El Papa no lee la homilía del Domingo de Ramos y se cumplen cuatro semanas sin que lea discursos largos
Francisco condena el «cobarde» atentado en Moscú y alerta de una «crisis humanitaria» en Ucrania por los ataques contra centrales eléctricas
Preside la primera gran ceremonia de Semana Santa en la plaza de San Pedro y reza en voz alta algunas oraciones
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El Papa Francisco ha preferido no leer la homilía que tenía preparada para la misa del Domingo de Ramos, y es la primera vez que procede así en sus once años de pontificado. Desde hace cuatro semanas, sólo lee en voz alta los ángelus de los domingos y solicita a un monseñor del Vaticano que lea en su nombre los discursos. También este domingo, después de la misa leyó una breve introducción a la oración del ángelus, en la que incluyó una contundente condena a los atentados en Moscú.
Francisco no solo no ha leído la homilía, sino que tampoco ha participado en la procesión de las palmas que parte del centro de la plaza, en el obelisco. Además, siguió toda la ceremonia sentado junto al altar. En contraste con estas cautelas, una vez concluida la misa ha saludado a todos los cardenales que habían asistido, se subió en el papamóvil y recorrido la zona muy sonriente para saludar a los 60 mil peregrinos que participaron.
La ceremonia del Domingo de Ramos es quizá la más bella que se celebra cada año en la plaza de San Pedro. Comienza con una procesión en la que varias decenas de cardenales y obispos se acercan hasta el altar caminando desde el obelisco, pasando entre los peregrinos con una palma en las manos, en recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén.
La misa es especialmente solemne e incluye el relato completo de la Pasión de Cristo. Este domingo, como prevén las rúbricas, cuando se ha leído el párrafo sobre la muerte de Jesús, los asistentes se arrodillaron y el Papa, que escuchaba el Evangelio sentado, se ha puesto de pie unos instantes y luego se volvió a sentar.
Una vez que se los tres diáconos han concluido la lectura cantada, se han retirado. Luego se ha hecho el silencio en la plaza de San Pedro, los miles de peregrinos se han sentado para escuchar la homilía del Papa Francisco y la Radio Vaticana también le ha dado paso.
Sin embargo, sólo se ha escuchado el silencio. Tampoco nadie ha acercado un micrófono al Papa. Francisco tenía los ojos bajos y meditaba. Pasaban los segundos y como el Pontífice no comenzaba la homilía, también los cardenales se miraban entre ellos extrañados. Algunos periodistas desde la tribuna de prensa se han puesto de pie para ver si estaba sucediendo algo. Entonces, el organista ha tocado ocho acordes que daban la señal al coro de que tenía que rezar el Credo. Significaba que no habría homilía.
Ninguna explicación del Vaticano
El Vaticano no ha dado ninguna explicación sobre la decisión de Francisco, que coincide con un periodo en el que tiene dificultades para leer en voz alta. A pesar de esto, el Papa rezó con voz relativamente normal las oraciones de la primera parte de la misa y más tarde pronunció el ángelus sin encontrar dificultades.
Hay quien aventura que el Papa prefirió ayudar a los peregrinos a rezar en silencio tras el largo Evangelio de este domingo. No parece probable: él considera que la homilía es una parte importante de la ceremonia, aunque sacramentalmente no sea imprescindible.
Tras la misa, antes de marcharse sí ha rezado el Ángelus y ha impartido la bendición final con la voz ligeramente tomada. No tenía prisa para retirarse y regresar a su casa, pues saludó a varias decenas de cardenales. A continuación, se subió casi sin dificultades al papamóvil a pesar de sus problemas de rodilla y cadera y recorrió sonriente todos los sectores de la plaza durante aproximadamente quince minutos.
