EL FESTIVAL DEL TEMPLO KANNON, EN JAPÓN, VUELVE A ESCENA CON UNA ÉPICA BATALLA POR LA FORTUNA
Desnudos y a por el shingi

Está claro que no se trata de una cita para mansos. Pertrechados de buenas cantidades de alcohol, los participantes lo dan todo hasta el punto de que se afirma que la yakuza o mafia japonesa suele acudir para tratar de captar sicarios entre los guerreros más ardorosos. Puede tratarse de una leyenda o quizás no. Desde luego hay que tener la sangre muy caliente para no caer víctima de una hipotermia en toda regla (tengamos en cuenta que la media de temperatura en Okayama en febrero difícilmente supera la cifra de un grado).
Los orígenes de este festival se remontan al siglo XVI cuando los sacerdotes acostumbraban a arrojar unos talismanes de papel a la enfervorecida multitud. Todo se enmarcaba en las fiestas por el Año Nuevo Lunar y, claro, la pasión por hacerse con el objeto que garantizaba la buena suerte propiciaba todo tipo de peleas y de paso que los citados talismanes acabasen hechos papilla. Por ese motivo se sustituyeron por los indestructibles shingi pero el entusiasmo de los participantes no descendió. Con el paso de los años la cita se ha convertido en un momento clave del calendario festivo nipón. Los visitantes se cuentan por miles.
Sólo imaginar la escena pone los pelos de punta: las luces se apagan en el templo y el shingi se lanza a la muchedumbre que se enzarza en una pelea feroz para hacerse con el preciado talismán. Aquél que sea capaz de depositarlo a las puertas del templo se asegurará un año de buena fortuna, o eso asegura la tradición. Por supuesto, el espectáculo se ha convertido en un negocio y es posible hacerse con 'asientos de tribuna' para no perder detalle. Con cuidado por si salta algún diente o un poco de sangre.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete