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autora de 'no contaban con las madres'

Nuria Coronado: «Hay una 'mordaza trans' y se multa a quien alce la voz contra la ley»

Retrata «la lucha de miles de familias» con las que, dice, «no puede un lobby que mueve muchos ceros»

Boom por cambiar de sexo: más de 2.500 españoles se han operado desde 2017

Una psicóloga denuncia que «el lobby trans manipula a los niños como una secta»

Nuria Coronado, autora del libro 'No contaban con las madres' fotos: noelia jiménez
Érika Montañés

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Tras el éxito de 'Lolita contra el lobo' y el cómic 'Amelia, historia de una lucha', la periodista, escritora y (madre), apuntilla, Nuria Coronado se atreve ahora con el elefante en la habitación: existe una «dictadura del género impuesta por un lobby transgenerista», que mueve mucho dinero, entre otros motivos por los tratamientos farmacológicos que trae aparejados, resume. Repasa en la obra 'No contaban con las madres' (Ed. Deusto) lo que al final ha llevado a su subtítulo, «la lucha de miles de madres contra el fenómeno trans» que arrastró e influenció a sus respectivos hijos, mayoritariamente (un 80%) niñas, incómodas con su cuerpo o su identidad, no con su sexo biológico. Las consecuencias de dejarse llevar, ya se sabe, son «irreversibles» y, por eso, Coronado recurre a científicos, abogados y psicólogos para que desenmascaren «la fantasía distópica del poder trans», indica. Coronado presentó su libro en la última Feria del Libro de Madrid, y desde la caseta 73 dio voz a Juana Bermejo, que perdió a su hijo Éric. «Éric fue una persona que no recibió la atención médica y psicológica que necesitaba. Y ahora no hay una víctima. Hay dos. Una enterrada y otra enterrada en vida», dice la autora.

¿Qué le impulsó a escribir este libro?

La necesidad imperiosa de que la sociedad despierte a la propaganda transgenerista que está causando un daño irreversible en una parte de la población que es nuestro futuro y a la que se está dañando su salud física y mental como son las y los menores de edad.

Soy una de las escasas periodistas que desde hace más de cinco años comencé a mostrar en reportajes y entrevistas esta dictadura del género. Cada testimonio que he ido recogiendo muestra la barra libre de mentiras, la hora feliz de propaganda trangenerista que está provocando un contagio social en cada vez más hogares. Este fenómeno, conocido también con Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR) fue identificado por la doctora Lisa Littman en 2018. Esta investigadora de la Universidad de Rhode Island (Estados Unidos) a partir de los informes que recopiló con la información de madres y padres de adolescentes con los que trabajó desvelaron que sus hijas e hijos a pesar de no haber manifestado en su infancia estar a disgusto con su sexo, repentinamente se identificaban como trans.

Las conclusiones describieron este fenómeno que aparece en grupos de amistades en los que varias o todas las personas que los componen, al mismo tiempo, se identifican del sexo contrario a través de su inmersión en redes sociales. Littman señaló en su investigación que este tipo de disforia de género podría representar un mecanismo de afrontamiento desadaptativo y que las influencias sociales y las amistades pueden contribuir a su desarrollo.

Así las cosas, este contagio está provocando que miles de menores de edad — el 80 por ciento niñas— al confundir género con sexo manifiestan que son hombres trans o viceversa. Además en muchos casos se trata de jóvenes neurodivergentes con altas capacidades, trastorno del espectro autista o trastorno de déficit de atención o con depresión, víctimas de bullying, abusos sexuales o violencia machista.

Bombardeadas por todo tipo de propaganda en las redes sociales, en las series, en la publicidad, creen que es posible e inocuo cambiar de sexo. La demanda es tan repentina que piden a sus familias desde un 'binder' (una especie de faja para hacerse un 'binding', es decir, comprimir sus pechos y que, al evitar el movimiento de éstos, aprisiona el tórax, restringe la capacidad de respiración, altera la piel y puede llegar a provocar fracturas de costillas), la transición social (cambiarse de nombre), o bloqueadores de pubertad, mastectomías y hormonación cruzada... Y la gente lo aplaude.

En lugar de preguntarnos qué los lleva a eso y tener un acompañamiento psicológico, se les lanza al puro precipicio. Se ha creado una red de araña amparada primero en las leyes de las comunidades autónomas y después con la Ley Trans nacional que ampara, permite y promueve que los niños, niñas y adolescentes que sufren disforia de género de inicio rápido caigan en algo que no tiene marcha atrás.

En lugar de ayudar a esta población a responder a la pregunta de por qué creen que son trans, la seducen y manipulan en una etapa de gran vulnerabilidad psicológica. No les dejamos beber alcohol, tenemos que firmar una autorización para que puedan salir a una excusión, nos parecen peligrosos los vapeadores o fumar, pero lo de hormonarles y jugar con su salud nos parece gloria bendita…

¿Qué diría a las miles de familias donde su hija o su hijo menor de repente les dice que no se siente identificado con su sexo?

