Los otros perdedores de la sequía: «Nuestro negocio se cuela por el desagüe»
En la ribera de ríos y embalses, donde la tierra empieza ya a cuartearse, empresas de aventura, campings, chiringuitos de interior y clubes náuticos temen que la falta de agua espante a los turistas. A ellos también les toca cerrar o reinventarse
España entra oficialmente en una sequía de larga duración tras tres años con déficit de lluvias
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Nadie quiere ir a un chiringuito en mitad del desierto un 15 de agosto a casi 40 grados. O remar en una piragua que se encalla en barro. La falta de agua no sólo amenaza a la agricultura y la ganadería, sino también a miles ... de negocios de interior que se crearon alrededor de eso que llaman turismo de pantano. Antes de la pandemia, y según datos del INE, estas empresas movían 2.581 millones de euros al año, a lo que hay que sumar el efecto arrastre que generan en los negocios de la zona. Según los últimos datos de la Asociación Nacional de Empresas de Turismo Activo, el sector contaba con 4.950 negocios en 2020 y unos 51.500 trabajadores anuales. Ahora, a muchos la sequía sólo deja dos opciones de cara a un futuro no tan lejano: o echan el cierre o agudizan el ingenio.
Ya hay quien publicita barranquismo en seco o merendolas en mitad de la nada. Pero el bajo nivel de los embalses que ha dejado abril (antaño un mes de poco riesgo gracias a los deshielos) preocupa a muchos negocios náuticos, camping rurales, empresas dedicadas a los deportes de aventura y restaurantes ubicados en la ribera de ríos y pantanos.
En Cataluña, cuando el campanario de la iglesia de Sant Romà (Barcelona) empieza a asomar por las aguas del pantano de Sau, se encienden las alarmas. El panorama desde hace semanas es muchísimo peor, y es el conjunto de la antigua iglesia lo que se puede contemplar en la parte baja de un pantano que esta semana apenas estaba al 6,9% de su capacidad, 11,45 hectómetros cúbicos sobre un potencial de 165.
El fango de lo que antes era el fondo de la presa es ahora una superficie cuarteada, en la que destaca, junto a la iglesia orgullosamente entera, un pantalán extrañamente desubicado en medio del secarral, con unos pocos patines de agua innecesariamente amarrados, a la espera de un agua que no llega. Desolación.
«Es lo que tenemos», explica resignado a ABC Marc Álvarez, propietario de la empresa AquaterraClub, dedicada a los deportes de aventura y una de las cinco que desarrollan su actividad en el pantano. Con veinte años de actividad ininterrumpida, Álvarez ha visto de todo, también la última gran sequía, la de 2008, episodio que le llevó a diversificar la oferta de actividades, antes sólo centrada en deportes acuáticos y ahora con propuestas de senderismo, rutas en 'segway' o tiro con arco. Es lo que, confía, le permita superar la temporada. «Trabajo mucho entre semana con empresas y escuelas», explica algo aliviado Álvarez, cuya situación contrasta con la de otras firmas que sí centran su actividad en el visitante ocasional de fin de semana, que contrata un kayak o un patín de agua para disfrutar del pantano.
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La situación es complicada, más cuando «las decisiones se toman desde la distancia, en Barcelona, sin tener ni idea de lo que pasa aquí». Quien se explica, con palabras más gruesas de las aquí transcritas, es Joan Riera, alcalde de Vilanova de Sau, no adscrito a ningún partido y que exige que la Agencia Catalana del Agua autorice ya la recuperación de las actividades acuáticas en el pantano y permita respirar a las empresas. «Son unos inútiles», explica para denunciar el mantenimiento de una prohibición que las empresas implicadas han pedido por carta que se levante ya. «No tiene ningún sentido que se mantenga», añade Riera, una vez se ha acabado el vaciado del pantano hasta su cota actual –se traspasó el agua al contiguo pantano de Susqueda para evitar que se estropease– y la extracción de los peces, un proceso este último que el alcalde añade que no se ha completado por ser innecesario.
Uno de los efectos colaterales que ha tenido la escasez de agua es lo que han bautizado como 'turismo de sequía', o lo que es lo mismo, el alud de visitantes que acuden al pantano para contemplar su desolada estampa, particularmente la de la iglesia de Sant Romà, colapsando accesos, gastando poco y obligando a regular las entradas. Y eso que no ha llegado a asomar el puente románico que se encuentra aún bajo el agua, una cota que sólo se alcanzará si no cae la lluvia.
