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Uno de los mejores y menos conocidos belenes napolitanos de España
Dos mil figuras del XVIII en una colección que creó Bartolomé March Servera y que se exponen todo el año en el Palau March de Palma (Mallorca)

Una etiqueta escrita con el número '12' cuelga de la cabeza del buey. Lo que parece un despiste desvela un trozo de la historia de esta figurita que componía algún inventario antiguo y acabó formando parte de uno de los mejores belenes napolitanos de España, ... gracias al afán coleccionista de un mecenas mallorquín. Bartolomé March Servera (1917-1998), hijo del famoso financiero Juan March Ordinas, comenzó a coleccionar figuras napolitanas del XVIII hace medio siglo y consiguió cerca de 2.000 piezas. Después las expuso en un palacio, el Palau March, antigua residencia familiar.
Este emblemático edificio en el corazón histórico de Palma frente al Palacio de La Almudaina es hoy la sede de la Fundación Bartolomé March Servera. En su interior se dedican tres salas a la exhibición de este valioso nacimiento napolitano declarado Bien de Interés Cultural por el Consell de Mallorca en 2002. La gran categoría de este conjunto, que se expone todo el año, es comparable al nacimiento napolitano del Metropolitan de Nueva York, el Cuccinello del Museo San Martino de Nápoles o el belén napolitano del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
El belén conservado en el Palacio March no es el típico nacimiento de piezas clásicas y paisajes palestinos. Hay mendigos, una sultana, calles y casas napolitanas de la época, animales exóticos, una posada, carniceros, músicos turcos, una bestia bailando, un borracho y hasta una mujer amamantando.
Su armoniosa escenografía simula un teatro petrificado con actores inmóviles y escenarios imaginarios que no se limitan a representar el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén sino todo un mundo próximo a los artistas que los confeccionaban. El mercado, la taberna y las casas señoriales enmarcan el nacimiento del Niño Jesús en un ambiente cortesano en medio de la Campania y el sur de Italia del siglo XVIII, como era costumbre en los pesebres del barroco napolitano.



Al cruzar la primera sala de la exposición, su porte impresiona. Una sultana negra recibe al visitante en su palanquín de plata a lomos de un elefante. No es cualquier elefante; los artesanos se inspiraron en el animal que Carlos III tenía en el zoo privado del Palacio Real de Portici. La castañera, con su mandil minuciosamente bordado, es una figura atribuida al artista Lorenzo Mosca.
Uno de los episodios más grandes de este belén es el representado por el mercado. Las escenas están descritas de manera muy minuciosa. Sorprenden la vendedora de fogones de hierro, la pescadería, el puesto de frutas y los clientes. Hay todo tipo de productos en miniatura. La posada, con la cocina y los alimentos preparados en los platos, la bodega, el mesonero y el baile de la tarantela acercan al pequeño microcosmos napolitano.
«Aquí todo el mundo cabe. El ajetreo del mercado, la algarabía de la posada, el carro del vinatero y los borricos cargados con verduras, los niños que curiosean, las mujeres que conversan. Y todo ello, uniendo al sentido religioso y la devoción cristiana, la habilidad técnica y el genio creativo de unos artesanos y artistas incomparables», explican en la Fundación Bartomeu March.

Otra sala alberga el nacimiento y la comitiva real. El misterio de la Natividad está rodeado de pastores que acuden con regalos a adorar al niño Jesús a una gruta custodiada por una veintena de ángeles documentados como obra de Giuseppe Sanmartino, considerado el mejor escultor barroco de Nápoles. Todas las figuras están realizadas siguiendo las técnicas tradicionales napolitanas. Son maniquíes con el alma de alambre forrado de estopa con las extremidades de madera, la cabeza de barro cocido y los ojos de vidrio.
El Misterio del belén palmesano se ubica en una cueva de corcho, siguiendo la tradición mallorquina, y no en una ruina clásica como era habitual en estos belenes. Se puede apreciar al niño Jesús totalmente desnudo, la Virgen María con corona y manto azul, San José, la mula y el buey. Les acompaña una triple gloria de ángeles de Sanmartino (1720-1739), posiblemente las figuras más valiosas de este nacimiento. El primer grupo de ángeles lo componen pequeñas cabezas con alas, el segundo de 'putti' con guirnaldas y el tercero por ocho ángeles de cuerpo entero con incensarios y trompetas de plata.



Los tres Reyes seguidos de sus séquitos traen oro incienso y mirra en un cofre y varios fardos. Muy cerca se cruzarán con el labrador, el carro vinatero arrastrado por el buey (y su etiqueta colgando) y el hortelano, que representan la cotidianeidad de las escenas de campo. La presencia de gentes humildes se completa con sus antagonistas, los grandes señores y sus cortejos exóticos que también van a adorar al Niño Jesús.
En la última sala está el conjunto de la banda de música de Infantería turca que acompaña al Rey Baltasar. Los músicos tocan los diferentes instrumentos con sus gestos milimétricos. Al lado, el retrato de Bartolomé March realizado por Ricardo Macarrón.
Muchas figuras conservan aún las etiquetas originales cosidas a la ropa donde aparece un número de un inventario antiguo. Otras mantienen las etiquetas con alfileres donde están escritos los nombres de famosos escultores. Los detalles son inabarcables en una sola visita. Habrá que volver.
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