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Así trabajan los 800 exorcistas con los que la Iglesia combate a los poseídos por el diablo

Necesitan permiso de su obispo para actuar y deben descartar antes que exista una enfermedad mental

Los exorcistas del Vaticano cargan contra Russell Crowe por su última película: «Resulta ofensivo»

Vincenzo Taraborelli, cura carmelita que practicó exorcismos en el Vaticano ABC
Javier Martínez-Brocal

Javier Martínez-Brocal

Corresponsal en el Vaticano

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«Han querido hacernos creer que el diablo fuese un mito, una figura, una idea, 'la idea del mal'. En cambio, el diablo existe y tenemos que luchar contra él», recordó el Papa Francisco en una de las primeras homilías de su pontificado. Según la doctrina católica, esa lucha «ordinaria» contra el diablo consiste en vencer las tentaciones de la vida diaria. Pero el combate «extraordinaria» se deja en manos de exorcistas, que no pueden ser personas cualquiera.

«Lo primero que debes saber es que los exorcistas son sacerdotes que reciben explícitamente ese encargo del obispo de cada diócesis», explica Fabio Marchese Ragona, periodista que acaba de publicar en Italia el libro «Exorcistas contra Satanás», en el que incluye una entrevista al Papa Francisco sobre el diablo.

Según el Código de Derecho Canónico los exorcistas deben ser «piadosos, doctos, prudentes y con integridad de vida». La única «Asociación Internacional de Exorcistas» aprobada por el Vaticano contabiliza unos 800. Uno de ellos es Vincenzo Taraborelli, anciano carmelita y exorcista en Roma.

Hasta que la salud se lo permitió, atendía en una iglesia a pocos pasos del Vaticano, en Via della Conciliazione. Recibía los martes sólo a primera hora de la mañana, a las siete y media. Y quien pasaba por allí, a veces presenciaba escenas no aptas para todos los estómagos.

A la vez que el padre Taraborelli escuchaba a las personas en la sacristía, otro sacerdote celebraba la misa parroquial, y por eso, quienes hacían fila esperaban en silencio en los bancos de la iglesia.

En una de esas ocasiones, en el momento exacto de la consagración, (cuando se transforma el pan en el Cuerpo de Cristo), una de ellas empezó gritar violentas blasfemias contra Dios. El padre Vincenzo salió inmediatamente de la sacristía sonriendo, la tomó por el brazo y la acompañó a una de las capillas laterales donde consiguió que se calmara… dando algunas voces.

Fabio Marchese Ragona cuenta en su libro historias muchos más «coloridas». En una de sus entrevistas con exorcistas, les preguntó si lo que contaban eran «exageraciones o imaginaciones».

«Si quieres verlo por ti mismo, ven a un exorcismo», le propuso uno. «He visto cosas que la mente humana no puede imaginar: Un chico que hablaba con cuatro voces, como si fueran cuatro personas distintas. Era muy sencillo, pero hablaba perfectamente griego antiguo», asegura.

Hablar lenguas desconocidas

Se trata justo de uno de los cuatro síntomas que llevan a los exorcistas a sospechar que hay una posesión: hablar lenguas desconocidas o entender a quienes las hablan; conocer cosas ocultas (por ejemplo, que se dé cuenta de que el sacerdote está rezando mentalmente una determinada oración); manifestar una fuerza superior a la propia edad o condición física; y sentir una repulsión hacia objetos religiosos como crucifijos, rosarios o agua bendita.

Es clave descartar que se trate de problemas mentales. El exorcista más famoso en el Vaticano, Gabriel Amorth, fallecido en 2016, se negaba a asistir a las personas que no trajeran un certificado médico de un psiquiatra o un psicológico. Actualmente, los aspirantes a exorcista adquieren también conocimientos médicos para reconocer estas enfermedades. Luego se familiarizan con el «ritual de sanación», actualizado por el Vaticano en 1998. El anterior era de 1614 y estuvo vigente casi 400 años.

Los exorcistas coinciden en que muchas de las personas que les solicitan ayuda proceden de ambientes ligados al esoterismo, la magia negra, adivinación, espiritismo, maldiciones, vudú y naturalmente sectas satánicas. «Parece absurdo hablar de esto, pero por desgracia es así», explica uno de ellos.

Gritan, hablan con una voz que no es la suya...

«Las personas poseídas no recuerdan lo ocurrido durante los exorcismos, están en una situación en la que no tienen el dominio de su cuerpo», asegura Fabio Marchese Ragona. «Se mueven de modo extraño, gritan hablan con una voz que no es la suya… A veces presentan heridas improvisas con motivos religiosos o caracteres rúnicos. Por eso se llama 'posesión'. Pero son sólo el 2-3% de los casos», añade.

«Son historias de gran sufrimiento para estas personas. He escrito el libro para mostrar la labor de estos sacerdotes que, a escondidas, lejos de los reflectores, luchan contra el mal», subraya. En la entrevista que recoge con el Papa, Francisco dice que el diablo «no tiene ninguna esperanza si hay oración».

Jesús también exorcizaba

La Asociación Guía ha editado una Guía para el ministerio del exorcismo que subraya que «el exorcismo no es fruto de un saber esotérico, sino que se remonta al Evangelio. Es Jesús quien practicaba exorcismos, y quien dio potestad a sus discípulos de 'expulsar demonios'». Necesita un permiso especial del obispo y «no puede proceder por su cuenta, ya que trabaja en el marco de una misión oficial que le convierte de algún modo en representante de Cristo y de la Iglesia».

«La principal labor del demonio es esconderse, hacer creer que no existe. No puede presentarse tal cual es y por eso es tan dañino», aseguraba el exorcista Vincenzo Taraborelli en una entrevista del año pasado. «Si se mostrara como es, todos escaparían inmediatamente y no quedarían atrapados en su red astuta y malvada», asegura.

También el Papa Francisco tranquiliza a los temerosos. Dice que el diablo «no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades». Quizá por eso hay sólo 800 exorcistas.

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