Obispas, vicarias o reverendas: el primer país en tener más sacerdotisas que sacerdotes
La Iglesia luterana trata de adherirse a la igualdad de género, aunque la equidad no llega aún a los puestos jerárquicos
En nuestra geografía y en los países vecinos puede ser algo poco común ver una misa conducida por una mujer, que pueda ser arzobispa en la jerarquía eclesiástica, estar casada y llevar sotana. Sin embargo, en Suecia todos estos escenarios son posibles y cada vez más habituales. «Las mujeres han llegado para quedarse», fueron las palabras de la sacerdotisa Sandra Signarsdotter a AFP en 2020. Ese mismo año se producía una noticia que daba la vuelta al mundo. El Consejo Mundial de Iglesias estimaba que la iglesia luterana sueca se convertía en la primera del mundo en tener más mujeres sacerdotes que hombres y esa tendencia permanece.
La proporción era de un 50,1% de mujeres y un 49,9% de hombres. Un cambio que se conseguía 62 años después de que se permitiera por primera vez a las mujeres ser ordenadas en la Iglesia Luterana Sueca. Y mucho después de que Anna Howard Shaw, una pastora metodista estadounidense predicara por primera vez en Suecia, en 1911. Es más, la arzobispa Antje Jackelen fue la que ofició la ceremonia de bautismo de la princesa Adrienne de Suecia el 8 de junio de 2018.
Cabe destacar que en 1990, un informe pronosticaba que las mujeres representarían la mitad del clero sueco recién en 2090. Sin embargo, las cosas llegaron antes de lo que se esperaba.
![Cristina Grenholm](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/05/27/Grenholm_20240527121635-U45140380662ogO-760x800@diario_abc.jpg)
Cristina Grenholm, secretaria de la iglesia de Suecia con la que ABC ha tenido la oportunidad de hablar, comenta que «la vocación al sacerdocio ha llegado en mayor medida a las mujeres a lo largo de los años después de un período de resistencia que duró bastante tiempo, desde 1960 hasta 1990». Y añade que «además, es una tendencia general que haya una mayoría de mujeres en los niveles superiores educación en Suecia. Dado que el camino al sacerdocio incluye casi cinco años de estudio en la universidad, lo que también termina afectando al equilibrio de género de los nuevos sacerdotes en Suecia».
Y un indicio que confirma estas palabras, según reflejaban los medios ya en 2013, alrededor del 70% de los estudiantes para el sacerdocio eran mujeres. Y la párroca Elisabeth Oberg Hansen apuntaba a AFP que «es como debería ser. En cierto modo, es un espejo de la sociedad» en la que hoy vivimos y que está cambiando.
Miguel Palomo, coordinador del Grado en Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense, explica a ABC que esto se debe a la misma presencia de la iglesia luterana, «una iglesia no tan presente en otros países como en España. Aquí hay muchas mujeres pastoras, pero a la vez muy pocos protestantes españoles se adhieren a la iglesia luterana (suelen ser de otras denominaciones como Asambleas de Hermanos, Asambleas de Dios). En definitiva, se debe a que, en general, la iglesia luterana practica una teología que se considera progresista en materia de igualdad de género», señala.
Y Palomo detalla que, según sus datos, no hay un fenómeno parecido en ningún otro punto del mundo en cuanto a que la mujer supere en proporción a los hombres al ejercer el sacerdocio. «Pero en España y en Latinoamérica es muy normal que el pastorado en una iglesia protestante sea llevado por una mujer, o en ocasiones por un matrimonio donde hombre y mujer ejercen como pastor y pastora al mismo nivel», afirma.
Y en Suecia «hoy, muchas parroquias tratan de tener un hombre y una mujer para dar la misa dominical», indicaba Grenholm a los medios, «puesto que creemos que Dios creó a los seres humanos, tanto al hombre como a la mujeres, a su imagen, y es esencial que lo mostremos». No obstante, reconocía que aún queda un camino por recorrer ya que una brecha entre sacerdotes y sacerdotisas, según el periódico especializado 'Kyrkans Tidning' es que estas últimas ganan de media 213 euros menos. Esto pasa porque, según detallaba Grenholm, las mujeres todavía no ocupan en gran número puestos jerárquicos más altos, de un total de trece, cuatro obispados están dirigidos por mujeres.
