donde descubrir la leyenda y la historia de los 'Santos de Jaén'

Cerezo Gordo, Hoya de Salobral, Castillo de Locubín o Noalejo son algunos de los pueblos de la Sierra Sur de Jaén que forman una ruta para descubrir los lugares donde vivieron estos sanadores locales, 'santuarios' de la medicina popular

Las vías verdes que cruzan los pueblos más bonitos de Jaén

Tumba del 'santo Custodio' en Hoya de Salobral F.C.G.

Fran Contreras

La Sierra Sur de Jaén, ubicada en la parte más meridional de la provincia, atesora un mundo mágico. En sus valles -donde se esconden aldeas y cortijos- permanecen vivos cultos y devociones, tradiciones y costumbres, un curanderismo popular, diferente a cualquier otro, que son parte de nuestra España Mágica, y que conoceremos en la llamada Ruta de los Milagros. Un viaje que nos permitirá conocer la vida y singular historia, así como los santuarios, de los llamados 'Hombres Buenos' o 'Santos de Jaén'.

Personas humildes, labradores y pastores, que según la tradición tenían 'el don' o 'la gracia', que eran capaces de curar enfermedades, con singulares remedios como soplidos, tocando la piel o dando píldora de papelillos de fumar que se tomaban con el agua de las fuentes que bendecían, y de obrar prodigios, capaces de conocer el pasado, el futuro o estar en dos lugares a la vez, siempre sin cobrar dinero alguno y cuyo culto continúa arraigado en pleno siglo XXI. Tomados y venerados como sabios y santos, santos paganos, los lugares donde vivieron, sus casas y tumbas, son hoy al igual que en otro tiempo, lugares de peregrinación a los que acuden cientos de personas en busca de ayuda celestial o en agradecimiento por los favores recibidos, en los que según lo lugareños siguen ocurriendo prodigios.

Cerezo Gordo, la casa y tumba, el santuario del Santo Aceituno

«Mis padres como padres, pero ellos guiaban mi vida», se lee en el primer panel de la Ruta de los Milagros, que muestra al viajero el primer destino, la aldea de Cerezo Gordo y el cortijo de Cerrillo del Olivo. Allí nació a principio del siglo XX el primer hombre 'santo', Luis Aceituno Valdivia.

El Santo Luisico o Santo Aceituno, como es conocido, nació en el cortijo de la Zarzuela, en Valdepeñas, y tal como contaban y cantaban los poetas en viejos pliegos de cordel, era un muchacho habilidoso en las tareas domésticas que siempre vestía con un gorro, pantalones de paño y albarcas. Tras recibir 'el don', según la leyenda tras una aparición celestial, se mudó al Cortijo de Cerrillo, donde su fama como sabio y sanador no dejó de crecer hasta su muerte en abril de 1912. Hoy su casa, el lugar donde recibía a los lugareños, tres chopos a los que llamaba 'Las Tres María', y la Fuente Negra, cuya agua bendijo, es centro de peregrinación, más aún los días 21 de junio, en el que se celebra su santo. Su habitación, donde falleció, es un altar santuario, siempre repleto de flores, imágenes religiosas y velas, en torno a uno de sus retratos, en el que aparece sentado sujetando un sombrero, del que dicen es milagroso.

Imagen del 'santo Custodio' en la iglesia de la Virgen de la Cabeza, en Hoya de Salobral F.C.G.

Hoya de Salobral, la casa, la cueva y ermita del Santo Custodio

Nuestra ruta en busca del 'milagro' y los santos jienenses proseguirá hasta el pueblo de Hoya de Salobral, donde nació, vivió y murió el hombre que heredó 'el don' de Santo Aceituno, quizás el santo más famoso de todos, Ángel Custodio Pérez Aranda, más conocido como Santo Custodio. Labrador, casado, recibió 'la gracia' del propio Luis Aceituno y tras una aparición celestial que le profetizó la muerte de su familia en un incendio.

Según la tradición popular, como su predecesor, era supuestamente capaz de sanar y curar a personas y animales. Su casa, ubicada junta a una plazoleta donde se encuentra un monumento que recuerda su figura, es hoy, igual que ayer, un lugar de peregrinación y culto, un santuario. En la puerta hallaremos una imagen del Cristo del Paño, en su interior un patio con asientos y unas escaleras que llevan a su habitación, donde hallaremos la silla donde atendía a las gentes y decenas de flores, fotografías y exvotos dejadas por los fieles junto a su fotografía. No es el único lugar de culto: A cien metros hallaremos la Fuente del Custodio, que bendijo el santo, presidida por su imagen, que emana agua de supuestas propiedades curativas. Y a dos kilómetros, en el Cerro de la Mesa, la 'Gruta del Santo', la cueva en la que se retiraba a orar y meditar, en la que hoy se introducen los devotos dejando velas e imágenes. Y la ermita que se construyó en su honor, pero que la iglesia obligó a poner bajo la advocación de la Virgen de la Cabeza. Un templo donde, como descubrirá el viajero, se venera y da culto al Santo Aceituno y al Santo Custodio.

Noalejo, el Centro de Interpretación de los Curanderos y tumba del Santo Custodio

El viaje continuará hasta la localidad de Castillo de Locubín -donde vivió y murió el último 'santo' de esta estirpe de sanadores rurales, el Santo Manuel, cuya casa y tumba, como el resto, son centro de peregrinación para fieles y devotos- y terminará en Noalejo, en el Centro de Interpretación dedicado al Curanderismo y Medicina Popular, y el enclave más popular y legendario de los existentes: la tumba del Santo Custodio. Y es que el santo, que falleció en 1961, decidió ser enterrado en la localidad donde estuvo preso, acusado por vecinos y médicos de estafador, para así castigar al que fuera el municipio más incrédulo. Cuentas las viejas crónicas que su féretro fue llevado a pie, recorriendo treinta kilómetros, y acompañado por sesenta mil personas hasta el cementerio de Noalejo. Hoy su tumba, presidida con su foto, siempre rodeada de velas y flores, es visitada por cientos de devotos cada semana. No se extrañe amigo lector si, cuando la visite, se encuentra a fieles tumbados junto a la misma, lo hacen intentando aliviar sus males, es uno de los muchos lugares y rituales mágicos, que aúnan tradición y fe, cultos que siguen vivos en pleno siglo XXI dedicados a los 'hombres buenos', a los 'santos jienenses', que van más allá de lo antropológico, que han traspasado las fronteras geográficas y del tiempo, que descubrirá en la Ruta de los Milagros de la Sierra Sur de Jaén.

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