Hazte premium Hazte premium

Los vecinos afectados por la DANA enseñan unos a otros a arreglar antenas de televisión en medio del caos

Manitas como Juan hoy transmiten sus conocimientos para que personas puedan hacer tareas que parecen básicas, pero que en un momento de desastre pueden serlo todo

Última hora de las inundaciones por la DANA en España, en directo

Vecinos de Paiporta gestionan por su cuenta irse a hoteles una semana después

Un hombre trabaja con herramientas durante el desastre que ha azotado Valencia Jaime García
Gerard Bono

Gerard Bono

Alfafar (Valencia)

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Para conectar un cable coaxial a una antena de televisión terrestre y llevar así la señal de vuelta a una vivienda es necesario hacer un corte suave en la goma para no dañar la malla. Luego se pela y se extrae el cable de cobre que hay que conectar al receptor. Éste no debe tocarse con el resto de elementos, pues podría provocar un cortocircuito. Juan es un manitas de profesión. Hasta el martes pasado se ganaba la vida haciendo apaños que hoy transmite a otros vecinos ante la necesidad de poder por su cuenta tareas que parecen básicas, pero que en un momento de caos pueden serlo todo.

En este caso, para seguir conectado con lo que ocurre más allá de la catástrofe en Valencias, pues a él algún vecino amargado o un extraño sin moral ha decidido emplear su tiempo en subir hasta la azotea de su casa y cortarle el cable. No ha podido ver por televisión, por ejemplo, cómo el pueblo de Paiporta apedreaba al Rey y a Pedro Sánchez, teniendo que salir huyendo este último para poder sobrevivir al intento de hacerse una foto en este pueblo valenciano, devastado por la riada, y donde siguen encontrando muertos cinco días después.

Un panorama que se repite a ambos lados de la antigua carretera real de Madrid, que conecta la mayoría de pueblos de l'Horta Sud. Benetússer, Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal… en todos ellos el panorama es desolador. Si uno consigue llegar al Parque Alcosa, un barrio de Alfafar, se encuentra calles anegadas por el fango, donde para caminar hay que usar palos para no caer dentro de alguna alcantarilla que pueda estar abierta. Brigadas militares como la UME o los zapadores de la Legión tratan de limpiar, pero es prácticamente imposible. No dan abasto, el espacio es demasiado grande, una realidad de la que son conscientes y se refleja en sus caras.

En esta parte de la zona catastrófica se ha sentido de nuevo el miedo durante la tarde del domingo, ante las alertas que han ido elevando el riesgo por lluvia extrema. Mientras caen las gotas, en las calles hay vecinos que siguen achicando agua de sus garajes, organizados de forma independiente y donde hacen turnos de 24 horas para seguir dragando hasta que sólo quede el barro y los coches destrozados.

No saben si hay cadáveres en ellos, aunque el olor a putrefacto alerta de esta posibilidad en ciertos puntos. Tienen que permanecer junto a las bombas por temor a que se las roben, pero el agua que cae del cielo y el recuerdo de lo vivido les hace resguardarse. Otros siguen trabajando pese a todo en labores de limpieza que se prevén interminables.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación