Ruta acuática por el barranco de la Luna, en el granadino Valle del Lecrín
El sendero, que se encuentra enclavado en gran medida en el río Saleres, es uno de los secretos escondidos en este paraje natural
![Ruta de Barranco de la Luna en Saleres, Granada](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/viajar/2022/08/15/ruta-barranco-luna-RXiKKISyqsgqRog7IoSu2RJ-1240x768@abc.png)
Granada tiene miles de rincones en los que perderse en el interior de su provincia. Incluso cuando el calor aprieta. El Barranco de la Luna, ubicado en el Valle de Lecrín, suele tener, de hecho, una ruta donde el agua es uno de sus principales protagonistas, lo que alivia bastante dadas las temperaturas en pleno agosto. Siempre dependiendo, claro, del caudal del río, en este caso el Saleres.
Se trata de un sendero sencillo, que a través de una ruta circular, favorece una visita agradable no solo por la temperatura sino, como suele suceder en estos casos, por las maravillosas vistas.
No tanto por la inmensidad, sino por las características del sendero que pasa por el río y las zonas rocosas que lo envuelven. La ruta, aún así, comienza en el cementerio de la propia localidad de Saleres.
Desde ahí, al principio se camina por la carretera, después por pistas de tierra que atraviesan las fincas. La sombra ya ahí, aunque sin punto de comparación con lo que vendrá después, está garantizada por los grandes naranjos y olivos centenarios que la cobijan.
El sendero por el río comienza en la bajada hacia el barranco, manteniéndose siempre, desde el inicio en el cementerio, en el margen derecho de la carretera. Desde ahí se llega por un camino oculto hasta entrar en una garganta de paredes casi cerradas y de gran altura.
Es desde este punto donde la pequeña espera del camino merece la pena, como ya se ha dicho, perfecta para los meses en verano. Es más, fuera de estas fechas, no es del todo recomendable pues, ante el peligro de lluvia, la zona, debido a las posibles inundaciones por el caudal del agua del río, descartan la posibilidad de poder bajar por el sendero. Normalmente, ya en agosto, casi todo el recorrido caminamos metidos en el agua, con un nivel que va desde los tobillos hasta las rodillas.
Hay varios elementos en todo ese camino que se estrecha que se agolpan al paso. Desde el color de las paredes, a los fósiles que la alimentan, la vegetación, la luz que se oscurece en comparación con el sol que pega fuera de la gruta...una amalgama de naturaleza que, al fin y al cabo, hace de esta ruta una delicia poco transitada por el turista medio.
Para el camino, avisan desde el área de Turismo del Valle de Lecrín, es recomendable llevar algo de agua, así como pantalones cortos y y zapatillas. También una toalla para cambiarnos al finalizar la ruta.
A lo largo del barranco se encuentran rocas encajonadas que hay que superar, por lo que el uso de cualquier otro tipo de calzado que no sea el propio de montaña no es para nada recomendable. Con todo, no es un camino difícil, pero se necesita el uso de las manos y algo de fuerza. En caso de problemas de movilidad no se recomienda, evidentemente. Es preferible asimismo, apuntan, no llevar ningún tipo de bastón y tener las manos libres en este caso.
La ruta tiene una extensión de unos cuatro kilómetros y, al ser circular, se puede desandar lo andado sin ningún tipo de problemas para volver de la misma forma al cementerio donde se encuentra el punto de inicio.
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