El Pontífice, de 87 años, cumplió el pasado 13 de marzo once años como Papa. Las dos últimas ceremonias que el Papa había presidido antes de este domingo son la canonización de Mama Antula en la basílica de San Pedro el 11 de febrero, en presencia de Javier Milei; y la misa del Miércoles de Ceniza en la basílica de Santa Sabina tres días después. El 18 de febrero el Papa comenzó sus ejercicios espirituales y, desde que los terminó, tiene dificultades para leer en voz alta textos largos.
«He pedido a uno de mis colaboradores que lea en alto este discurso, para no fatigarme tanto; sigo resfriado y me cansa leer en voz alta textos largos», explicó el 1 de marzo. Desde entonces, es normal que solicite a un monseñor que lea en su nombre las catequesis de la audiencia general, o los discursos durante sus audiencias privadas en el Vaticano.
Un Ángelus más breve de lo habitual
Como otras veces, tras la misa rezó directamente el Ángelus desde la plaza, sin subir a la ventana del Palacio Apostólico. Lo precedió de un discurso más breve de lo habitual, en el que condenó el atentado en Moscú y solicitó que cesen los ataques contra Ucrania.
«Aseguro mis oraciones por las víctimas del cobarde atentado terrorista perpetrado la otra noche en Moscú», clamó. Él silencio en la homilía dio simbólicamente mucho más peso a este puñado de palabras. «Que el Señor acoja a las víctimas en su paz y consuele a sus familias. Que convierta los corazones de quienes planean, organizan y llevan a cabo estas acciones inhumanas, que ofenden a Dios, quien ordenó: 'No matarás'», añadió.
A continuación, dio las gracias a los católicos que han regalado las ramas de olivo y palmas utilizadas en la ceremonia, entre ellos un grupo Neocatecumenal de España, y luego, separado de la condena a los terroristas y para no ligar la guerra y los atentados, pidió oraciones por la paz.
«Recemos por todos nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra», dijo. «Pienso de modo especial en la atormentada Ucrania, donde muchas personas se encuentran sin electricidad debido a los intensos ataques contra las infraestructuras que, además de causar muerte y sufrimiento, conllevan el riesgo de una catástrofe humanitaria aún mayor», alertó.
«Por favor, ¡no olvidemos a la atormentada Ucrania! Y pensemos en Gaza, que tanto está sufriendo, y en tantos otros lugares de guerra», dijo saliéndose del texto que llevaba preparado.
También Francisco lamentó el asesinado de una mujer y un niño en la «Comunidad de Paz de San José de Apartadó», localidad colombiana de casi tres mil habitantes, situada cerca de la frontera con Panamá, que se había declarado «zona de paz» ajena al conflicto entre gobierno, paramilitares y Farc. Ese asesinato parece una acción de paramilitares y por eso es una grave violación de este estatus especial. El Papa recordó que en 2018 esta comunidad «fue premiada como ejemplo de compromiso con la economía solidaria, la paz y los derechos humanos».
Enlazándose a la ceremonia religiosa, el Papa recordó que «Jesús entró en Jerusalén como un Rey humilde y pacífico» y lanzó la propuesta de «abrir los corazones a Cristo» pues «sólo Él puede librarnos de la enemistad, el odio y la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados». «Aprendamos de la Virgen María a permanecer junto a Jesús durante los días de Semana Santa, para llegar a la alegría de la Resurrección», concluyó.
Este domingo había muchos españoles en la plaza de San Pedro, entre ellos muchos jóvenes españoles que participan en Roma en el «Congreso Univ», ligado al Opus Dei.
MÁS INFORMACIÓN
La próxima cita del Papa es la audiencia general de este miércoles. El Jueves Santo le esperan otras dos grandes ceremonias, una en la basílica vaticana y otra en una cárcel de mujeres. Hasta entonces, podrían estudiarse otras modalidades que le permitan participar sin tener que hablar. Por ejemplo, delegar todas las homilías de Semana Santa al cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. De hecho, por tradición ya lo hace cada Viernes Santo.
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