VIAJAR
El Andévalo, el tesoro escondido de la provincia de Huelva
La zona central de la provincia onubense emerge como un destino activo, completo y para toda la familia
La riqueza de sus paisajes, una gastronomía espectacular y sus tradiciones son el mejor reclamo para visitar la comarca más minera
El fandango: La ruta del 'quejío' más profundo del Andévalo
Seis pueblos para disfrutar de la ruta del castañar en Huelva, el paraíso cromático del otoño
![Mina Corta Atalaya, en Minas de Riotinto](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/viajar/2022/10/20/corta-atalaya-19_20221020084748-RCGaMOP1MNwkpU2oPhoZXUI-1240x768@abc.jpg)
Entre la Sierra y la Costa hay una comarca de la provincia de Huelva que emerge con fuerza como un destino en alza. El Andévalo siempre fue la zona de paso, un territorio de tránsito que pasó desapercibido para la mayoría del turismo que acude a disfrutar de los tesoros onubenses. Las playas del litoral y la riqueza de su norte acapararon las miradas mientras en el corazón de su territorio quedaba en un segundo plano, disfrutado por quienes lo descubrían.
Hoy el Andévalo ha sabido encontrar su espacio, reivindicar todo su atractivo y poner en valor una oferta turística bien enfocada hacia los sentidos y el turismo activo. Es un valor seguro para quienes buscan un destino poco masificado, auténtico, diverso y en el que poder marcar el ritmo que cada uno quiera sin exigencias.
Esta comarca presenta una variedad paisajística sorprendente: la dehesa de encinas y alcornoques, zonas deforestadas y las minas a cielo raso, veteadas de tonalidades ocres, naranjas, amarillas y negras que escenifican un impresionante museo natural de la arqueología minera. En la gastronomía su producto más emblemático es el jamón de pata negra, sin olvidar las carnes de caza, como jabalíes, perdices y conejos, así como los gurumelos, deliciosas setas que crecen en la comarca. Esta es una tierra de fronteras, un cruce de culturas y civilizaciones desde la más remota antigüedad, de las que son testimonio los monumentos funerarios que jalonan la comarca. Pero también cuna del fandango y de tradicionales danzas centenarias en sus pintorescas romerías. El Andévalo tiene todo un mundo por ofrecer a los visitantes.
En el Andévalo la mejor alternativa es una de sus múltiples casas rurales. No es un destino de grandes hoteles. Todo en el Andévalo se adapta al ritmo del viajero. Hay dos zonas bien diferenciadas. Una de carácter minero con Minas de Riotinto como principal localidad. Allí se ubica el Parque Minero que permite viajar a Marte sin abandonar la tierra. Los colores de la tierra nos ofrecen un verdadero espectáculo visual. Es una en la que el hombre moldeó el paisaje para convertir un mosaico único. Desde tiempos inmemoriales la riqueza de su subsuelo alimentó civilizaciones e imperios. Su huella sigue marcada en los pueblos como Minas de Riotinto, con un precioso barrio inglés. Siguiendo las riberas del Tinto o el Odiel se puede cruzar el interior de Huelva. El agua marca increíbles entornos para practicar un turismo activo con una oferta amplísima. Rutas como los Molinos por Calañas nos invitan a compartir en familia su riqueza.
Para los amantes del BTT es un destino maravilloso. No en vano la clásica Huelva Extrema nació para cruzar la provincia de punta a punta con el Andévalo como una de sus zonas más emblemáticas de paso. Es una prueba singular del ciclismo español. Por sus vías verdes ganadas a las antiguas rutas del tren minero hay cientos de ciclistas a diario.
El Andévalo es un gran destino para practicar deportes con la familia. Hay una referencia como Andévalo Aventura en Santa Bárbara de Casa. Ofrece amplias instalaciones para descansar cómodamente, comer en el restaurante, celebrar eventos en los amplios salones, pasear entre pinares, nadar en la piscina... y disfrutar de espectaculares actividades en un paraje natural de valor incalculable.
Los pasos por el Andévalo nos deben llevar de este a oeste de la provincia de Huelva. Mientras la riqueza minera es mucho más presente en la occidental, en la oriental emergen con fuerza un folclore único. El fandango es el cante de la mina, del anís y las voces duras.
Es el sonido de los pueblos andevaleños, que presumen todos ellos de tener cada uno un estilo propio. La cuna es Alosno, tierra de Paco Toronjo, pero también Zalamea, Puebla de Guzmán o Valverde. Si la visita se produce en abril y mayo la oportunidad de ver sus singulares romerías es una oportunidad imperdible. La de San Benito en El Cerro de Andévalo está considerada la más antigua de Europa.
Como no podía ser de otro modo, la gastronomía en el Andévalo juega un papel fundamental. Su tierra no solo esconde el tesoro de sus minerales, sino también el de una seta única. El gurumelo es la estrella de sus guisos. Hay que ir a la feria que organiza Paymogo para sorprenderse por la variedad de recetas que protagoniza. El cerdo ibérico es el otro gran protagonista. No hay mejor carne ni mejor jamón que los de Huelva y en el Andévalo hay donde elegir.
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