Una muralla de ahogados se levanta entre África y Europa

Son los muertos sin nombre del Atlántico y el Mediterráneo, miles de personas que embarcan en una patera y nunca arriban a puerto. Hay un océano de fallecidos cuyas familias rastrean. Dicen que uno no desaparece mientras alguien los busca. Un proyecto pionero de Cruz Roja quiere ponerles relato

Cementerio de Santa Cruz de Tenerife donde se entierran a las víctimas sin nombre que llegan en cayuco EFE

Alguien dijo que existe un muro de cadáveres que hace de barrera entre el primer y el tercer mundo y se levanta en la profundidad del mar. «En ese Mediterráneo donde miles de personas se bañan estos días y disfrutan; bajo las aguas, hay ... cientos, miles de cuerpos de personas naufragadas». Uno de los mejores antropólogos forenses del mundo, José Pablo Baraybar (Lima, Perú, 1964) detesta la demagogia y recurre a una cita para denunciar lo inmoral del drama migratorio que España vive muy de cerca, porque hay una ruta en exclusividad dedicada al tráfico de personas, la que conecta África (desde múltiples lugares de partida) hasta Canarias. «El Atlántico es una trampa mortal; muchas pateras salen de Gambia por ejemplo y acaban en Cabo Verde, Trinidad y Tobago o el Caribe», afirma Baraybar. Las corrientes arrastran cayucos fantasma por todo el océano.

Baraybar está inmerso en un proyecto pionero iniciado por Cruz Roja Internacional que aterrizó en septiembre del año pasado en Canarias, desarrollado también en Italia y cuya próxima implantación será Almería. Consistiría en algo «tan sencillo», afirma el forense peruano, como saber cuántas personas salen en cada patera, cuántas llegan a puerto, y rastrear e identificar a los ahogados. Pero desde que en 1988 un periodista gaditano documentó el primer naufragio de una embarcación frente a las costas españolas, la ONU recrimina a nuestro país que no «busque ni identifique» a 9.000 inmigrantes fallecidos. El balance añade ceros: de hecho, solo entre 2014 y 2019, según la también perteneciente a Naciones Unidas Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de los 19.000 inmigrantes que arribaron a costas nacionales, España identificó al 13%. Hay recuentos que elabora Associated Press que disparan ese número a 23.000, por lo que el porcentaje de identificados se reduciría considerablemente, según explica el forense.

El forense José Pablo Baraybar, experto forense de Cruz Roja Matías Nieto

«Los estados están obligados a hacerlo con las personas que mueren en tierra; también en aguas nacionales, pero ahí se entra en un tema difuso. Si te ahogas y nadie te ve, no queda clara de quién es la obligación de buscarte». Hay naufragios invisibles, «la cuestión migratoria es realmente compleja, está llena de vacíos médico-legales», aduce Baraybar a ABC, durante una visita relámpago a Madrid.

Hablar con los parientes

Rellenar ese estado gaseoso en el que muchas veces se convierte el recorrido de una persona es el objetivo del proyecto Family Links de Cruz Roja Internacional, del que forma parte un nutrido equipo de personas. Aunque la trayectoria de esta organización humanitaria con el drama de quienes persiguen un mejor horizonte se remonta a 1864, este nuevo proyecto busca poner nombres e historias no solo a los cuerpos recuperados, también saber que un inmigrante ha muerto y comunicárselo a sus familias; e incluso si vive pero en un punto remoto del planeta donde ha ido a parar, ponerle en contacto con esos parientes que solo saben de su partida por una última foto colgada en Facebook o un último mensaje en WhatsApp.

«Dicen que alguien no desaparece mientras haya quien lo busque, pero Cruz Roja tiene que ser proactiva, no solo esperamos a que alguien nos contacte para empezar el rastreo y que todo el movimiento reaccione ante la solicitud de búsqueda. Nuestra alerta temprana es cada vez que Salvamento Marítimo avista una 'patera a la deriva' y lo comunica», continúa José Pablo Baraybar.

El peruano acumula treinta años en la Oficina de Personas Desaparecidas y Ciencias Forenses de Naciones Unidas y ha participado en la identificación de cuerpos en guerras y crímenes de lesa humanidad. Testificó ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia y trabajó en los genocidios de Sri Lanka, Ruanda, Congo, Etiopía, Haití... Baraybar se detiene para ensalzar a España por que tenga un servicio civil como el de Salvamento Marítimo dedicado en cuerpo y alma al rescate en el mar de esas embarcaciones repletas de vida y muerte. Es por ello que este proyecto recaló aquí, destaca.