En primer lugar, que los escuchen y en segundo lugar que busquen cuanto antes las herramientas y la información no sesgada para pasar por una experiencia complicada y difícil de gestionar que puede durar años. Y es que las familias van a llegar a desconocer a sus hijas o hijos porque están abducidos e impregnados por los discursos que ven en series, redes sociales o charlas. Les van a llegar a presionar con el suicidio o con la hormonación sin pensar en las consecuencias. Lo mejor que pueden hacer es tratar de no perder la relación con su hija o hijo. Que sepan que están a su lado a pesar de que no quieran oírlos.

Por otro lado, tal y como advierten asociaciones como las madres de Amanda o profesionales de la psicología, se están limitando las valoraciones psicológicas a menores con disforia, calificando todo aquello que no se ciña al modelo afirmativo de género como terapia de conversión, cuando la realidad es que la verdadera terapia de conversión es conducir a niñas y niños disconformes con los estereotipos sexistas a la hormonación.

¿Existen las infancias trans?

A tu pregunta de si existe la infancia trans o la transexualidad respondo diciendo que lo único que existe es una sociedad sexista y que se mece al son de una ideología que desempolva ideas tan retrógradas como que existen cosas, gustos, actitudes, preferencias, etcétera, femeninas y masculinas, que, si son opuestas al sexo, indican que se nació en el cuerpo equivocado y se es trans.

Así que no nacemos en cuerpos sino en sociedades equivocadas que lejos de acabar con el género lo multiplican como si se tratase del milagro de los panes y los peces. Si viviéramos en una sociedad evolucionada daría igual que un niño se ponga una falda rosa, porque solo es ropa o si una niña lleva el pelo corto, porque solo es un peinado. Obviamente las personas que tienen disforia de género lo que requieren es un tratamiento exploratorio para poder sentirse conformes con su vida. Sin duda estas personas sienten un malestar clínico y han de ser tratadas con garantías médicas.

¿Qué quiere decir cuando habla de mordaza trans?

Hablo de la mordaza trans por la presión del transgenerismo en las familias. Mientras que la propaganda trans promete la receta de la felicidad a las menores y los menores no dice nada de la mordaza que impone a las familias. Un bozal que se acaba convirtiendo en una tortura. Tienen que acatar todo el pack o pierden a sus seres más queridos.

La ley Trans deja claro que las familias que se opongan a la norma, además de poder perder la patria potestad, corren el riesgo de enfrentarse a expedientes por maltrato. La redacción del artículo 170 así lo establece: «Cualquiera de los progenitores podrá ser privado total o parcialmente de su potestad por sentencia fundada en el incumplimiento de los deberes inherentes a la misma o dictada en causa criminal o matrimonial. Los Tribunales podrán, en beneficio e interés del hijo, acordar la recuperación de la patria potestad cuando hubiere cesado la causa que motivó la privación».

Hablo de mordaza trans porque la libertad de expresión está en juego para toda la sociedad. Nos enfrentamos a multas económicas si levantamos la voz, a perder nuestros puestos de trabajo, a que nos señalen cuando decimos que con estas leyes se está contraviniendo la ley para la igualdad entre mujeres y hombres y el Convenio de Estambul…Es la misma estrategia que usa cualquier maltratador. Pura luz de gas sexista.

Imagen - «Nos parecen peligrosos los vapeadores, pero hormonarles es gloria bendita. Es un escándalo médico que supera a las lobotomías»

«Nos parecen peligrosos los vapeadores, pero hormonarles es gloria bendita. Es un escándalo médico que supera a las lobotomías»

Yo me pregunto si se nos habría ocurrido aprobar una ley que diera la razón a una chica con anorexia y distorsión cognitiva de su cuerpo que hace que sea vea gorda y alentarla a no comer y automutilarse porque según ella es un derecho humano y no puede esperar ni un segundo más. Si se habría aplaudido y normalizado que las familias que se opusieran a ello fueran tildadas de anorexofóbicas. La respuesta cae por su propio peso.

Menciona un viaje de manipulación social. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

La manipulación se ha hecho a través del neolenguaje y gracias a la promoción en medios de comunicación del transactivismo. Se ha repetido hasta la saciedad que los derechos trans no se respetan. Que no tienen derechos. Cuando los derechos son inherentes a cualquier persona. Y a fuerza de repetirlo, ha calado. Toda esta estrategia parte, como desveló en 2019, James Kirkup — director de la Social Market Foundation y exeditor de política de 'The Scotsman' y 'The Daily Telegraph'— de una maniobra orquestada por el lobby transgenerista y descrita en el informe Dentons, titulado: «¿Sólo adultos?». Sus páginas son la guía que marca las estrategias elaboradas por un importante bufete de abogados internacional (que es el que da nombre al escrito) para que el mensaje transgenerista entre facilito y hasta la cocina de la opinión pública.

La idea según describe este manual de actuación transgenerista es «que los medios de comunicación ni el público en general sepan las consecuencias reales de los cambios que afectan especialmente a menores. Porque si el público se entera de esos cambios, a buen seguro se opondría a ellos». Además, la estrategia se ha acompañado del fomento de políticas identitarias en las agendas de los gobiernos y a base de poner en los partidos figuras trans o relatores o respetados activistas en las instituciones. Solo hay que unir puntos.

