Colas interminables para llevarse el iPhone 4
Pepe Romero y Sandra Herránz han sido los primeros en llevarse a casa el nuevo iPhone
Ni las críticas, ni los problemas de cobertura, ni la presión de las asociaciones de consumidores han frenado la llegada del nuevo iPhone 4. Ni su entrada en el mercado, ni las interminables colas que han podido verse esta noche en capitales como Madrid. Y es que han sido muchos los que han salido a la calle para hacerse cuanto antes con el último invento de Apple. Pepe Romero y Sandra Herránz Fernández son solo dos de ellos, pero ambos pasarán a la historia por ser los primeros españoles en tener entre sus manos el nuevo juguetito de Apple.
A Sandra le ha costado lo suyo. Llegó a la tienda de Vodafone, situada en la calle Goya de Madrid, a las dos de la tarde. Por delante le aguardaban muchas horas de espera, la operadora había anunciado que no sería hasta las doce de la noche cuando abriría sus puertas. Muchas horas de espera, pero nadie por delante. Había conseguido ser la primera en llegar: “Ha merecido la pena”, ha dicho la joven segundos después de comprar el aparato. “Me ha costado 299 euros y tengo que esperar seis días para que me hagan la portabilidad, pero ya me lo llevo a casa y eso es lo que importa”, ha matizado.
Para Pepe todo ha sido mucho más sencillo. La compañía ha querido premiar su fidelidad, esa que lo certifica como el cliente más antiguo de Vodafone en Madrid. “No lo sabía, cuando Vodafone me llamó para decirme que me regalaba un terminal pensé que me habría tocado en un sorteo”, ha confesado. Reconoce que no sabe cómo se utiliza pero sabe a la perfección el por qué le entusiasma tener por móvil el iPhone 4: “Llevo internet en el bolsillo, ya no tengo que esperar a llegar casa o al despacho. Siempre es interesante llevar a bordo las últimas noticias”.
Ellos fueron los primeros, pero no los únicos. En la calle esperaban al menos 200 personas a que les llegase el turno. “No me importa lo que cueste”, decía un joven con tan solo tres personas por delante. “Estoy dispuesta a pagar hasta 500 euros, reconocía una de las chicas del final de la cola. Saben que esta noche dormirán tarde, mal y poco, pero eso sí, contentos.
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