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Ni en pastas ni en pizzas: Italia pone condiciones a la venta de harinas y productos basados en insectos

El objetivo del Gobierno Meloni es primar la dieta mediterránea frente a la dieta global basada en insectos y alimentos sintéticos

Europa amplía la lista de insectos autorizados para alimentación humana: estos son los que se pueden comer en España

Grillos convertidos en harina alimentaria
Ángel Gómez Fuentes

Ángel Gómez Fuentes

Corresponsal en Roma

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Italia pone condiciones a la venta de harinas y productos a base de insectos, como grillos, langostas, larvas y gusanos. Deberán venderse con etiquetas fácilmente visibles que informen claramente del origen, así como el riesgo de que pueden causar reacciones alérgicas. Además, deberán colocarse en los supermercados en estanterías exclusivas para este tipo de productos. Hay una tercera condición, fundamental tratándose de Italia, que se dice patria de la cocina mediterránea: la prohibición de usar tales harinas para platos tradicionales como la pasta y la pizza.

«Los ciudadanos deben poder adoptar decisiones conscientes y estar informados desde todos los puntos de vista», ha dicho Giorgia Meloni. Su Gobierno ha aprobado cuatro decretos sobre este asunto, al que ha dado especial relevancia. Lo demuestra el hecho de que tres ministros del Gobierno Meloni -el de Agricultura y Soberanía Alimentaria, el de 'Made in Italy' y el de Sanidad- explicaron los cuatro decretos con las nuevas reglas para los cuatro tipos de harinas aprobadas: la de grillo (Acheta domesticus), gusano amarillo (Alphitobius diaperinus), gusano de la harina (Tenebrio molitor) y langosta migratoria.

En consecuencia, el Gobierno italiano aprueba las harinas de insectos aceptadas por la Unión Europea para la alimentación humana. Pero el Ejecutivo no muestra entusiasmo por esas harinas y pretende favorecer otros productos, según deja claro el influyente ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, cuñado de Giorgia Meloni: «Quienes quieran consumir estos productos podrá hacerlo pero quienes no lo deseen, como imagino que harán la mayoría de los italianos, deberán poder elegir. Es fundamental -añadió Lollobrigida- evitar que los productos Made in Italy se confundan con estas harinas».

Los decretos son «justos», pero «los tonos utilizados son claramente negativos«, se ha lamentado José Francesco Cianni, productor de harina de grillo y director gerente de Nutrinsect de Montecassiano, en la provincia de Macerata. «Es correcto que existan estanterías en los supermercados dedicadas a las harinas de insectos, como es el caso de los productos ecológicos o sin gluten, pero esto no debe hacerse para marginar ni esconder los que están basados en insectos», ha señalado Cianni.

Patrimonio de la humanidad

En coincidencia con la firma de estos decretos, se ha anunciado la candidatura de la cocina italiana como Patrimonio de la Humanidad. Es una decisión que pretende poner el acento en la dieta mediterránea, en contraste con otra basada en insectos, según explica Ettore Prandini, presidente de Coldiretti, la principal asociación de la agricultura italiana: «La candidatura de la cocina italiana como Patrimonio de la Humanidad es la respuesta a quienes quieren imponer una dieta global basada en insectos y alimentos sintéticos sin ningún vínculo con el territorio, la agricultura local, las tradiciones y la cultura».

El 54% de los italianos es contrario a las harinas de insectos, según un estudio de la asociación Coldiretti. Pero la tendencia al consumo es creciente. Quienes son contrarios, parece que tendrán que resignarse. En los próximos tres años se estima un aumento del 5% en la venta de pan, sucedáneos de la carne e integradores alimentarios a base de harina de insectos, que ya se encuentran en algunos productos a la venta desde hace algún tiempo. Pero difícilmente un pizzero se dejará convencer de la bondad y calidad de una pizza con harina de insectos. Por ejemplo, ante el clamor que está suscitando la aprobación de las harinas de insectos, el pizzero napolitano Gino Sorbillo metió en su horno una pizza a base de harinas de grillo (Acheta domesticus), en plan de provocación. Una vez cocinada, la sacó en su pala y la mostró definiéndose como una «porquería». Sin embargo, no es desde hoy que los italianos comen insectos sin saberlo: se encuentran en forma de colorante (el más conocido es el rojo de las mariquitas) o en fragmentos muy pequeños en comidas o bebidas insospechadas.

Se calcula que el aumento de productos a base de insectos en Europa alcanzará, en 2030, las 260.000 toneladas para más de 390 millones de consumidores (fueron solo 500 toneladas en el 2019, y serán 90.000 en el 2025). Un informe de la Universidad de Bérgamo ha estimado que al menos 1 de cada 3 italianos sería propenso a consumir alimentos con insectos entre sus ingredientes. El mismo estudio indica que el sector europeo de los insectos está compuesto principalmente por pequeñas y medianas empresas, pero también por grandes empresas que anteriormente operaban en sectores tan diversos como el de los alimentos para mascotas.

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