Así es Sandringham, la exclusiva residencia donde Carlos III se refugia para tratarse del cáncer
Se trata de una casa de campo que pertenece a la familia real británica desde el silgo XIX
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Carlos III de Inglaterra anunciaba hace dos días que padecía cáncer y debía retirarse temporalmente para recibir tratamiento. El Rey dejaba el miércoles Londres para trasladarse a Sandringham, la residencia favorita de su madre, la Reina Isabel II, y que, junto al Castillo de Balmoral, no forma parte de los bienes del Estado, si no que es propiedad de la Familia Real británica. Situada en el condado de Norfolk, a unos 160 kilómetros de la capital británica, esta propiedad está rodeada de campo, donde Carlos III encontrará la tranquilidad y privacidad que necesita en estos momentos.
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Se trata de una histórica propiedad situada cerca del Castillo de Windsor
Sandringham House pertenece a la Familia Real británica desde 1862, cuando la Reina Victoria y el príncipe Alberto la adquirieron para el entonces Príncipe de Gales, el futuro Eduardo VII. Está situada en una finca de más de 8.000 hectáreas donde, además de la mansión de estilo jacobino, y bonitos bosques, hay una granja en la que se desarrollan labores de ganadería y agricultura, varias propiedades, algunas de ellas disponibles para alquiler e incluso una tienda y una cafetería. No faltan tampoco los establos con caballos, que tanto gustaban a la Reina Isabel II, y zonas para practicar la caza, una de las actividades de ocio favoritas de muchos miembros de la realeza. Además, la finca también alberga la iglesia de Santa María Magdalena donde suele acudir el Rey Carlos III, los Príncipe de Gales y el resto de la familia. Gran parte de la finca, excepto la residencia privada de la Familia Real, está abierta al público y se puede visitar.
La residencia, donde Carlos III se refugia tras ser diagnosticado de cáncer ha jugado un papel clave en la vida de la Familia Real británica. Allí han pasado las vacaciones desde los tiempos de Eduardo VII. En Sandringham falleció el rey Jorge VI, padre de Isabel II, que convirtió en tradición pasar allí las navidades y el año nuevo. En esta casa de campo se celebró también el bautizo de Charlotte, la hija de los actuales Príncipes de Gales.
La casa, como es lógico, ha sufrido diferentes reformas desde su construcción en el siglo XIX, aunque conserva su estilo jacobino exterior y en el interior alberga tesoros de la época victoriana. En 1975, el duque de Edimburgo supervisó la demolición y modernización de gran parte del ala de servicios de la casa.
Además de numerosas habitaciones y salas de recepción, la mansión cuenta con biblioteca, bolera y sala de billar. Aunque su verdadero tesoro son sus jardines, que le permitirán al Rey Carlos III disfrutar de la naturaleza, una de sus grandes pasiones. Diseñados por Geoffrey Delecoe, los jardines fueron abiertos al público por primera vez por el rey Eduardo VII en 1908, y en 1930 el rey Jorge V inauguró el museo.
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