Por qué el estrés puede provocar la caída del pelo y cómo combatirla
Aunque la pérdida de cabello se asocia a diversos factores, el estrés juega un papel clave en algunas alopecias
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El estrés es uno de los problemas más habituales en la sociedad actual, por el ritmo de vida que, en general, todos llevamos. Además de afectar a la salud, sus consecuencias también se dejan ver en el cabello, en forma de debilitamiento, canas y diversas alopecias. Según la doctora Claudia Bernández Guerra, dermatóloga en Clínica AB Derma y colaboradora de Doctoralia, «el estrés actúa como un potente disruptor del equilibrio fisiológico que altera múltiples procesos celulares del folículo piloso. Se ha demostrado que el aumento sostenido del cortisol y otros mediadores del estrés (como neurotrofinas o sustancias proinflamatorias) pueden inducir la entrada prematura del folículo en fase telógena (fase de caída). A nivel microscópico, el estrés genera un entorno proinflamatorio y oxidativo que daña la raíz del cabello, disminuyendo su actividad y calidad estructural. El cuero cabelludo también puede verse afectado: aumenta la sensibilidad, se altera la microbiota y disminuye su capacidad de defensa, lo que impacta en el crecimiento y salud del pelo».
¿El estrés es un factor determinante en la caída del pelo?
La caída del pelo, que puede ser temporal o permanente, se produce por diferentes factores, como la herencia o genética, los cambios hormonales, problemas médicos o el paso de los años, es decir, el envejecimiento. Sin embargo, el estrés también juega un papel esencial. La doctora Alba Gómez, dermatóloga y directora del área científica de IMR, explica que «el estrés puede generar procesos de caída aguda, como el efluvio telógeno. También puede agravar el curso de otras alopecias, como la alopecia androgénica o las alopecias autoinmunes. Además, este empeoramiento capilar y caída de cabello aun ocasionarán más estrés en el individuo, convirtiéndose en un círculo cada vez más severo y con mayor repercusión capilar». La doctora Claudia Bernández añade, «aunque no es el único responsable, en muchos cuadros capilares es el detonante inicial o perpetuador crónico. Su efecto puede ser directo, sobre el folículo, o indirecto, alterando hábitos como el sueño, la digestión o los niveles hormonales».
¿Cómo afecta el estrés a la calvicie común?
La alopecia androgenética o calvicie común es la más habitual entre los hombres a partir de mediana edad, e incluso en algunos casos, antes. Aunque esta enfermedad está determinada, principalmente, por la herencia o genética, el estrés también influye. «En hombres con alopecia androgenética, el estrés acelera la progresión del afinamiento y la pérdida de densidad capilar, por generar radicales libres y microinflamacion así como peor funcionamiento de la raíz capilar», asegura la doctora Bernández Guerra, colaboradora de Doctoralia y dermatóloga en Clínica AB Derma.
¿Qué tratamientos funcionan para combatir la caída del pelo por estrés?
Ante cualquier problema grave del cabello, ya sea una caída repentina o sostenida en el tiempo, o un afinamiento, es aconsejable consultar con un dermatólogo experto en tricología. Un buen diagnóstico, a través de una tricoscopia digitalizada, es la clave para poder frenar la caída y en algunos casos, incluso revertirla. «Si se trata de una caída aguda o efluvio, sí se puede recuperar el cabello. Aunque tendremos un período de unos 3-4 meses de gran caída y luego requeriremos de 6 meses para la renovación del cabello perdido. En otras alopecias no podemos ser tan optimistas y no siempre se recuperará el cabello perdido», explica la dermatóloga Alba Gómez.
Para tratar la caída del cabello por estrés, las profesionales aconsejan un enfoque 360º que incluya tanto tratamientos en la clínica, como recomendaciones nutricionales, técnicas de gestión del estrés y productos para el cuidado del cabello en casa. La doctora Bernández aconseja: «por una parte, terapias específicas en la clínica como tratamiento farmacológico individualizado; mesoterapia capilar con vitaminas y aminoácidos; plasma rico en plaquetas (PRP) para activar la regeneración folicular; y carboxiterapia para oxigenar y modular la inflamación. Por otra parte, apoyo sistémico con adaptógenos y micronutrientes según analítica (hierro, zinc, vitamina D, biotina); recomendaciones nutricionales individualizadas (salud digestiva, índice glucémico); técnicas de gestión del estrés: meditación, ejercicio moderado, mejora del sueño. Todo ello, con un seguimiento clínica personalizado, para ajustar el tratamiento según la evolución y prevenir recaídas. Además, recomendamos rituales capilares reparadores: lavado suave, masajes que estimulen el riego sanguíneo, sérums con activos calmantes y antioxidantes».
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