PUBLICIDAD Y PRIVACIDAD
La guerra de las «galletas»
Google utiliza las cookies para espiar los hábitos de los internautas. Eso dicen Microsoft y Wall Street Journal. El buscador matiza o niega. La publicidad es la clave
Microsoft acusa a Google de eludir la configuración de privacidad de los usuarios en Internet Explorer para seguir detalladamente sus hábitos de navegación. Tras conocer la semana pasada la noticia de que Google había espiado a los usuarios de Safari, el equipo de Internet Explorer quiso averiguar si ocurría lo mismo con su navegador. Y según dicen en su blog oficial, «sí lo hace». Google -sugieren- estaría utilizando métodos poco ortodoxos para conocer el movimiento de los internautas y dirigirles una publicidad personalizada al máximo. Todo es cuestión de dinero.
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Google rechaza las acusaciones de Microsoft . Asegura que su protocolo, que data de 2002, es imposible de cumplir. En esencia, Microsoft pide a todos los sitios web que «autodeclaren» sus cookies y sus políticas de privacidad en un formulario legible en diversos dispositivos. Pregunta a los sitios web: «Dinos qué tipo de funcionalidad proporcionan tus cookies, y decidiremos cuáles se permiten» .
«Es poco práctico cumplir con la petición de Microsoft si se quiere una web actual»
Según Google, ese mecanismo es incompatible con la agilidad de una web moderna. Sería incompatible, por ejemplo, con el botón «Me gusta» de Facebook, o con la capacidad de iniciar sesión en sitios web usando la cuenta de Google. «Es sabido, por tanto, que es poco práctico cumplir con la petición de Microsoft si se quieren proporcionar las funcionalidades web actuales» , dice Google.
La polémica empezó a final de la semana pasada. Google instaló un pequeño caballo de Troya en Apple. Utilizó un software especial para conocer el comportamiento en internet de millones de usuarios de Safari , el navegador predeterminado en los dispositivos de Apple. Al menos eso aseguraba The Wall Street Journal a raíz de una investigación de un profesor de la Universidad de Stanford, Jonathan Mayer.
En el artículo se explicaba que el buscador y también otras empresas de publicidad habían utilizado códigos de programación especiales para enviar publicidad a los usuarios de Safari, según sus gustos y aficiones. Google negó la exactitud de la información horas después: «Wall Street Journal ha descrito erróneamente lo ocurrido y cómo», aseguró Rachel Whetstone, vicepresidenta encargada de relaciones públicas.
Safari es un navegador diseñado para bloquear las cookies (información del usuario almacenada localmente) de otras empresas. Sin embargo, los ingenieros descubrieron que eso no era exactamente así en todos los casos. No lo hacía cuando el internauta interactuaba de alguna manera con el sitio web, por ejemplo rellenando un formulario. Whetstone admite que el año pasado la empresa empezó a utilizar esa característica del navegador, aunque eso sí, con el consentimiento de los usuarios y solo cuando habían iniciado sesión en Google.
La publicidad es la clave
En la explicación de Rachel Whetstone se revela un detalle que puede avivar la imaginación de más de uno: crearon un enlace de comunicación entre los navegadores de Safari y los servidores de Google. Según insisten en su respuesta, solo conocían detalles de navegación relacionados con publicidad y en ningún caso información personal.
El investigador citado por «The Wall Street Journal» cree, sin embargo, que la mera instalación del código era malintencionada , dado que Safari se diseñó para no aceptar cookies sin permiso. El periódico añade que Google solo lo desactivó cuando fueron conscientes de que habían sido descubiertos.
Según la portavoz de la multinacional, los ingenieros se encontraron con que Safari tenía una funcionalidad no prevista, que permitía a otras cookies relacionadas con anuncios instalarse en el navegador. Una vez aceptada la primera, que era temporal, podían instalarse otras ya sin más problemas . Aclaran que no anticiparon que eso pudiera pasar.
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