Sierra de las Nieves
El nuevo parque nacional de España está en Málaga: estas son sus joyas imprescindibles
El Consejo de Ministros envió el martes al Congreso de los Diputados el proyecto de ley por el que se creará el decimosexto espacio natural con la máxima protección
El Consejo de Ministros aprobó el pasado martes el proyecto de Ley de Declaración del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves (Málaga) , cuyo texto llegará al Congreso de los Diputados para que el Parlamento lo apruebe definitivamente. El futuro nuevo Parque ... Nacional será el decimosexto y permitirá la inclusión en esta red de importantes masas de pinsapo (Abies pinsapo) y afloramientos rocosos de peridotitas, muy escasos en el mundo, con sus comunidades florísticas asociadas, igualmente singulares y raras, hasta ahora no representados en la Red de Parques Nacionales.
Para algunos el gran atractivo de la Sierra de las Nieves radica en su abrupta geografía de montaña , que culmina en los 1.919 metros del pico Torrecilla, y que se quiebra por tajos, simas de 1.101 metros de profundidad como la de GESM, pozos y profundos barrancos como el Tajo de la Caína. Antaño en sus cumbres, los malagueños de los pueblos a sus pies hacían acopio de nieve de los neveros en pozos, para así garantizarse la disposición de agua todo el año. Después la bajaban a lomos de mulas para distribuirla por las localidades. Una cultura asociada al agua que se puede revivir en el Centro de Interpretación del Agua en el pueblo de Istán.
Para otros, su potente llamada de montaña radica en la abundancia de senderos que la recorren, desde pueblos como Tolox, El Burgo y Yunquera, o partiendo de las carreteras que surgen desde Ronda, ya que la sierra está situada al este de la ciudad. Sendas que hacen posible el mejor de los pasos naturales, recorrerla a ritmo lento, admirarla y conocer sus rincones al detalle aderezados por las buenas panorámicas de camino.
El reino del pinsapo
La variedad vegetal que acoge en altitud es otro de los principales motivos para considerarla excepcional. Entre otros bosques, como un centenario quejigal de montaña, alberga la mayor extensión ibérica del pinsapo, el abeto más singular del mundo .
Un tesoro botánico inseparable de su paisaje, e inconfundible por el verdor intenso de las duras y rígidas hojas con que pinta densamente sus laderas allí donde crece, gracias al gran contraste con la blanquecina roca caliza. Vive en altura y le gusta la abundancia de precipitación -prácticamente que llueva a mares- pero luego es capaz de soportar los veranos más secos del ambiente mediterráneo.
Los pinsapares son una joya botánica y una reliquia conífera que ha sobrevivido desde el Terciario -hace 20 millones de años, cuando el clima era más frío y húmedo- gracias a acantonarse en altitud y en los parajes más umbríos. Solo crecen en otras dos montañas españolas – Grazalema, en Cádiz, y Sierra Bermeja, en Estepona- y Marruecos, siendo el de la Sierra de las Nieves el mayor pinsapar español.
También es donde se han registrado algunos de los ejemplares más longevos, como el pinsapo de las Escaleretas, así denominado por las lajas de piedra dispuestas en escalones del camino que llega a él, vía ancestral de comunicación desde el río Verde hacia Ronda y el valle del Genal . Se halla en el término municipal de Parauta y ha resistido el paso del hombre y la historia hasta convertirse en Monumento Natural. Alcanza una talla equivalente a un edificio de cinco pisos y, con una edad que podría rondar los 550 años, es el más antiguo de la sierra.
La esencia animal
Por las zonas de roquedo se desenvuelve el más llamativo de sus mamíferos, la cabra montés, mientras que las aguas limpias de sus ríos favorecen que la nutria los habite. En el cielo se recorta la silueta de grandes rapaces como el águila real y la perdicera junto a alimoches y buitres leonados. Los más discretos y sagaces son el meloncillo y el gato montés, mientras que en la noche su característico ulular descubre la presencia del búho real.
En zonas más bajas de la sierra los paisajes alomados y rojizos son donde crecen los alcornocales, pinares, encinares y castañares. En los linderos de los bosques al caer la tarde es habitual distinguir al corzo y en los paseos forestales no será difícil identificar el vuelo rápido del azor y el gavilán.
Pueblos de raíces árabes
La presencia del hombre en la sierra es ancestral. Así lo atestigua la arquitectura dejada tras la presencia musulmana como los castillos y murallas de sus pueblos blancos como la Torre de Escalante en Istán, el lienzo de la muralla y pasadizo que se conservan del castillo de Tolox , el castillo Al-Mundat del precioso pueblo de Monda y el castillo de Alozaina .
En El Burgo aún se conserva su acequia medieval junto al río Turón, hay un yacimiento medieval de Los Villares en Casarabonela, una calzada romana en Monda y una antigua prensa árabe de aceite conservada en el museo etnográfico del aceite de Guaro. Aunque para monumentos impresionantes conviene contemplar la iglesia más grande de la sierra, la de Yunquera, conocida como la catedral de la serranía.
Entre las abundantes manifestaciones cársticas de la sierra conviene asomarse a las cuevas de Ojén, un monumento natural asociado a la vida local tanto como sus museos del molino del aceite y del vino, este último ubicado en una antigua destilería de aguardiente.
Imposible resultará durante nuestra estancia resistirse al influjo de Ronda , la bellísima ciudad que protagoniza la Serranía de Ronda. Situada a 100 metros junto a su tajo, conectada por el Puente Nuevo sobre el río, es una postal imborrable para el recuerdo con vistas a la Sierra de las Nieves.
No menos atractivo es el valle del Genal , en el acceso meridional a la sierra, con sus castañares, sobre los que sobresalen pequeños pueblos blancos de origen árabe de estrechas y sinuosas calles como Alpandeire, Parauta, Cartajima, Algatocín, Benarrabá y Gaucín.
El atractivo turístico cultural de los pueblos alrededor de la sierra garantiza una variada infraestructura hostelera para acoger al visitante se mire por donde se mire. Todo está preparado para disfrutar de un territorio de valioso interés natural que, si bien ya estaba reconocido como Reserva de la Biosfera por la Unesco y como parque natural, está a punto de convertirse en un nuevo guardián del tesoro de nuestra naturaleza.
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