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Guía secreta de Gran Canaria: las playas y pueblos que aman sus habitantes

La periodista Laura Bautista, residente en Gran Canaria y enamorada de la isla, traza una particular guía de viaje por las playas, acantilados y pueblos de la costa

Playa de Güigüí, en La Aldea TURISMO DE CANARIAS

Laura Bautista

Destino turístico por excelencia, la isla y sus 256 kilómetros de costa esconden secretos que no aparecen en las guías de viajes, recónditos refugios donde la naturaleza muestra su mejor versión. Construida en lava, envuelta en mar abierto y verdes pinares, Gran Canaria es un regalo.

Piscinas naturales de Agaete ABC VIAJAR

Playa de Agaete

«El mar: el gran amigo de mis sueños, el fuerte titán de hombros cerúleos e inenarrable encanto»… El poeta y escritor Tomás Morales buscó en esta costa su inspiración, y en Agaete el paisaje que diese alas a sus ideas. El recorrido por la isla empieza en el noroeste de Gran Canaria, donde un mar bravo y salvaje mece a la villa marinera, que ha logrado embrujar a esta naturaleza fiera en una quietud enigmática. A los pies de las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Patrimonio de la Unesco, la majestuosidad de una naturaleza intacta envuelve a este pueblo de casas blancas, de mar y montaña, lleno de una magia única y vibrante. En Agaete el viento despeina, se come pescado fresco junto al mar, se degusta el único café de Europa y sus naranjas son más dulces. Año a año este pequeño rincón grancanario gana visitantes, turistas y vecinos, que en su paso por la isla se dejan enamorar de su esencia única. Sus playas son seña de identidad, de agua fría, transparente y llena de vida. En este pueblo de pescadores a orillas del mar, su gente acogedora es su mayor valor.

El Agujero, en Punta de Gáldar Turismo de Canarias

Playa de Sardina del Norte y piscinas naturales de El Agujero, en Gáldar

Agaete formó parte del Guanartemato, una de los reinos en los que se dividió la isla de Tamarán (Gran Canaria). La conquista acabó con esta gran prefectura aborigen pero la ciudad de los Guanartemes, en Gáldar, aguantó férrea durante años dejando en los libros su propio reguero de historia. Salpicada de necrópolis sagradas, de cuevas llenas de misterios, su costa es un vergel de charcos y piscinas naturales, de pequeñas calas llenas de tradición donde los pescadores conviven con los bañistas en pueblos pintorescos construidos frente al mar, desafiando el poder de las olas. Sardina del Norte es uno de esos tesoros que guarda la antigua capital aborigen, una pequeña cala de arena al refugio de sus muelles y de corazón pesquero. Sus casas-cueva nacen de sus inverosímiles riscos para casi tocar la orilla con los dedos. Bordeando la Punta de Gáldar, aparece El Agujero, piscinas naturales y paraíso de surfistas. La mejor ola del mundo para el 'bodyboard' comparte espacio con un cementerio aborigen, con casas centenarias en un enclave donde la naturaleza manda. En ningún sitio atardece como en El Agujero, que se viste de rosa cada día para despedir al sol.

Costa de Arucas

Los océanos infinitos de plataneras se tiñen de azul al llegar al mar en Arucas, una de las costas más populares del norte de la isla. Con su basílica gótica marcando la línea del horizonte, playas y piscinas naturales llenan de vida este reducto norteño, uno de los lugares más fértiles de la isla. A pie de acantilado, desde la Punta de Arucas hasta el Puertillo, se suceden playas de arena negra y cantos redondos en una de las costas más versátiles para escapar de la ciudad. Bañaderos era el lugar favorito de baño del rey aborigen Doramas, y por allí paso el Guanarteme Semidán camino del cautiverio. Su historia y su costa, rica en opciones, permanece viva en sus fincas centenarias de plataneras que se han reconvertido en hoteles rurales y en las cocinas de sus restaurantes y bares, que se descubren en un paseo a pie por sus calles empedradas.

