La población extranjera se moviliza para salvar sus negocios tras el paso de la DANA
Los establecimientos de servicios regentados por inmigrantes han sido los primeros en empezar a funcionar
«Vivimos en un gueto»: vecinos de Paiporta denuncian las dificultades para salir de la zona
El restaurante Toni Pizzeria ya ha reabierto en la avenida Camí Nou (Valencia), que conecta Benetúser y Masanasa
El plato combinado en el bar La Barraca de Benetúser (Valencia) todavía es austero. Tres filetes pequeños de ternera, algo de ensaladilla y varias patatas fritas. El techo está decorado con caña y los motivos de los azulejos que decoran las paredes, aún con manchas ... de barro, recuerdan un tiempo en el que éste tipo de construcciones de huerta eran usadas por los trabajadores para guardar el arroz y el pescado. Ahora, sentados en las mesas del local hay militares o policías locales de Borno, un pueblo pequeño de la provincia de Cádiz, y parroquianos con la cara desencajada después de haberlo perdido todo. Poco tiempo antes del 29 de octubre Xian se hizo con el negocio que, tras la riada, se ha convertido en uno de los puntos de encuentro en este pueblo. El menor impacto del agua en su local (superó los dos metros de altura en el interior de algunas viviendas) y la ayuda recibida desde su círculo más cercano le ha permitido reabrir antes que otros.
La mole de agua y escombros no hizo distinciones, pero tampoco golpeó de la misma forma en todas las calles. La Barraca, por ejemplo, se encuentra en una de las zonas más altas de Benetúser y, además, recibió la ayuda directa de la comunidad china. La familia de Xian regenta más de cinco bares distribuidos por toda Valencia. Sus propios padres estuvieron atrapados con el agua hasta el cuello en el interior de uno de ellos. Pudieron sobrevivir y ahora trabajan en la cocina del de su hijo, donde elaboran platos con un género que les envían otros familiares que, además de haberles ayudado a limpiar, les han prestado maquinas como neveras o congeladores.
La ola que arrasó hace ya más de dos semanas toda esta zona de la comarca de l'Horta Sud provocó destrozos en el 85% de los comercios (330) de Benetúser, municipio de cerca de 15 mil habitantes. Muchos ya han anunciado que no piensan retomar su actividad comercial y, actualmente, únicamente 38 lo han logrado, haciendo frente a circunstancias y problemas distintos, que hacen que la recuperación avance de manera desigual. El Ayuntamiento trata de facilitarla, por ejemplo, poniendo a disposición de los particulares puestos del mercado tradicional donde hoy trabaja, entre otros, una autoescuela, que perdió su sede y los datos de todos sus clientes la noche de la riada.
Otro ejemplo es Toni Pizzeria, en la Avenida de Camí Nou, que conecta con Masanasa y Catarroja (dos pueblos cuya recuperación está siendo más lenta). Está regentado por indios asentados en la ciudad del Turia desde hace más de diez años que explican que el cristal de su establecimiento es antirrobo, lo que permitió aguantar el torrente. Otro factor es la orientación hacia el sur. El agua entró desde el extremo norte del pueblo, por lo que la riada no impactó directamente en su local al avanzar por las calles (pillándole de espaldas), como sí hizo en muchos otros establecimientos, bajos y viviendas, que a día de hoy están completamente destrozados.
Entre miembros de su familia
Así bien, los establecimientos del sector servicios cuyos dueños son extranjeros son los que primero han empezado a funcionar. Un hecho que destaca a simple vista, pero que no sorprende estadísticamente, ya que su apertura es proporcional a la gran cantidad de negocios de este tipo que ya tenían bajo su cargo antes de la DANA (en Benetúser, propietarios de negocios de origen extranjero lamentan fallecidos entre los miembros de su propia familia).
Además, entre los 38 primeros en volver a la actividad también hay restaurantes cuyos dueños son oriundos de Benetúser, que están dando comidas sin contar las horas extra y aplicando medidas de contingencia. Eugenia logró entrar en el suyo la misma noche de la riada y se encontró con más de medio metro de agua y fango en su interior. «Me sentía muy impotente porque no avanzaba», explica mientras se toma dos minutos de descanso a la hora del almuerzo, sagrada en esta zona de España: «Estamos facturando mucho y estoy pagando todo». Un ritmo que necesita mantener para no ir a la quiebra, con falta de trabajadores, ya que los anteriores han perdido sus casas, y teniendo que endeudarse los primeros días sin haber recibido todavía un euro en ayudas públicas (tampoco ninguno de los anteriores locales citados): «Al principio a los proveedores no podía pagarles. Me trajeron hasta 500 euros de género y me dijeron que ya se lo daría cuando pudiese», lamenta y denuncia que otros locales han aprovechado la falta de oferta para subir indiscriminadamente los precios. «Siete euros por un agua. Espero que este pueblo tenga memoria».
Naves industriales anegadas
La magnitud del impacto económico en la zona todavía es difícil de proyectar con precisión, pues ésta abarca a todos los sectores productivos. Según datos de ATA, en los municipios afectados operan alrededor de 54.200 empresas, que dan trabajo a 355.000 empleados; y 51.000 trabajadores por cuenta propia. Naves industriales enteras siguen sin abrirse después de verse anegadas por el agua con toda su maquinaria en el interior. En el caso de muchos propietarios, pensando antes en las labores de ayuda humanitaria que en las de sus propios negocios, prestando todo tipo de utensilios, simples y complejos, para las labores de recuperación.
«Trabajo hace falta en todas partes» es una frase recurrente estos días, pero la mano de obra está diezmada, con muchas personas habiendo vuelto a trabajar después de días enteros de fatiga y estrés, sin conocer el impacto psicológico en el medio plazo y con muchas dificultades en algunos casos para desplazarse hasta sus puestos de trabajo. «Vivimos en un gueto», denunciaba esta semana Óscar, un vecino de Paiporta que ha tardado dos horas en hacer un trayecto de pocos kilómetros la primera vez que se ha reincorporado a su puesto. La situación desde el 29 de octubre es cambiante, evolucionando a distintas velocidades, con el correspondiente desajuste en los mercados. Un ejemplo son los cambios en las prioridades, pues donde hasta hace menos de un mes lo necesario era un coche nuevo, ahora se buscan mucho los de segunda mano e incluso las bicicletas, por su menor precio y las facilidades para desplazarse en ellas entre los desperfectos.