Musulmanes contra musulmanes: la comunidad ahmadí denuncia la persecución religiosa en Pakistán
Las autoridades les han prohibido que celebren la tradicional fiesta del sacrificio
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Cuando Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) denunciaba, hace unos días, que la libertad religiosa se encuentra amenazada para el 62% de la población mundial, unos 4.900 millones de personas, la primera impresión que se venía a la cabeza era la de ... unos fieles de una confesión persiguiendo a los de otra. Y suele ser lo habitual, pero tampoco faltan los casos en que apenas se puede diferenciar la fe de quienes acosan, de la que profesa la minoría que es perseguida.
Es la situación que se vive en Pakistán, un país de mayoría musulmana (un 96,47% según ACN) donde las minorías perseguidas son los cristianos, hindúes, bahais y ahmadíes. Lo curioso es que estos últimos también se consideran seguidores de la religión musulmana, pero son considerados ciudadanos de segunda y acaban sufriendo episodios de violencia por sus creencias. Musulmanes contra musulmanes en un país donde la constitución establece que la religión del Estado es el islam.
Un ejemplo reciente de estas tensiones es la denuncia que los musulmanes ahmadíes han realizado en Europa sobre la persecución que sufren en Pakistán (y también en otros países) por parte de las autoridades civiles y religiosas. En un comunicado difundido por la comunidad española de esta confesión alertan de que «las autoridades paquistaníes han prohibido a los musulmanes áhmadi en Pakistán reunirse para celebrar el Eis-ul-Adha (la tradicional fiesta del cordero islámica)».
Así, en lo que consideran «una grave violación de los derechos humanos básicos y de la libertad religiosa», señalan que el Colegio de Abogados (una institución estatal en Pakistán) de las ciudades de Lahore y Gojra (situadas en la región del Punjab) ha pedido a las fuerzas policiales locales que «tomen las medidas necesarias para asegurar que los musulmanes áhmadis no participen del 'qurbani'», el ritual del sacrificio que realizan todos los musulmanes con motivo de esta fiesta.
Según señala la nota, estas restricciones han hecho circular mensajes por el país en que instan a la población «a denunciar a la policía a los musulmanes ahmadíes sorprendidos realizando sacrificios de animales». Y añaden que ésta «es la última de una larga serie de restricciones y opresión por parte de las autoridades estatales de Pakistán contra la marginada y perseguida comunidad musulmana ahmadí».
El comunicado hecho público finaliza con una petición a la comunidad internacional para que «alce la voz contra las restricciones impuestas a la libertad religiosa y que presione al gobierno pakistaní para que adopte sin demora las medidas necesarias para salvaguardar la protección y la seguridad de los ahmadíes». Además, también recuerdan que «el 13 de julio de 2021 los expertos en derechos humanos de la ONU expresaron su profunda preocupación por la falta de atención a las graves violaciones de derechos humanos perpetradas contra la comunidad ahmadí musulmana en todo el mundo».
La Comunidad Ahmadía es, si nos atenemos a la acepción primigenia y sin carácter peyorativo de la palabra, una secta del islam, fundada en 1889 por Mirza Ghulam Ahmad, considerado en un primer momento un reformador. Es por tanto una escisión con algunas doctrinas que se apartan de la ortodoxia islámica, como la creencia de que su fundador es el mesías profetizado por las tres religiones monoteístas y la convicción de que Jesús (considerado un profeta por los musulmanes) sobrevivió a la crucifixión y siguió predicando en la India, en busca de las tribus perdidas de Israel. Según los ahmadíes, Jesús murió a los 86 años y su tumba se encuentra en Cachemira.
A pesar de que se autodefinen como pacifistas, rechazan cualquier forma de terrorismo y se oponen a la idea «violencia agresiva para difundir la religión, es decir el actual concepto para la 'yihad'». De hecho su lema es «amor para todos, odio para nadie». Según afirman, «los ulemas extremistas se oponen a esta interpretación pacífica del islam y la han utilizado como excusa para excomulgar a esta comunidad del seno del islam», lo que implica que tengan problemas en los países de mayoría musulmana incluso la prohibición de peregrinar a La Meca.
En Pakistán, su situación es más compleja desde 1974 cuando el entonces primer ministro, Zulfikar Ali Bhutto, declaró el estatus de «no musulmán» para los ahmadíes. Diez años después el presidente militar Zia-ul-Haq publicó un decreto para prevenir supuestas «actividades anti-islámicas» que prohibía a los ahmadíes llamarse musulmanes o «hacerse pasar por musulmanes», lo que acrecentó su persecución tanto desde las autoridades, como por algunos sectores de la población.
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En España, la comunidad ahmadía tiene presencia desde mediados del siglo XX y cuenta con unos centenares de fieles, la mayoría procedentes de países del subcontinente indio. Tiene su sede en la mezquita Basharat en la localidad cordobesa de Pedro Abad, que cuando se inauguró en 1982, se convirtió en la primera mezquita que se construía en España después de seis siglos. Se trata de un centro cultura y social abierto al público y al que se sumó en 2013 otra mezquita, construida en la Pobla de Vallbona (Valencia) con capacidad para 600 personas.
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