Playa de Ojos de Garza

Playa de Las Canteras y Playa de Las Alcaravaneras, en Las Palmas de Gran Canaria

Camino al sur, Las Palmas de Gran Canaria se convierte en Telde, y la arena rubia se vuelve negra. Tufia es una playa tan pequeña como peculiar. De esencia marinera y alma volcánica, poco a poco el pueblo se ganó a la montaña de lava en un mordisco semiurbano donde las casas cuelgan sobre la misma playa. Este enclave es único sobre y bajo la superficie, donde la erupción volcánica de la que nació dejó su huella con cuevas y 'dunas fósiles' a apenas unos metros de la orilla. Las Ruinas del Poblado Prehistórico de Tufia fueron declaradas Monumento Histórico Artístico en 1973, el recuerdo de una población amurallada que conquistó este terreno ganado al mar. Apenas a dos kilómetros, la playa de Ojos de Garza se pliega sobre el mar, con calles laberínticas que se adentran en este asentamiento entre Telde e Ingenio. Con nombres de barcos, todas sus pequeñas callejuelas miran al mar, en un pueblo trinchera donde los aviones afeitan sus tejados. Sus residentes ya ni levantan la cabeza al oírlos, este fenómeno es muy habitual en el frenético aeropuerto con el que comparten costa. En este pintoresco pueblo agarrado al Atlántico, la visita al bar Zurita es obligatoria, con un bocadillo de puntillas y una terraza privilegiada que son tradición en la zona.

Playa de Veneguera, en Mogán

Pasando las populares dunas de Maspalomas, un desierto dorado que recuerda la cercanía de las islas con el Sahara, y las playas naturales de Mujeres y Montaña Arena en San Bartolomé de Tirajana, aparece el municipio de Mogán. La costa moganera tiene el récord de más días de sol de Europa y guarda dos estrellas Michelin. Conocido como la 'Venecia de Gran Canaria', las playas de este pintoresco pueblo de pescadores son de las más visitadas de la isla. La arena blanca de Anfi del Mar, la costa siempre en calma de Amadores, la playa más familiar de las Marañuelas… pero hay un Mogán que no sale en las guías. Aunque se preveía una gran urbanización turística en la zona, la movilización ciudadana y la voluntad política han mantenido virgen la costa de Veneguera. Barrancos, palmerales, cardones centenarios, montañas de colores y tras una pista de tierra que bordea fincas de naranjos, limoneros y aguacateros, aparece una gran playa de callaos y arena negra donde vivir sin prisas.

Playa de Güigüí / Guguy, en La Aldea

De Veneguera a Tasarte, y Tasartico, la naturaleza gana la partida en la costa suroeste de Gran Canaria, donde la Reserva Natural Protegida de Güigüí descansa a los pies del macizo de Guguy. Refugiada bajo paredes verticales de más de mil metros de altura, el asfalto aún no ha llegado a este lugar. Gran Canaria prevé que Guguy y esta playa virgen sean el próximo Parque Nacional de Canarias, el quinto del archipiélago. La playa de Güigüí es un pedacito de paraíso en Gran Canaria, que asoma tras varias horas de ruta a pie o un paseo por mar en 'taxi boat'. Sus últimos habitantes mantienen vivas las leyendas de Guguy, donde se esconden tesoros piratas, donde sobrevivieron escondidos represaliados de la Guerra Civil y donde los ingleses tuvieron durante años su imperio tomatero. En Guguy el cielo brilla más. Hoy, mientras la vida desborda la isla, esta joya natural permite imaginar cómo debía ser Gran Canaria antes de que el hombre se hiciese con ella. A la vuelta de Jujuy reaparece Agaete, con sus casitas blancas y sus verdes montañas, musa de Tomás Morales y salida y meta de una ruta por la Gran Canaria más desconocida.

Descubrir Canarias es una aventura al alcance de todos y que puedes descubrir también viajando en transporte público por la isla.

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