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Los acantilados españoles donde brotan 'surtidores de agua' que llegan a 20 metros de altura
En los Bufones de Pría, Asturias, el mar brama al ascender por unas chimeneas de caliza horadadas al alimón por el oleaje y las lluvias y sale a la superficie de forma violenta
Una de las costas más apabullantes de España
Una foto de recuerdo del oleaje en los bufones de Pría
El litoral asturiano está colmado de alardes geomorfológicos donde los haya, caprichos de una naturaleza bravía resuelta en acantilados y farallones sin cuento ni medida, cabos para atalayar el horizonte marino a vista de pájaro y rías penetrantes con vocación de fiordos. Más de uno de tales caprichos merece considerarse insólito. Y, entre éstos, el campo de bufones de Pría se lleva hoy por hoy la palma de la popularidad.
Si bien el acceso habitual se realiza por la carretera de Belmonte, teniendo que caminar desde el aparcamiento 1.300 m hasta divisar el primero de ellos, desde Ribadesella parte una gratificante ruta de senderismo por los acantilados del Infierno que alcanza el límite con el concejo de Llanes, donde la playa de Guadamía oficia de punto de partida para ingresar en el citado campo, el más extenso de Asturias, declarado Monumento Natural. La mejor época del año para apreciarlos en toda su desconcertante aparatosidad es la del otoño-invierno. En los periodos de marejada y con la marea alta, los hondos quejidos del Bramadoriu -su nombre local- se escuchan a kilómetros de distancia. El mar brama al ascender por estas chimeneas de caliza horadadas al alimón por el oleaje y las lluvias y sale a la superficie al estilo géiser, formando surtidores de agua pulverizada en gotas de hasta 20 m de altura. Y entonces es el momento propicio para traer a colación la proverbial advertencia de los lugareños: «Cuando sientas sonar el pozu Pría, coge leña para otro día».
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