El violento terremoto sume a Birmania en un desastre mudo: la cifra de fallecidos supera los 1.600

Aún así, las dimensiones exactas de la catástrofe pueden tardar en dilucidarse en uno de los países más pobres de Asia, sumido en una disputada guerra civil desde que en 2021 la Junta Militar diera un golpe de Estado. El acceso a internet permanece altamente restringido, por lo que la información escasea, y se desconoce el grado de preparación del régimen para reaccionar ante semejante desastre.

El seísmo ha tenido lugar a las 12:50 (hora local) a una profundidad de 10 kilómetros –cota superficial que suele agravar los daños– y con epicentro a unos 17 kilómetros de Mandalay, la segunda ciudad del país, núcleo histórico y hogar de 1,5 millones de personas. Apenas 12 minutos después se ha registrado una potente réplica de magnitud 6,4.

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Patricia Biosca

El epicentro de sismo, de una magnitud de 7,7, se situó cerca de la ciudad de Mandalay, en Myanmar (antigua Birmania) y ha llegado hasta Bangkok

Este terremoto, clasificado como un deslizamiento lateral de la falla de Sagaing que atraviesa el país de norte a sur, es el más intenso que ha sufrido Birmania desde 1946. La última vez que un temblor de tal magnitud acaeció en tierra firme fue en Turquía en 2023, evento que dejó más de 50.000 fallecidos.

La Junta Militar ha declarado el «estado de emergencia» en varias zonas del centro del país, incluidas Mandalay y Naipyidó, la aislada capital militar. Las autoridades rebeldes también han pasado a la acción en aquellas zonas del país bajo su control. El autoproclamado Gobierno de Unidad Nacional ha emitido un comunicado oficial «instando a las organizaciones de la sociedad civil y a la población a unirse y apoyarse mutuamente en este momento difícil».

En Rangún, la capital histórica de Birmania y su enclave más poblado, a unos 550 kilómetros de distancia del epicentro, «las sacudidas no han sido tan fuertes, solo han durado tres o cuatro minutos», explica por teléfono Kyi Minn, residente y director de la ONG World Vision. «La ciudad no está dañada, pero la gente está muy confundida», reconoce. «La línea telefónica se ha cortado y luego hemos oído que la principal autopista desde Rangún hasta Mandalay está seriamente dañada, también los dos aeropuertos, por lo que los problemas de transporte complicarán aún más las labores de rescate». Su organización opera varios proyectos solidarios en la zona central del país, y su equipo ya está preparando artículos de primera necesidad con la esperanza de poder enviarlos pronto.

Organizaciones internacionales, por su parte, ya han «urgido» a la Junta Militar a facilitar el acceso de misiones humanitarias. «Este terremoto no podría haber llegado en un peor momento para Birmania. Más de tres millones de personas siguen desplazadas internamente por el conflicto armado que se ha intensificado», señalaba Joe Freeman, investigador de Amnistía Internacional, por medio de un comunicado oficial emitido por la organización. «El Ejército de Birmania mantiene una práctica habitual de denegar ayuda a las zonas donde operan grupos que se oponen a su régimen. Este debe permitir de inmediato el acceso sin restricciones a todas las organizaciones humanitarias y eliminar las trabas administrativas que retrasan la evaluación de las necesidades», ha añadido.

El impacto del seísmo se ha hecho notar también en Bangkok, la capital tailandesa, a unos 1.000 kilómetros de distancia. Allí, cientos de personas han salido a la calle presas del pánico y una torre en construcción en el distrito de Chatuchak ha colapsado. El vice primer ministro Phumtham Wechayachai ha confirmado que al menos 8 personas han perecido, mientras que 81 permanecen atrapadas bajo los escombros.

El gobernador de Bangkok, Chadchart Sittipunt, ha asegurado que muchos rascacielos han quedado dañados, aunque no ha ofrecido datos concretos. La primera ministra, Paetongtarn Shinawatra, ha convocado una reunión de emergencia del Ejecutivo y poco después ha declarado a la capital tailandesa como «zona de emergencia».

«Estábamos comiendo en un restaurante y todos los presentes tardamos un momento en darnos cuenta de que no estábamos mareados, sino que todos estábamos experimentando la misma sensación y que era un terremoto. En ese momento todos nos pusimos de pie y salimos corriendo, y vimos que la gente en los edificios de alrededor hacía lo mismo», cuenta Even Rogers Pay, afincada en la ciudad tailandesa de Chiang Mai, a 430 kilómetros de Mandalay.

«Si sentimos una sacudida tan fuerte aquí, no me puedo imaginar lo que han vivido quienes estaban más cerca del epicentro», añade. En tanto que directora especializada en agricultura de la consultora Trivium, está familiarizada con la situación al otro lado de la frontera. «Debido a la guerra civil en curso, casi todos los periodistas extranjeros y muchos reporteros locales se han visto obligados a huir del país, lo que dificulta enormemente la cobertura inmediata de la catástrofe».

«Los Gobiernos occidentales también tienen una representación limitada en Myanmar debido a sus tensas relaciones con la Junta Militar. Mientras tanto, la Administración Trump en Estados Unidos ha recortado las ayudas a la región y a organismos clave de la ONU que normalmente responderían ante una emergencia como esta», incide. «Por eso, habrá que esperar un tiempo para tener un panorama claro de la situación en Birmania y para determinar si la ayuda humanitaria podrá llegar de manera efectiva a las zonas que más la necesitan».

El impacto del terremoto ha alcanzado suelo chino, en particular las provincias meridionales de Yunnan y Guangxi, aunque según la agencia oficial de noticias Xinhua no se han producido daños relevantes.