Desierto en La Serena
En Extremadura, una comunidad con más de 1.500 kilómetros de costa (de agua dulce), ya han asumido que este verano también va a ser «difícil y largo». Otros años, en Semana Santa la lluvia les daba algo de margen para sobrellevar los tórridos veranos del interior de la Península, pero en la comarca de La Siberia llevan desde Navidades sin que llueva en condiciones, cuenta Gabriel Calderón, un joven emprendedor que gestionaba, hasta hace dos años, un chiringuito en la playa de Los Llanos (Esparragosa de Lares). O, mejor dicho, en lo que fue la playa de los Llanos, porque el agua del embalse de la Serena (hoy al 17% de su capacidad) se ha retirado tanto de la zona que hoy, desde el lugar que ocupó el chiringuito, apenas se atisba el agua. «Hasta 2,5 kilómetros bajó el agua en este pantano. Y claro, entre el Covid y luego la sequía, esto ya no es lo que era. Cuando había agua, los embarcaderos estaban en condiciones y la gente venía a pescar. Los pescadores además consumían en los restaurantes de la zona, se alojaban aquí... Había movimiento. Pero ya ni eso, no se pueden sacar las barcas, se atollan en la orilla«, cuenta.
Con este panorama, el año pasado ya no levantó la persiana de su negocio, una concesión del Ayuntamiento, y este año ni se lo plantea. «Me da pena tener el bar cerrado, era un oasis en medio del desierto, o más bien en medio de la estepa. Teníamos los árboles, las palmeras y el agua. Aún me sigue llamando mucha gente preguntando por él. Venían de todas partes. Menos esquimales, hemos tenido todo tipo de clientes», bromea Calderón, al que le ha tocado reinventarse.
Hace unos meses, este joven técnico forestal abrió OtisTea, una empresa que ofrece rutas interpretativas y safaris fotográficos en la zona. Estos meses, cuenta, han sido de mucho trabajo, porque muchos aficionados a la ornitología se han acercado a la zona para ver al aguilucho cenizo, ave del año de SEO/Birdlife. Además, este verano, durante la temporada alta, trabajará en el chiringuito de la playa de Peloche, en el embalse de García de Sola, ahora al 58,7% de su capacidad.
En La Siberia son conscientes de que la campaña de regadío acaba de comenzar, por lo que, a estas alturas del año, los niveles del agua sólo pueden seguir bajando. Los lugareños cruzan los dedos para que no se repitan algunas estampas que les dejó el verano pasado, cuando algunas playas, como Los Calicantos, que acababa de recibir su Bandera Azul, quedaron inutilizables por la bajada del nivel del agua. Nadie quiere bañarse en un agua turbia o con algas, así que, a mediados de agosto, se acabó la fiesta.
«Sin agua, la gente ni para»
En Castilla-La Mancha la estampa es similar. Al Camping Sacedón Ecomillans, en Guadalajara, llaman preguntando hasta dónde llega el agua del embalse de Entrepeñas y, en función de la respuesta, «se cuestionan si venir o no». «La gente quiere tener el agua cerca del alojamiento, incluso quienes hacen senderismo. Los pueblos ribereños vivimos del agua», cuenta Laura Blasco, que regenta la estancia y desvela otro detalle significativo: «Si desde la carretera N-320 no ven agua ya no paran».
Hace veinte años, los padres de Laura vieron en Sacedón «un referente de turismo y una fuente de ingresos bastante buena». La temporada alta es el verano, además de la Semana Santa y los puentes. La mayoría de los usuarios proceden del Corredor del Henares y de Madrid por cercanía. Buscan el contacto con la naturaleza y la tranquilidad, pero «si el agua está cada vez más lejos de la población...».
«En Sacedón hay un taller de coches y somos seis empresas de náutica. Si no fuera por la lámina de agua, bien del pantano o de los cursos de los ríos, esto estaría totalmente muerto», asegura Ricardo Ortega, vecino de Laura, que dirige la náutica Crisve Turismo. Entrepeñas tiene ahora 280 hectómetros cúbicos de agua, por debajo del 35% de su capacidad. Se trata de uno de los embalses de cabecera del Tajo, cuna del trasvase al Segura, «un problema que los políticos no han querido abordar». «Aunque estamos en abril y las perspectivas todavía no están claras, la situación empieza a ser muy delicada», añade Ortega.
Problemas a futuro
En otros rincones de la geografía española la situación no es, de momento, crítica, pero las empresas de turismo activo ya son conscientes de que en el futuro tendrán problemas. No es sólo que no caiga una gota del cielo, sino que además las cumbres están, a estas alturas del año, peladas, por lo que los cauces de los ríos también están muy bajos. Las olas de calor, además, intensifican el consumo eléctrico. Y muchos de estos pantanos cuentan con centrales hidroeléctricas, que utilizan también el agua para generar energía.
«Es como si de pronto alguien abriera el tapón del desagüe y tu negocio se fuera por el sumidero»
«Es como si de pronto alguien abriera el tapón del desagüe y tu negocio se fuera por el sumidero». Diego Blatt, director deportivo del Real Club Naútico de Madrid, utiliza esta analogía para expresar lo que supone para el sector la bajada de nivel de los pantanos. En su caso, depende del de San Juan, que hoy se encuentra al 69% de su capacidad, más de 10 puntos por debajo de la media de la última década por estas fechas. Blatt reconoce a este diario que ahora mismo su situación no es dramática si se compara con la que pueden estar viviendo en otras comunidades donde la sequía arrecia, pero las expectativas de negocio no son para echar cohetes. «Entiendo que nosotros, al ser empresas recreativas o deportivas, tenemos una imagen ligada al lujo, pero también sufrimos».