Historia
Laiglesia sueca, en su artículo 'Sacerdocio para mujeres y hombres', explica que en 1958 decidió que las mujeres también deberían tener la oportunidad de convertirse en sacerdotes. «La decisión fue una elección histórica siendo la Iglesia luterana más grande de Europa. Y la razón se fundamentaba «en la convicción teológica de que los servicios religiosos deberían estar abiertos a todos», afirman. No obstante, ya mucho antes, en 1919, se planteó la cuestión de que las mujeres llegaran a ser sacerdotes, sin embargo la idea no prosperó.
Grenholm explica a ABC que los argumentos eran dobles para plantear la cuestión de las mujeres como sacerdotes. «Las mujeres querían que su experiencia fuera reflejada también en la vida de la iglesia por las mujeres que predican, celebran misa y bautizan a los niños; Y las mujeres no querían que la iglesia fuera excluida de la tendencia general de la sociedad a incluir mujeres en cargos públicos», apunta.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se fue recuperando el debate, pero existía el temor de una parte de la comunidad religiosa que pensaba que la ordenación de mujeres provocaría divisiones dentro de la iglesia. Pese a ello el proyecto de ley para la elegibilidad de las mujeres para el servicio sacerdotal fue aprobado por mayoría. El Domingo de Ramos del 10 de abril de 1960, fueron ordenadas sacerdotes las tres primeras mujeres de la Iglesia de Suecia: Margit Sahlin, Elisabeth Djurle e Ingrid Persson.
Uno de los instigadores de la reforma escribió que «no somos seres principalmente sexuales, sino que nacimos para ser ciudadanos del reino de Dios». Pero al proyecto de ley de 1958 se añadió un matiz, una cláusula por la que ningún sacerdote tendría que hacer algo que contradijera sus propias convicciones.
«La cláusula efectivamente hizo más difícil para las mujeres trabajar en ciertas diócesis y parroquias», indica la iglesia sueca al repasar su historia. En 1982, el Parlamento sueco aprobó una ley que suprimió la «cláusula de conciencia» que permitía a los sacerdotes rechazar toda colaboración de una mujer.
Con el paso del tiempo, la Iglesia de Suecia consiguió sumar logros, en 1997 su primera su primera obispa, Christina Odenberg, y en 2014, Antje Jackelén se convertía en arzobispa de la Iglesia de Suecia. Y cualquier resistencia a la ordenación de las mujeres se considera hoy un problema del entorno laboral, por tanto se trata según la legislación vigente.
Incluso si nos remontamos más atrás en el tiempo, en la década de 1820 ya había predicadoras. Conseguían reunir grandes multitudes fuera de las iglesias de todo el país. «La decisión de 1958, cambió la iglesia y su imagen», afirman. Susann Senter, una de las primeras mujeres en ser ordenada en la diócesis de Vasteras declaraba a la BBC que había visto un cambio inmenso. Hace más de cuarenta años sólo el 2% de los pastores de la diócesis de Vesteras eran mujeres.
«Muchos de nuestros colegas varones se resistían, no nos querían. Por contraste, los miembros de la parroquia nos aceptaron con alegría. La dificultad no era con la gente de la parroquia, sino con los otros colegas. «Fue como un cuestionamiento a mi vocación. Esa fue la parte difícil», declaraba al medio británico.
Hoy en día, en contraste, la Iglesia Católica Romana no permite la ordenación de mujeres, ni las Iglesias ortodoxas. Pese a todo el momento histórico que vive la Iglesia sueca tiene otros ejemplos en las filas del clero de las iglesias de Dinamarca y Noruega. Y este año se ha cumplido el 30º aniversario de la ordenación sacerdotal de la primera reverenda Debbie Flach en la Iglesia de Inglaterra, el 5 de marzo de 1994. La Reverenda Beth Bendrey, cuenta a la 'Diócesis en Europa' que recuerda un momento conmovedor al principio de su carrera cuando ofreció la comunión a mujeres mayores que no pudieron seguir sus propias vocaciones en el sacerdocio.
Grenholm señala que aún es pronto para decir si esta tendencia volverá a cambiar o no. Mientras, Senter y otras compañeras lo tienen claro cuando hablan con los medios. Senter sostiene que vivimos una época de cambios, «creo que si se está predicando que todos somos iguales a los ojos de Dios, la Iglesia también tiene que actuar así y no detener a las personas con vocación de convertirse en sacerdotes».
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