Repite: «En un mundo ideal, si tú sabes cuántas personas embarcan en Gambia rumbo a Canarias, y cuántas personas llegan, sabes cuántas personas faltan». Pero no atravesamos ese momento utópico, así que Baraybar destripa cómo se ha desarrollado un sistema de herramientas de medición –con ayuda, entre otras instituciones, de la Universidad de Buenos Aires y París– que tratan de reconstruir un 'escenario probable' del naufragio que cuenta con otro enemigo, además de la suerte que arroje el mar, y son las mafias que trafican con estas personas y que ensombrecen cualquier proceso de búsqueda de información.

Al margen de ello, la herramienta de la que se sirve Cruz Roja agrega una serie de datos, desde la lista de pasajeros, los testimonios de los testigos en puerto («es algo muy valioso para nosotros», apunta) hasta las fotografías de los acompañantes en el cayuco. «También queda en último lugar la duda razonable sobre muchos de esos destinos –explica el forense enrolado con Cruz Roja Internacional hace algo más de un lustro–, pero uno de los muchos avances de esta metodología es que entre las personas que se encuentran en un mismo evento (palabra con la que designan cada viaje de una patera) muchos nombres correspondían a la misma persona, solo que deletreada o dicha de maneras diferentes. Por ejemplo, tal y como se pronuncia Mohamed-Muhammad, no sabías si era una misma persona o diferentes. Ahora esa trasposición de nombres se hace de manera sistemática, por algoritmo, combinando técnicas multidisciplinares. Había que ponerle un poco de ciencia a todo este procedimiento».

Homenaje a los ahogados desconocidos en Barbate Efe

Claro, que, a la hora de completar el proyecto y transmitirle a un familiar que se halla angustiado en Gambia esperando noticias de su pariente que no está en el evento por un algoritmo «es casi inmoral». Porque el siguiente paso es acudir al origen, al lugar de cuna, incluso para tomar muestras de ADN ante mortem. «Mi trabajo es saber que esa persona murió y con ayuda de mis compañeros, transmitir a su familia que no aparecerá». Ahí entra lo que Baraybar denomina «pérdida o luto ambiguo». Describe cómo muchas personas muestran una respuesta positiva, se sienten «aliviadas» al tener esa nimia comunicación; pero otras saben que su pariente salió y no llegó, así que no tienen ninguna certeza de su muerte y se introducen en el limbo de las pesquisas. Se las arreglan con pedacitos de información y su duelo queda en tinieblas.

Dudosos protocolos

En el laberinto de la identificación y en colaboración con jueces y servicios policiales europeos, hay países que resuelven el problema con un 'me tapo los ojos', aguijonea Baraybar. El problema son los estándares o protocolos para identificar a los cuerpos. En muchos casos no es posible ni facilitar un perfil genético con muestras de ADN que permita tirar del hilo para, en un momento dado, poder dar con la familia de esa persona. «Es un gran agujero, nos proponemos configurar una base nacional de muestras de ADN de cuerpos encontrados ahogados. Por ejemplo, en la tragedia de Lampedusa (Sicilia) de 2015 logramos identificar positivamente a cuatro personas por ADN. Parecen pocas, cuatro de mil, pero es un gran avance», subraya el antropólogo. Otro problema es el gigantesco volumen de personas desaparecidas en rutas como la canaria: de 36 eventos desde septiembre de 2021, hay seis casos de no llegada. «Es buscar una aguja en un pajar. La moraleja de todo esto es que es una locura», acepta.

«¡Y España todavía entierra a sus muertos en fosas o cementerios, todos con un legajo judicial!», exclama el forense. En puntos de la costa como Algeciras, Barbate o en el archipiélago canario hay cientos de tumbas sin ningún nombre esculpido en la lápida. Ocurre en el de Santa Lastenia en Santa Cruz de Tenerife, donde una asociación maliense ha dispuesto una placa conmemorativa como honra a los cientos de inmigrantes que partieron de su país, Mali, sin conocerse aún su paradero. «Pero –y continúa– Italia ya no da abasto. Ha decidido que sus fosas están a tope, y que hay que llevar esos cuerpos 'a otros lugares' o dedicarles otros usos. Imagínese cuáles. Y Grecia está en las mismas», reflexiona Baraybar. Sabe que hay murallas burocráticas más altas que la que se levanta bajo los pies de los bañistas del sistema de corrientes cálidas del Mediterráneo.

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