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viaje al medievo

La muralla más larga, mejor conservada y más bonita cerca de Madrid

La muralla de Buitrago del Lozoya, anterior al castillo, y el río que la abraza dotan de una extraordinaria personalidad a este pueblo

Cinco excursiones fáciles, para toda la familia, sin salir de la Comunidad de Madrid

Vista desde el adarbe de la muralla, con el río Lozoya que abraza el pueblo JFA
J. F. Alonso

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Buitrago del Lozoya queda a la derecha de la N-1, antes de llegar al puerto de Somosierra. En otros tiempos era una parada obligada antes de seguir camino a Burgos, o más al norte. Los autobuses paraban en la puerta de El Espolón para tomar un café y estirar las piernas. Ahora, la mayoría de viajeros que pasan por este pueblo de menos de dos mil habitantes van a propósito cualquier fin de semana, quizá atraídos por esa estampa fortificada que se aprecia desde la carretera. Y esas decenas o cientos de personas que pasean por sus calles o suben a la muralla nunca salen defraudadas.

El casco histórico, abrazado por la muralla y el castillo y por el agua del río Lozoya, es tan impactante que necesita mirarlo y remirarlo. Observado desde la pantalla desde la que se controla un dron es casi sobrecogedor. Pero visto desde la altura modesta de un ser humano también aturulla, al menos por un instante.

La muralla está al final de la calle principal. Se puede recorrer el adarve alto (4 euros), donde hay una exposición permanente de máquinas de asedio a tamaño real comprendidas entre el siglo I a.C. y el siglo XV d.C., y otra zona de acceso libre, con vistas al río y a la sierra norte. Las armas son recreaciones hechas a partir de investigaciones de los textos y dibujos encontrados y todas ellas probadas en un campo de tiro. Desde luego, vistas en este entorno parecen extremadamente reales.

Una de las curiosidades de esta muralla es que su construcción, en dos fases, es previa al castillo, que es del siglo XV. No hay debate sobre la segunda fase, que se fecha en el siglo XIV, cuando la prosperidad de Buitrago le llevó a ser la cabecera del valle de Lozoya. Sobre la primera fase se mencionan las técnicas de construcción árabes que podrían remitir a un Buitrago andalusí, aunque estas técnicas también se emplearon en fortificaciones cristianas. Hay quien cree que podría remontarse a 1134, cuando Alfonso VII alentó con exenciones fiscales la llegada de nuevos pobladores a la villa.

Imagen principal - El Lozoya abraza la el pueblo medieval y su historia, en la que tuvo un papel importante Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, señor de Buitrago en 1430, quien mandó construir su castillo-palacio. A la derecha, una de las máquinas de defensa que pueden verse en el adarve.
Imagen secundaria 1 - El Lozoya abraza la el pueblo medieval y su historia, en la que tuvo un papel importante Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, señor de Buitrago en 1430, quien mandó construir su castillo-palacio. A la derecha, una de las máquinas de defensa que pueden verse en el adarve.
Imagen secundaria 2 - El Lozoya abraza la el pueblo medieval y su historia, en la que tuvo un papel importante Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, señor de Buitrago en 1430, quien mandó construir su castillo-palacio. A la derecha, una de las máquinas de defensa que pueden verse en el adarve.
Alrededor de la muralla y el castillo El Lozoya abraza la el pueblo medieval y su historia, en la que tuvo un papel importante Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, señor de Buitrago en 1430, quien mandó construir su castillo-palacio. A la derecha, una de las máquinas de defensa que pueden verse en el adarve. JFA

Queda dicho que Buitrago no es un pueblo grande, pero el paseo detallado entre las máquinas de asedio y por la zona de acceso libre, más una visita a la iglesia parroquial de Santa María del Castillo (quizá del siglo XV), situada junto a la entrada al adarve, lleva un tiempo. Y, además, está el castillo de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, señor de Buitrago en 1430. Los Mendoza procedían de Álava, pero ocuparon importantes cargos en el reinado de Juan I (1379-1390), y recibieron a cambio tierras y señoríos. En Buitrago construyeron un castillo-palacio en la mejor esquina de la muralla.

Se pensó, en efecto, más como un palacio que como un castillo. No tenía torre del homenaje, por ejemplo. La edificación recuerda más la tradición andalusí que la castellana, con predominio del ladrillo y arcos con alfiz, ese característico recuadro del arco árabe. En conjunto trataron de combinar los elementos defensivos con la comodidad de una residencia. Hoy los turistas que se acercan a Buitrago admiran más el lugar elegido y sus vistas que su aspecto arquitectónico.

Es bien conocido que en Buitrago está el Museo Picasso, con la colección Eugenio Arias, barbero y gran amigo del pintor. En verano, muchos vecinos de los alrededores suelen acudir a la piscina de Riosequillo, que con sus 4.500 m2 es una de las más grandes de España, una lengua de agua que escolta el embalse que le da nombre. Y, por supuesto, se ha convertido en un imprescindible de la Navidad su Belén viviente, que el año pasado llegó a su trigésimo tercera edición. Todas son razones suficientes para organizar una escapada.

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Sobre el autor J. F. Alonso

Soy periodista desde hace más de treinta años. Hice radio, reportajes de actualidad en Blanco y Negro y ABC, y ocio en distintos suplementos. Desde 2007 coordino ABC Viajar

J. F. Alonso

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