El sínodo de obispos abordará el celibato, la acogida de personas LGTB y el papel de la mujer en la Iglesia
El instrumento de trabajo que guiará las discusiones no esquiva ningún tema delicado, pero tampoco propone soluciones
El Papa Francisco se emociona en su primer discurso público tras la operación
![El Papa saluda tras llegar al Vaticano del hospital](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/06/20/pope-RPCbQNM9zwpKEujqnLixKmM-1200x840@abc.jpg)
El Vaticano ha publicado el «documento de trabajo» con el que detalla las cuestiones definitivas que abordarán en octubre los más de doscientos participantes en la asamblea general del sínodo de obispos. A diferencia de anteriores sínodos, no tendrán en sus manos un borrador del documento final, sino una serie de preguntas para reflexionar sobre los desafíos de la Iglesia católica actual. Las cuestiones no esquivan las polémicas e incluyen el papel del Papa, las excepciones a la norma del celibato sacerdotal, la participación de la mujer en el gobierno de la Iglesia y la acogida de personas LGBTQ+.
Teóricamente, deberán ofrecer las respuestas desde la perspectiva de la «sinodalidad» en la Iglesia, es decir, la común responsabilidad de todos los bautizados, y la posibilidad de «gestionar las tensiones sin dejarse destruir por ellas». Todo un desafío.
El documento publicado este martes no ha sido revisado por el Papa y no es un texto magisterial. El formato evita «afirmaciones o toma de posturas» y abre cuestiones en lugar de agotarlas. Es un texto ágil, pero de casi cincuenta páginas, y resumirlo es sin duda empobrecerlo, pues refleja los resultados de más de dos años de consultas en todos los continentes y la sensibilidad de personas de contextos sociales muy variados.
Divorciados y acogida de personas LGTBTQ+
El documento de trabajo se plantea la credibilidad de la propuesta cristiana y del encuentro entre «amor/caridad y verdad», y recoge que «los documentos finales de las Asambleas continentales mencionan a menudo a quienes no se sienten aceptados en la Iglesia, como los divorciados vueltos a casar, las personas en matrimonios polígamos o las personas LGBTQ+».
«¿Cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para hacer preguntas?», se pregunta. «¿Qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?», añade.
Otra de las cuestiones es «aprender a ejercer la justicia», sobre todo «como forma de acoger a quienes han sido heridos por miembros de la Iglesia, especialmente las víctimas y supervivientes de todas las formas de abuso». La cuestión que plantea es «cómo seguir dando pasos concretos para ofrecer justicia a víctimas y supervivientes de los abusos sexuales, espirituales, económicos, de poder y de conciencia perpetrados por personas que desempeñaban un ministerio o una misión eclesiástica».
También reconoce que «el tratamiento inadecuado de los casos de abusos ha puesto en tela de juicio los mecanismos y procedimientos de funcionamiento de las estructuras e instituciones, así como la mentalidad de las personas que trabajan en ellas». Por eso, propone impulsar «procesos de decisión más compartidos», y mecanismos más transparentes, en cuestiones «financieras, selección de candidatos a puestos de responsabilidad y nombramientos».
Papel de la mujer en la Iglesia
Un ámbito en el que habrá seguramente cambios tras el sínodo es la presencia de la mujer en cargos decisionales en la Iglesia. «Todas las asambleas continentales piden que se aborde esta cuestión a todos los niveles de la Iglesia, con el apoyo de las estructuras adecuadas para que no se quede en una mera aspiración», recita.
«¿Cómo se puede incluir a las mujeres en cada uno de estos ámbitos en mayor número y de nuevas formas?»; «¿Es posible plantear el acceso de las mujeres al diaconado?»; «¿Cómo pueden las mujeres de la vida consagrada estar mejor representadas en los procesos de gobierno y de toma de decisiones (de sus instituciones), mejor protegidas de los abusos y también más justamente remuneradas por su trabajo?», plantea.
En esa línea recoge la percepción de que hay que «superar una visión que reserva sólo a los obispos, sacerdotes y diáconos toda función activa en la Iglesia, reduciendo la participación de los bautizados a una colaboración subordinada». Propone preguntarse cómo impulsar también «la especial participación de los laicos en la evangelización en los diversos ámbitos de la vida social, cultural, económica y política».
Excepciones al celibato sacerdotal y papel del Papa
Sobre el sacerdocio, «preocupa» que el modo de ejercitarlo no se corresponda a menudo con «los desafíos de nuestro tiempo, alejado de la vida y de las necesidades del pueblo», y quede «confinado únicamente al ámbito litúrgico-sacramental». Ante la falta de vocaciones, pregunta si «es posible, como proponen algunos continentes, abrir una reflexión sobre la posibilidad de revisar, al menos en algunas áreas, la disciplina sobre el acceso al presbiterado por parte de hombres casados». La cuestión fue planteada ya en el Sínodo sobre la Amazonia en 2019, y en aquella ocasión el Papa resolvió no hacer cambios.
También será delicada la discusión sobre autoridad y colegialidad episcopal. «¿Cómo deben evolucionar, en una Iglesia sinodal, el papel del obispo de Roma y el ejercicio del primado?», se pregunta abiertamente. Pide también preguntarse sin miedo cómo la sinodalidad «cambia la comprensión de la autoridad en la Iglesia a diferentes niveles, incluida la del Obispo de Roma».
Sínodo alemán
Solicita que se aclare qué peso tendrán las conclusiones del sínodo, también cuando se celebra a nivel continental o local. «¿Qué valor pueden tener para otras Iglesias las deliberaciones de un Concilio plenario, un Concilio particular o un Sínodo diocesano?», se pregunta. La cuestión es relevante en vista de las propuestas del 'camino sinodal' de la Iglesia alemana, que rompen con la doctrina católica.
En el texto abundan las cuestiones de fondo, que ayudarán a los participantes a reflexionar sobre el papel de la Iglesia católica en la sociedad actual. En el sínodo deberán responder «con qué actitud se acerca la Iglesia al mundo», y si «reconoce lo bueno que hay en él y se compromete a denunciar lo que atenta contra la dignidadde las personas, de las comunidades humanas y de la creación».
También si la Iglesia «consigue dar testimonio de la posibilidad de concordia más allá de las polarizaciones políticas», si en general es capaz de «hacerse cargo de los sufrimientos y proveer a las necesidades» de cristianos de otras regiones
En las próximas semanas se dará a conocer también la lista de los obispos y laicos convocados para «discernir» a partir de este documento durante tres semanas en octubre. Deberán armarse de valor y paciencia pues, como recita en uno de sus puntos, «la finalidad del proceso no es producir documentos, sino abrir horizontes de esperanza para el cumplimiento de la misión de la Iglesia».
Naturalmente, el Papa tendrá la última palabra sobre lo que ellos propongan. En este caso no se esperan propuestas definitivas, pues por decisión del Papa, el sínodo incluirá una nueva «asamblea plenaria» en octubre de 2024, durante la que sí que propondrán medidas concretas al Pontífice.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete