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Un vídeo para entender por qué los alpinistas se juegan la vida a 8.000 metros

En la semana de la muerte de Juanjo Garra y del 60 aniversario del ascenso de Hillary, este vídeo muestra la fuerza del vértigo y la belleza

Un vídeo para entender por qué los alpinistas se juegan la vida a 8.000 metros

m. a. barroso

En las montañas del Himalaya la tragedia intima con la hazaña de un modo que es difícil de comprender por quienes no comparten esa pasión. Qué diablos hacen esos tipos allí , qué ganas tienen de complicarse la existencia, más en una época en que el romanticismo de los pioneros parece olvidado en pro de la explotación turística. A lo largo de la historia tal vez no haya habido una explicación convincente, a pesar de que entre los montañeros hay auténticos catedráticos de la vida.

Este vídeo elaborado con el sistema «time lapse» reúne imágenes captadas en otoño en el Himalaya. Un trabajo de 45 días realizado en Nepal y Tíbet y editado por la canadiense Elia Saikaly. Y sí, esas lucecitas que aparecen hacia el final del vídeo en la ladera helada del Cho Oyu (8.201 metros), la sexta montaña más alta del mundo, son alpinistas en busca de su sueño. Tal vez en esa sucesión de imágenes encontremos la fascinación que atrae a estos «locos» de las grandes cumbres.

«Allí estaba el reto y lo dejaríamos todo para aceptarlo» , dijo John Hunt, jefe de la expedición de 1953 en la que estaban Edmund Hillary y Tenzing Norgay, los primeros seres humanos en hollar el Everest (8.848 metros, el techo del planeta) hace ahora 60 años. Una historia cuajada de grandes citas y reflexiones desde que a George Mallory, aquel que pudo arrebatar los honores a Hillary 29 años antes, le preguntaron por qué quería subir al Everest. «Porque está ahí», contestó.

Las hay con carga mística: «No es más quién más alto llega, sino aquel que, influenciado por la belleza que le envuelve, más intensamente siente» (Maurice Herzog). Las proféticas: «Nada habría podido suceder si alguien no lo hubiera imaginado» (Reinhold Messner). Las que piden solidaridad: «Regresad vivos, regresad como amigos, llegad a la cumbre. Por este orden» (Roger Baxter-Jones). Y, por fin, las que apelan a la humildad: «La cima es la mitad del camino» (Ed Visteurs). «Ese pico, tan grande y tan bello, maravillosamente construido, majestuoso, terrible, impone respeto; al pie de sus laderas resplandecientes se debe permanecer humilde y maravillado», escribió Mallory del Everest.

Según Eduardo Martínez de Pisón, catedrático de Geografía Física y uno de los mayores divulgadores de esta pasión a veces incomprendida, en el origen de la conquista del Everest «el proyecto inglés no estaba realmente ligado a ambiciones territoriales, sino a l deseo humano de superación , a la satisfacción moral de ver el mundo por encima del hombro, de llenar los mapas en blanco».

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