Merece contarse
Redes 'sherpa' para montar negocios
Cledy y Anabel se han convertido en emprendedoras con una intermediación laboral que les permitió superar unas condiciones de partida adversas
Las semillas innovadoras del emprendimiento femenino dan sus frutos en la España vaciada

Con un niño pequeño, Cledy trabajaba en una heladería por temporadas y echaba horas limpiando pisos. Cuando en agosto del 22 nació su segundo hijo, no fueron pocas las voces que le dijeron que se despidiera de cualquier faena. «¿Dos? Tendrás que quedarte ... en casa», le repetían. Pero ella no las creyó. O quizá sí un poco cuando no le dieron plaza en la guardería pública. Y otro poco cuando su marido le contaba que a él tampoco le iba muy bien.
La pareja había llegado desde Perú unos años antes buscando una vida mejor. Cledy Estrella Flores no dejaba de soñar con ella y esta incluía montar su propio negocio. Pero era sólo eso, un sueño, porque «no había opción de pedir un préstamo».
Este inconveniente no quitaba que ella tuviera en mente su panadería, en su radar el local de Bilbao en el que iba a montarla y en su interior la masa madre fermentando: «A mí me crió una mujer emprendedora. Mi familia siempre tuvo negocios: de transporte, tiendas de alimentación, ferreterías…». Pero, a la vez, la desilusión la perseguía. Buscó opciones de subvenciones. No encontró. Cuanto más brujuleaba por internet más se asustaba: «Veía que se hablaba de timos y ya iba con temor».

Pero justo cuando parecía que debía renunciar se topó con Bultz-lan, el servicio de emprendimiento de Cáritas Bizkaia. «Apoyan a mujeres que quieren emprender». Le pidieron un proyecto: «Yo no sabía ni cuánto dinero necesitaba», recuerda hoy Cledy. Pero para eso estaba Bultz-lan ahí. Para acompañarla, como si de una escuela de negocios se tratara, como unos sherpas del emprendimiento, en el despegue. Recomendaciones, cursos y un impulso.
Intermediación
A Cledy sólo le faltaba conseguir el dinero: «La gestora de mi banco de La Caixa me lo gestionó». 3.000 euros. Se cerraba de alguna forma así el círculo que se había abierto con Bultz-lan, pues esta entidad está dentro del proyecto Incorpora de Fundación La Caixa, un programa de intermediación laboral que, además de ayudar a la reinserción laboral de personas en riesgo de exclusión, cuenta con los llamados puntos de Autoempleo que asesoran en el emprendimiento. En todo el País Vasco trabajan con 16 entidades, explica Silvia Tejerina, coordinadora del programa Incorpora en Euskadi. «Hay una media de dos personas por entidad, con lo que, en total, son unos 30 asesores», especifica Tejerina. En sus diferentes líneas, el programa atendió a más de 2.500 personas el año pasado.
Como Cledy. Con su plan de negocio viento en popa todavía faltaban algunos escollos por salvar en la larga «travesía», como ella llama, del emprendimiento. «El primer local que yo había visto tenía roedores», cuenta la hoy panadera. Se necesitaba un proceso especial para acabar con ellos. Mientras analizaba, justo encontró otro «en el que justo acababa de cerrar una panadería». El 1 de marzo de 2023 Panadería Juanita abrió sus puertas. ¿Proceso completado? No es tan sencillo. Comenzaba otra carrera. «Al principio trabajaba de 7 de la mañana a 9 de la noche y tenía pocas ventas», recuerda hoy. El resto, experiencia y adaptación. Hoy sabe exactamente qué buscan sus clientes –«a los latinos nos gusta más lo salado, a vosotros el dulce»–, abre hasta las 16.30 horas y pasa el resto del día con sus hijos. Su hermana se ha venido también a Bilbao, estudia Medicina y le echa una mano en la tienda. «Vinimos solos, ahora tenemos dos chicos y dos negocios –a su marido también le va mejor– y nos hemos comprado un piso», dice, con orgullo, Cledy. La panadería le recuerda todo eso que han logrado. Por cierto, se llama Juanita. ¿Por qué? «Es el nombre de mi suegra, ella había sido panadera en Perú y justo falleció en la pandemia».
El nombre de la tienda de Anabel, Henko, también tiene su explicación. «Surgió tomando un café con mis hermanas, creo que significa algo así como cambio, punto de inflexión en japonés», dice esta emprendedora. El concepto le venía como anillo al dedo por el momento que estaba pasando. Anabel Repes había trabajado durante 15 años en el Corte Inglés de Eibar. Cuando el centro cerró, se quedó en paro. «El sector de la moda me gustaba mucho y siempre tenía la idea de montar algo mío, pero es complicado salir de tu zona de confort…», recuerda hoy.
Acompañamiento
Contactó con la entidad Zabaltzen Sartu, también adherida a Incorpora, les contó que quería montar una tienda de ropa de mujer. Como a Cledy, le tocó diseñar «un plan de viabilidad», se formó en marketing y hace seis meses, con sus propios ahorros –«financiación personal», en argot empresarial– abrió Henko. En Elgoibar.
«Era el momento, era el momento», se dice Anabel. A punto de cumplir los 50 años, anima a todos aquellos valientes que quieran emprender a que busquen, como ella hizo, acompañamiento. «Ellos me ayudaron un montón: a ponerme en el camino, a organizar el trabajo, a buscar proveedores, a tener objetivos claros, a no dar bandazos». Como en los mejores en MBA.
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