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El Papa justifica el uso del condón en «casos particulares»

Benedicto XVI es el primer Pontífice de la historia que se manifiesta en este sentido, aunque aclara que su uso no es la «verdadera» manera de combatir el sida

EFE

MARIANO MORENO

Puede haber casos individuales justificados, como por ejemplo cuando una prostituta utiliza un preservativo, y esto puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia de que no todo está permitido y que no se puede hacer todo lo que se quiere». Con estas palabras, Benedicto XVI justifica la utilización del preservativo en un libro que saldrá a la venta el 24 de noviembre y que ayer adelantó el diario vaticano «L'Osservatore Romano».

Las declaraciones forman parte de una conversación más amplia que tuvo el periodista Peter Seewald con el Pontífice. Se trata de la primera vez en la historia de la Iglesia en que un Papa abre la puerta al uso del preservativo, aunque sea en circunstancias muy singulares.

No lo hizo, sin embargo, en su primer viaje apostólico a África en marzo de 2009. En su primer discurso en el continente africano, Benedicto XVI condenó el tráfico de seres humanos pero no cambió la doctrina oficial. Sobre el uso de condones, Ratzinger dijo entonces que el sida no se podía resolver con eslóganes publicitarios «ni con la distribución de preservativos». La única vía eficaz para luchar contra la pandemia «es la humanización de la sexualidad, una renovación espiritual», aseguró.

Y ese mismo mensaje es el que ha mantenido en la conversación con Seewald. Aunque Benedicto XVI justifica por primera vez la utilización en casos muy especiales, deja claro que el preservativo «no es el verdadero modo» de vencer la infección del VIH, como siempre ha mantenido. «Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad», le repite al periodista. Por si quedara alguna duda Ratzinger insiste en que «centrarse solo en el preservativo significa banalizar la sexualidad y esta banalización es el motivo por el que tantas personas no ven en la sexualidad la expresión de su amor sino una especie de droga, que asumen por sí mismos».

Sin embargo, muchos medios italianos recogieron ayer las palabras del Pontífice como un giro inesperado en un aspecto tan sensible y polémico como éste. No obstante, algunos sectores de la Iglesia han justificado en alguna ocasión la utilización del condón, como en los casos en los que se puede prevenir una infección en el seno de un matrimonio.

«Anonadado» por los abusos

La entrevista que Ratzinger concedió a Seewald estará en la calle bajo el título «Luz del mundo» y abarca numerosos temas, además de la sexualidad. En ella se descubre al Papa más cercano, íntimo y sincero. Confiesa, por ejemplo, que se quedó «anonadado» por las noticias que llegaban sobre los abusos de menores por parte de algunos sacerdotes. «Las dimensiones del escándalo fueron un verdadero shock. Ha sido difícil de soportar ver como se ensuciaba la institución del sacerdocio».

En el libro también hay espacio para temas más distendidos. Deja claro que «no produce permanentemente decisiones infalibles». «El Papa puede tomar decisiones vinculantes últimas por las cuales queda claro cuál es la fe de la Iglesia y cuál no lo es. Lo que no significa que pueda producir permanentemente afirmaciones infalibles». Asimismo bromea sobre cuestiones más mundanas como el hecho de que nunca hace nada de deporte, como Churchill. A pesar de que su anterior médico personal, el doctor Buzzonetti, le regaló una bicicleta estática. «No me alcanza el tiempo para hacerlo, y por el momento no lo necesito tampoco, gracias a Dios».

Ocio y deporte

En la conversación habla sobre su tiempo libre, al que se dedica a leer y estudiar actas. «Pero también están las comidas en común con la familia papal, las cuatro mujeres de la comunidad Memores Domini y los dos secretarios. Es un momento de distensión». También asegura que ve las noticias con los secretarios y alguna película. Su preferida: una sobre la santa africana Josefina Bakhita. «Y también nos gusta ver a Don Camilo y Peppone...».

El libro de Peter Seewald, que se publicará el miércoles, revela detalles domésticos sobre su mudanza al Vaticano. Ratzinger le cuenta cómo amuebló personalmente el apartamento papal con sus muebles usados. «Para mí era importante tener mi estudio del mismo modo como había crecido. En 1954 compré mi escritorio y las primeras librerías. Después, fue creciendo poco a poco. Allí están mis libros, conozco cada rincón, y todo tiene su historia. Las demás habitaciones fueron amuebladas con los muebles papales».

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