¿Usted cree en la doctrina 'queer', qué opina de ella?

La teoría queer y el transgenerismo se venden como la panacea cuando es puro sexismo, machismo, homofobia y lesbofobia, entre otras lindezas. Defiende lo raro como identidad. Soy feminista y por tanto no puedo estar más que en desacuerdo. La meta del feminismo es acabar con toda forma de opresión contra la hembra humana. Por eso hay que abolir el género, no multiplicarlo hasta el infinito y más allá (agénero, bigénero, trigénero, pangénero, andrógino, transexual, transgénero, neutro, fluido, no binario, genderqueer, intersexual, bisexual, asexual, pansexual, polisexual, demisexual, género no conforme, híbrido, neutro de género, cisgénero, género expansivo, travesti, género fluido, genderflux, no género, multigénero, pomosexual, omnisexual, posgénero, transfobia, genderbend y hombre cisgénero).

Por si esto fuera poco la gran papisa de lo queer, Judith Butler, a la defensa de la prostitución o los vientres de alquiler suma la de la pedofilia. En "Deshacer el género", habla de ella como fantasía. En el capítulo 7, titulado «Los dilemas del tabú del incesto», comenta que «otro asunto concerniente a lo simbólico es que la prohibición del incesto puede ser uno de los motivos para su propia transgresión, lo que sugiere que las posiciones simbólicas del parentesco son de diversas maneras derrotadas por la misma sexualidad que tratan de producir a través de la regulación. […] Quisiera recordar que la distinción entre suceso y deseo no está tan clara como a veces se afirma. […] De hecho, para comprender la violación que puede ser incesto — y también para distinguir aquellas ocasiones de incesto que son una violación y las que no lo son—, no es necesario concebir el cuerpo del niño como una superficie exclusivamente impuesta desde el exterior». Yo me pregunto desde cuándo un incesto no es una violación.

¿Con qué expertas ha contado usted para el libro que aporten elementos clave para la definición de esta obra?

Mi libro está basado en verdades científicas y en la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas basadas en el sexo. Frente al borrado de las mujeres y todas las consecuencias nefastas que estamos viendo está causando este delirio trans he querido que sepa la verdad del negocio trans y de lo que viene después: el transhumanismo.

De hecho, recientemente en Madrid se ha reunido el club Bilderberg y uno de sus argumentos estrella era el desarrollo de la biología. Como explica Jennifer Bilek, reconocidísima periodista de investigación y experta en la industria del género, el transgenerismo se encuentra en el centro del complejo industrial médico, que según algunas estimaciones es aún más grande que el complejo industrial militar. «Transgénero» no es un tipo de persona. Es el nombre conglomerado de una serie de presiones corporativas que preparan a niños y adultos para la disociación industrial del cuerpo, abriendo así a la humanidad a mayores invasiones corporativas en nuestros cuerpos». Así que no hay mordaza que pueda con la fuerza de las madres o de las abogadas, médicas, profesoras, las instituciones racionales que se oponen a este lobby. No me importa lo que opinen quienes defienden este maltrato a la infancia. Me importan las niñas y niños, la juventud a la que se está engañando.

¿Cuál es la historia de esas madres que más le ha impactado?

Cada madre con la que he hablado, cada desistidora o destransicionadora que he conocido han provocado en mí la fuerza del periodismo. No hay mayor activismo que contar la verdad del terrible dolor al que se enfrentan porque no fueron advertidas de la realidad que está detrás de la purpurina y la verborrea transgenerista. No puedo elegir una historia, pero sí decir que todas las historias son reflejo de una estafa que es el mayor escándalo médico de la sociedad actual. Hemos superado al de las lobotomías. Solo espero y deseo que todas las personas, profesionales, instituciones, medios de comunicación o partidos que lo han apoyado paguen con la justicia todo su nefasto proceder. En España, como ya ocurrido en otros países, habrá miles de demandas de las familias o de las personas afectadas por el daño causado. Y ahí seguiremos nosotras recordando a cada una de las piezas del puzzle delirante. No nos vamos a olvidar.

El colectivo transexual dice que con la ley Trans se han colmado décadas de opresión, maltrato, indiferencia social, desprecio y discriminación. ¿Está de acuerdo o hay que desandar la ley Trans?

No. No es cierto. En España contábamos con decenas de leyes autonómicas que ya defendían al que dicen el colectivo más oprimido del mundo. Un colectivo que además de borrar a las mujeres ha borrado a lesbianas, gays y bisexuales. Ahora todo es T. La única manera de acabar con este despropósito «travestido» de derechos es derogando la Ley y protegiendo a menores de edad. En cuanto a Irene Montero ha sido junto a su partido y quienes se lo han permitido el peor caballo de Troya del feminismo. Ayer mismo un pederasta que violó a un niño de ocho años en un ritual de santería ha visto reducida su pena seis meses menos con su gran Ley. Su caballo de Troya no contaba con la rebeldía y la fuerza infinita de la yeguada de las madres y las feministas.

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