A lo largo del año, organizan un gran número de regatas que dependen de una materia prima, el agua, que no pueden controlar: «Si el nivel baja, el espejo de agua se achica, aparecen rocas que añaden peligro y, además, la navegación se complica». Añade que, antaño, esta no solía ser una época «de riesgo» porque normalmente contaban con el agua de los deshielos, cosa que este año no se ha dado, puesto que no ha nevado apenas. «El problema serio, aquí en Madrid, lo veremos en unos meses». Lo único positivo, recalca José Carlos de Santiago, que regenta en este pantano Asdon Aventura, es que ahora la temporada se adelanta gracias a las buenas temperaturas. «A nuestro negocio no le ha quedado otra que reconvertirse, apostar por la gastronomía y, desgraciadamente, olvidarnos del atractivo paisajístico».

Agua embalsada por cuencas hidrográficas
% de agua embalsada sobre el total de cada cuenca
0
20
40
60
80
100
1 / Tajo (11.056 Hm³ capacidad total)
60,1%
2 / Guadiana (9.498 Hm³)
1
33,7%
2
3 / Guadalquivir (8.030 Hm³)
3
24,8%
4 / Ebro (7.963 Hm³)
53,9%
4
5 / Duero (7.507 Hm³)
6
68,8%
5
6 / Miño-Sil (3.030 Hm³)
76,4%
7 / Júcar (2.846 Hm³)
60,6%
8 / Guadalete-Barbate (1.651 Hm³)
7
27,9%
9 / Mediterránea Andaluza (1.174 Hm³)
8
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36,2%
10 / Segura (1.140 Hm³)
11
34,6%
11 / Galicia Costa (684 Hm³)
12
85,2%
12 / Cataluña Interna (677 Hm³)
10
25,7%
13 / Cantábrico Occidental (490 Hm³)
13
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79,2%
14 / Tinto, Odiel y Piedras (229 Hm³)
68,1%
15 / Cantábrico Oriental (73 Hm³)
14
82,2%
16
16 / País Vasco Interna (21 Hm³)
80,9%
Fuente: Embalses.net / ABC

Agua embalsada por cuencas hidrográficas
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1 / Tajo (11.056 Hm³ capacidad total)
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10 / Segura (1.140 Hm³)
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13 / Cantábrico Occidental (490 Hm³)
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14 / Tinto, Odiel y Piedras (229 Hm³)
68,1%
15 / Cantábrico Oriental (73 Hm³)
82,2%
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16 / País Vasco Interna (21 Hm³)
80,9%
Fuente: Embalses.net / ABC
Ni los grandes embalses ni los pequeños escapan a estas inquietudes. Incertidumbre y nerviosismo son palabras que definen la situación cotidiana de los negocios que están a orillas del Pantano de Iznájar, donde apenas han caído 5 litros en los tes últimos meses. Este embalse es el más grande de Andalucía merced a sus 920 hm3 de agua, de los que hoy almacena apenas un 19 por ciento, poca cosa frente al 32% de la misma semana del año anterior, ya en situación de sequía, y una insignificancia respecto al 67 por ciento de la media de los diez últimos años en estas fechas.
Macrocentro de ocio
En torno al embalse se constituyó hace unos años una de las escasísimas estaciones náuticas de interior, con el nombre lago de Andalucía, que aglutina a una treintena de empresas del sector turístico. Una de ellas es Alúa, que gestiona dos centros de ocio vinculados principalmente a la realización de actividades náuticas en el entorno del Pantano, en Iznájar, y el río Gail, en Benamejí, en las que llegan a emplear a unas 80 personas en temporada alta, entre campamentos, cursos de formación, alojamiento y restauración. José Carlos Romero es CEO de Alúa y presidente de la Estación Náutica. «Vivimos la situación con preocupación, si bien es cierto que las reservas y previsión de ocupación de nuestras actividades es espléndida, cada noticia sobre la sequía genera dudas sobre si podremos dar los servicios que tenemos contratados», apunta Romero. «Resulta paradójico que lo que viene bien para actividades como el 'rafting' en el Genil, con sueltas de agua como la decretada en abril para los riegos de urgencia de los frutales, es malo para el pantano, que sigue viendo como desciende su nivel y se reduce la lámina de agua que utilizados para las actividades de vela, papel surf o piragüismo«.
Aunque la comunicación de la estación con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir es permanente, las empresas que explotan estos recursos hídricos no saben lo que les deparará un futuro que les pilla con costosas inversiones en material e instalaciones realizadas y, en muchos casos, con plantillas de personal contratadas. Si se corta el grifo a los desembalases no habrá agua para el rafting, y si se sigue desembalsando y no llueve el volumen de agua de este 'mar de interior' seguirá descendiendo y actividades como la vela tendrán que parar. De ayudas en caso de que la cosa vaya a peor, no hablan. Con el foco puesto en la agricultura y la ganadería, ni existen para el sector turístico, ni las esperan.
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