Una de tus fotos del móvil puede iniciar una revolución científica
Captadas en casa o en el fondo del mar, las imágenes tomadas por los ciudadanos aportan ya datos de valor incalculable para los investigadores. Solo hay que escoger un tema y activar la cámara
España prepara su costa para el 'baby boom' de la tortuga boba
![Un buceador observa un desierto submarino para Observadores del Mar](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/11/30/Desiertos-RGKeDMX8OFxqYT8jUsvPl8M-1200x840@abc.jpg)
En un primer vistazo, la bióloga María García pensó que la fotografía submarina que estaba mirando estaba mal etiquetada. «¿Esto qué es?», se dijo. Teóricamente, esa alga con forma de plumero pardo-rojizo no podía estar creciendo frente a la costa de Barcelona. El ... hábitat natural de la 'Asparagopsis taxiformis' está en aguas mucho más calientes, en zonas tropicales del Atlántico y el Indo-Pacífico, pero un buceador aseguraba en la web de ciencia ciudadana Observadores del Mar que estaba ahí. García abrió la aplicación y preguntó directamente al usuario. «¿Estás seguro?». No era ningún error. Y la científica cogió su furgoneta, su equipo de submarinismo y se fue a comprobarlo. Había noticia.
En un mundo cambiante, la información generada por los propios ciudadanos es una mina para los investigadores: datos ubicuos, gratuitos y que permiten concienciar a la población. Solo hay que encontrar la forma de encauzarlos. Cuando se logra, nace la ciencia ciudadana. Miles de voluntarios siguen, por ejemplo, la dispersión por España de la avispa asiática y de los mosquitos que transmiten enfermedades tropicales como el dengue o el zika. También se reportan los accidentes de tráfico con animales, los fenómenos meteorológicos más raros o los metros de nieve de los parques nacionales.
Desde hace algunos años, la vigilancia se ha extendido incluso al océano, donde ya es fácil sumergir con seguridad móviles y cámaras y los retos ambientales son de una escala aún desconocida.
El programa de Observadores del Mar, nacido en 2012 y que cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad desde 2019 a través de Life Intemares, suma más de 22.000 observaciones de los habitantes de a pie. Tiene 17 proyectos de vigilancia: hacen seguimiento de la llegada de algas invasoras, de la muerte de corales, de los desiertos submarinos y de la presencia de peces exóticos, entre otros. Están monitorizando en directo la tropicalización del Mediterráneo. «Muchas especies han tenido una primera cita científica por estos ojos en el mar. Por esto le vemos este valor tan importante», dice García.
El coordinador general del proyecto e investigador del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), Joaquim Garrabou, recuerda el caso de un pez globo muy tóxico que fue avistado por primera vez en el Estrecho de Gibraltar gracias a un ciudadano que subió la imagen al programa. El 'Lagocephalus sceleratus' entró en el Mediterráneo por el canal de Suez, se expandió primero por la parte oriental del Mare Nostrum y, en 2020, llegó a la costa española, donde pronto se dio la voz de alarma entre los pescadores. «No lo pueden vender porque la gente puede morir. Este pez tiene una mordedura espectacular, es capaz de romper una lata de refresco. Es un peligro de salud pública», dice el biólogo.
Resultados prácticos
No hace falta tener un conocimiento especial en medio ambiente para participar, defiende Meri Alorda, que dirige un centro de buceo en Tossa de Mar (Gerona). Solo es obligatorio tener una cámara y georreferenciar las imágenes resultantes. Por su trabajo, su empresa se ha convertido en un 'observatorio centinela', un centro destacado capaz de generar 20 anotaciones a la semana. Aunque lo mejor, dice Alorda, es la «cascada» de datos que motivan entre los buceadores que se apuntan a sus cursos. «Es muy gratificante que con nuestras inmersiones podamos ayudar a la comunidad científica», explica la buceadora, que ahora se conoce por su nombre científico todas las algas invasoras y las medusas del Mediterráneo.
Los datos generados por la población pueden tener efectos prácticos. El subdirector de Biodiversidad y Cambio Climático de la Fundación Biodiversidad, Ignacio Torres, da un ejemplo reciente: «Había una base de datos importante de Observadores del Mar de rayas y tiburones en el mar Menor, de gente que solo había hecho las fotos, sin el ansia de identificar la especie. Luego los científicos aglutinaron toda la información», explica. Se dieron cuenta de que un área cumplía los requisitos para ser designada zona de importancia para la conservación de tiburones y rayas bajo criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Lo que para algunos es una afición, dice Torres, ayuda a la gestión de las grandes crisis -biodiversidad y clima-.
