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La gran familia de la gripe A

La gran familia de la gripe A

«Después de quince años como madre no me había pasado nada igual». Así describe Yoya, madre de ocho hijos de entre uno y 14 años, la situación que la gripe A ha provocado en su hogar.

Ocurre que esta numerosa familia, que vive en Majadahonda, una ciudad del oeste de la Comunidad de Madrid, se ha visto sorprendida de súbito por el virus H1N1, que ha infectado primero a los niños y, después, al padre, Iñigo.

En la familia Nieto Petinal, «todo comenzó el lunes cuando dos de los niños se sintieron enfermos, con fiebre muy alta y molestias en la garganta». Los días siguientes «fueron cayendo» más niños y, finalmente, su progenitor, cuenta la madre entre extrañada, sorprendida y, sobre todo, tranquila, porque experiencia en el control de las situaciones de emergencia no le falta.

Una semana de contagio

«Como ahora no se hacen pruebas a no ser que la persona enferma deba ser hospitalizada, cuando aparecieron los primeros síntomas en nuestro hogar, el pediatra nos dijo que si seguía el contagio, era gripe A». Según Yoya, «el médico basaba su diagnóstico en que en estas fechas y con la meteorología que se registra es prácticamente imposible que brote la gripe estacional». Y entre el martes y el viernes pasados, el resto de la familia, excepto la madre, presentaba un cuadro propio de la nueva gripe, calificada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más por su rápida y amplia propagación que por sus efectos.

¿Qué hace una madre de ocho niños con todos ellos y su marido enfermos de la nueva gripe? «No paro -afirma- porque algunos de mis hijos son todavía muy pequeños y hay que cuidar de no confundir la medicación y estar pendiente de que no se pase la hora de administrarla. Además, debo vigilar que no les suba la fiebre, especialmente al bebé». Y eso, día y noche. «Sí, no duermo porque cada cinco minutos debo ocuparme de algunos de mis hijos o de varios a la vez».

En cualquier caso, «aunque el contagio de esta gripe es rapidísimo y masivo, los primeros niños que la tuvieron han vuelto al colegio porque éste nos envió una circular al comienzo del curso en la que nos advertían de que en caso de contraer la nueva enfermedad podrían reincorporarse a clase 24 horas después de haber desaparecido la fiebre. Y así ha sido, hemos cumplido lo recomendado por el propio centro».

Sobre la reacción que ha provocado este hecho en el centro educativo, la involuntaria protagonista de esta historia, que se repetirá en otras familias numerosas, reconoce que «algunos padres nos miraban con ciertos recelo, pero no han pasado de ahí. Además, otros muchos niños han tenido también la gripe».

No obstante, Yoya asegura que los efectos de la pandemia en su hogar pueden considerarse entre «leves y moderados», ya que ha cursado con fiebres altas, que bajan con la medicación pertinente, faringitis y, en algún caso, ligeras molestias estomacales. «Los niños no han estado decaídos y los más mayores que ya reciben dosis de adultos se han organizado para no dejar de tomarlas».

Pendientes de los JJ.OO.

Ayer, Iñigo y una de sus hijos, Paloma, estaban todavía en la fase más álgida de la enfermedad. «Mi marido no se puede mover, está como un peluche y la niña también; es la más afectada. Probablemente, sus defensas sean más débiles», explica Yoya, que confía en no infectarse con el virus. «No sé si a lo largo de mi vida habré sufrido una gripe parecida y estaré inmunizada», comenta. «No me lo explico, porque la velocidad del contagio en el resto de mi familia ha sido vertiginosa. Hasta una prima hermana mía que ha venido a visitarnos está enferma. Creo que voy a ir a buscarla para que no esté sola en casa».

En la tarde de ayer, los pequeños olvidaron sus molestias para sentarse frente al televisor con la ilusión de que Madrid fuera designada para organizar los Juegos Olímpicos de 2016. Sin embargo, sus sueños no se cumplieron, pero ya alientan la esperanza en 2020.

Siete de los niños de la familia Nieto Petinal estudian en un centro concertado de Majadahonda. El benjamín, Rodrigo, todavía acude a una guardería. Una familia tan numerosa debe hacer filigranas para salir airosa de los afanes diarios, pero son felices y no se consideran una excepción.

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