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La prontitud del virus del Nilo augura un verano con más casos

Las primeras infecciones se solían detectar en agosto, pero este año ya ha habido varios casos y dos fallecimientos

Los expertos alertan de que ha fallado el control de las larvas en las zonas de arrozales, con más riesgo

José Miguel Cisneros: «El virus del Nilo no afecta solo a ancianos o enfermos crónicos»

Tareas de fumigación en La Puebla del Río (Sevilla) tras el fallecimiento de una mujer por el virus del Nilo EFE
Elena Calvo

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El pasado 20 de julio la Junta de Andalucía confirmaba la muerte de una mujer residente en el municipio sevillano de La Puebla del Río que había contraído el virus del Nilo Occidental. Según la Consejería de Salud andaluza, la fallecida tenía 86 años y patologías crónicas. Sin embargo, el hijo de la mujer, Antonio Pineda Romero, aclara a este medio que su madre estaba «completamente sana» y no presentaba ninguna patología crónica. Se trata ya del segundo deceso por la enfermedad, después de que diez días antes falleciera una mujer de 71 años, también con patologías previas, en Dos Hermanas. Hasta la fecha se han detectado ya 7 casos del virus del Nilo en España, todos en la provincia de Sevilla, una cifra que los expertos consultados por ABC ven importante para esta época del año, de manera que auguran un verano difícil.

«Creemos que vamos a tener un verano complicado porque nunca se habían detectado casos de infección tan temprana, son mucho más tempranos que en otros años», asegura Jordi Figuerola, investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana y experto en el virus del Nilo. Tal es la prontitud que en 2020, el año en el que más casos de la enfermedad se confirmaron en España, con 77 infecciones, las primeras se notificaron en agosto. «En 2020, a 22 de julio no se había detectado ningún caso y solo habían iniciado síntomas dos personas. También es cierto que la vigilancia que hay ahora es mucho más importante que la del 2020, por lo que es más fácil que se detecten todos los casos», aclara.

El virus del Nilo lo transmiten algunos mosquitos del género 'Culex', que es el común, el que está por las casas. Pero eso no significa que todos puedan infectar, pues en realidad son solo una minoría. Normalmente pican a aves y es en estas donde generalmente se han detectado las infecciones, pero puede ocurrir que el vector pique también a caballos y a humanos. En el 80 por ciento de los casos de personas infectadas, además, la enfermedad es prácticamente asintomática. Hay otro 19 por ciento que la desarrollará de forma leve y solo entre el 1 y 2 por ciento desarrollará una meningoencefalitis, con riesgo de morir.

No se puede predecir si durante este año se superarán los casos de 2020, pues son muchos los factores que influyen en cómo avanza el virus. «Depende de muchas cosas, como de lo rápido que se reaccione frente al virus. De momento solo se ha detectado en la provincia de Sevilla, no se ha detectado circulación ni en Huelva ni en Cádiz. El brote de 2020 incluyó partes de Cádiz y Badajoz», apunta Figuerola.

Inviernos suaves

Otro factor que ayuda a anticipar cómo se comportará el virus es prestar atención a lo que ocurre durante el invierno. «Durante estos años hemos estado viendo que cuando los inviernos son más suaves, en la primavera y verano siguientes va a haber mayor circulación de virus del Nilo. Y este invierno ha sido suave», concreta Figuerola. El experto del CSIC habla de dos aspectos: por una parte los mosquitos están activos hasta más tarde, pero además empiezan a reproducirse antes y hay un mayor número de hembras -que son las que pueden infectar- que sobreviven al invierno.

Pero es importante también llevar a cabo el control adecuado de las larvas. «Al mosquito hay que atacarlo fuerte en la fase larvaria, pero como en esa fase no hay casos, nadie echa cuentas», lamenta este investigador. El mayor problema este año, explica, está en las zonas de arrozales, donde se debería haber hecho un control de las larvas para evitar que las poblaciones se desarrollaran y la incidencia del virus creciera. «Pero ese control no se ha hecho, porque son fincas privadas y el control depende de los arroceros y no se han utilizado los productos necesarios», cuenta. Aunque no es la única causa, también influyen las lluvias. «La primavera ha sido lluviosa y esto también ha permitido que haya una proliferación más centrada de los mosquitos», puntualiza.

Hacer predicciones sobre lo que ocurrirá este verano «es la mejor forma de confundirse», defiende por su parte María Velasco, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) y presidenta del grupo de estudio de patología importada de la sociedad científica, que insiste en que no hay un patrón que indique el número de casos que se darán. Sí reconoce, sin embargo, que el hecho de que ya se hayan dado dos fallecimientos por la enfermedad «puede indicar que está habiendo muchas personas infectadas, aunque no se hayan diagnosticado». «Parece lógico pensar que vamos a ver un aumento del número de casos, pero por otro lado no tenemos una buena información sobre cómo se han distribuido los casos asintomáticos ni cuántos ha habido», expone.

En cualquier caso, y aunque sí cree que las infecciones este año se están dando antes de lo habitual, Velasco señala que la época en la que hay mayor riesgo de transmisión empieza en los meses de abril y mayo y dura hasta octubre. «Es cuando está el mosquito circulando», reitera.

Especialidad de infecciosas

El virus del Nilo ya es endémico en nuestro país, señala esta experta, pero no en todas las zonas. «La percepción del riesgo no es la misma en toda España. Es en las zonas donde hay más humedales, como en Andalucía en la zona del Guadalquivir, el Delta del Ebro o la zona del Mediterráneo, donde hay más riesgo y donde se han visto los casos», dice Velasco. Por ello, prosigue, en estos lugares los médicos ya deben contemplar esta enfermedad como posibilidad cuando ven a pacientes con síntomas compatibles. «Hay que integrar las enfermedades nuevas dentro del manejo que hacemos de los pacientes», cree, por lo que ve imprescindible la creación de la especialidad de enfermedades infecciosas, una reivindicación histórica de los profesionales.

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