Festivales gastronómicos
El proyecto de ciencia ciudadana ha detectado cómo están cambiando los patrones de floración de la posidonia, una planta acuática del Mediterráneo. O cómo aparecen peces de aguas cálidas por la región ante el aumento de las temperaturas. «El pez león va a causar problemas», ilustra Garrabou. El ejemplar llegado por el canal de Suez es muy voraz y se come los peces autóctonos más pequeños. En un intento de adaptarse a la nueva realidad, países como Grecia y Turquía están organizando festivales gastronómicos que incorporen a las especies exóticas. La idea es lograr que la población se acostumbre a comerse al invasor.
«A mi lo que más me interesa es la concienciación ciudadana de lo que está pasando en el mar, a velocidades que no esperábamos», dice el investigador. Solo detrás de Observadores del Mar hay 110 expertos de más de 60 centros de investigación y universidades. Analizan los registros y diseñan los protocolos para la toma de datos. Se han dado cuenta de que la información aportada por los ciudadanos puede ser muy fiable. Según una prueba que realizaron, con una sola formación a los voluntarios, los investigadores no pudieron diferenciar entre sus registros y los de los aficionados.
Mosquitos invasores
Sin embargo, manejar el creciente volumen de datos es un reto. Lo saben bien en Mosquito Alert!, la aplicación que permite monitorizar la expasión por España del mosquito tigre, el de la fiebre amarilla o el japonés, especies invasoras capaces de transmitir enfermedades tropicales como el dengue o el zika. Si la aplicación recibió en 2022 unos 14.390 informes de mosquitos adultos, hasta noviembre de 2023 han sumado 24.165, que después son validados por expertos e inteligencia articial.
![Sistema de notificación de Mosquito Alert!](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/11/30/Mosquito-U02237200542ift-624x350@abc.jpg)
«Imaginábamos que la idea podría funcionar (yo estaba convencido). Lo que no imaginaba era que sería tan difícil implementarla, y sobre todo, mantenerla año tras año… Se necesita un equipo amplio e interdisciplinar, desde perfiles muy tecnológicos a perfiles relacionados con la entomología, la epidemiología y las ciencias sociales», cuenta Frederic Bartumeus, codirector de la aplicación.
El equipo de Bartumeus empezó siguiendo la expansión del mosquito tigre en Gerona y pronto vieron que la especie avanzaba más rápido de lo que cabía esperar. «Recuerdo el día en que hice la asociación mosquito tigre-apps-movilidad humana. '¿Podemos utilizar los móviles y pedir ayuda a la ciudadanía para monitorizar su invasión e ir activando los protocoles de vigilancia y control?, ¿podemos investigar cuál es el mecanismo principal de transporte?'». La respuesta fue afirmativa. En abril de 2024 se cumplirán diez años de la puesta en marcha de la aplicación.
El proyecto detectó la llegada del mosquito tigre a Andalucía, Aragón y Galicia. También descubrió la presencia en España del mosquito del Japón (Aedes japonicus), datos que han servido para activar los protocolos sanitarios y de vigilancia.
![Granizo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/11/30/granizo-U53836857353lqJ-624x550@abc.jpg)
La aportación ciudadana ha sido clave. Bartumeus calcula que han doblado la probabilidad de detecciones del mosquito tigre. «El 50% de los descubrimientos los hace la ciudadanía desde los móviles», cuenta. En opinión del experto, lo más interesante es que estos descubrimientos suelen estar lejos de donde nadie hubiera sospechado que se encontraban. «Los datos ciudadanos nos permiten, además, complementar vacíos de conocimiento a escala regional, ya que muestrear en territorios amplios es muy complejo y demanda muchos recursos económicos y humanos», dice.
Una chispa
Algo similar ocurre con la web que puso en marcha la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) hace ya una década. Bajo el nombre de Sinobas -acrónimo de Sistema de Notificación de Observaciones Atmosféricas Singulares- recopila eventos meteorológica relevantes que no son fácilmente detectables para la Aemet. Se trata de tornados, trombas marinas, reventones, granizo de gran tamaño, precipitaciones engelantes o lluvias torrenciales, entre otros.
![Tornado en Campillos (Málaga), notificado por un usuario a Sinobas](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/11/30/campillos-U27764463120GDZ-624x550@abc.jpg)
«La mayoría de estos fenómenos, precisamente por ser poco frecuentes y afectar a zonas reducidas del territorio, no eran bien conocidos», explica José Ángel Núñez, coordinador del grupo Sinobas. Con los 1.757 registros recibidos, los meteorólogos han detectado eventos donde antes apenas había información. Por ejemplo, han descubierto que el Maestrazgo turolense y castellonense es la zona con mayor densidad de rayos en España. Y sus datos sirven de apoyo para compañías Agroseguro o el consorcio de compensación de seguros.
MÁS INFORMACIÓN
Al final, las aplicaciones prácticas de los datos ciudadanos son enormes. Cada fotografía puede ser «la chispa» que permita el avance de la ciencia, resume un investigador de Observadores del Mar.
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