El riesgo de morir en un hospital por causas respiratorias es mayor en verano que en invierno por el cambio climático
Un estudio impulsado por el IsGlobal analiza la relación entre la temperatura ambiental y la mortalidad hospitalaria por patología respiratoria en Madrid y Barcelona entre 2006 y 2019
La investigación puede servir de base, según los autores, para impulsar cambios en el manejo clínico de estos pacientes en los centros sanitarios
Las cinco enfermedades respiratorias más mortales

En los meses de invierno se producen las puntas de ingresos hospitalarios por enfermedades respiratorias, sin embargo la mayoría de las muertes intrahospitalarias por esta causa se registran en verano. Parece un contrasentido porque las muertes por afecciones respiratorias siempre se han asociado a las bajas temperaturas pero un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa, apunta ahora este nuevo patron. ¿La razón? El calentamiento global provocado por el cambio climático; es decir las altas temperaturas están detrás, según los autores del estudio, de este giro en el guión. Las conclusiones del estudio, publicado en 'The Lancet Regional Health- Europe', pueden servir de base para una mejor adaptación al cambio climático en los centros sanitarios.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron la asociación entre la temperatura ambiente y la mortalidad hospitalaria por enfermedades respiratorias en pacientes ingresados por patología respiratoria en las provincias de Madrid y Barcelona entre los años 2006 y 2019. Los resultados mostraron que el número de ingresos hospitalarios en ambas provincias, incluidos los que resultaron en muerte, fue mayor durante los meses de invierno y menor durante la estación cálida (de junio a septiembre), con un pico en el mes de enero y un mínimo de ingresos en el mes de agosto. Sin embargo, aunque los ingresos fueron mayores durante los meses de invierno, la máxima incidencia de mortalidad hospitalaria se produjo durante los meses de verano y estuvo fuertemente relacionada con las altas temperaturas.
«Hemos visto que buena parte de este incremento en la mortalidad se debe a los pacientes que ingresaron ya por enfermedades agravadas por el calor. Se trata, en su mayoría, de personas de edad avanzada que tenían patologías de base y las altas temperaturas las han agravado», señala en declaraciones a ABC Hicham Achebak, primer autor del estudio e investigador en Inserm e ISGlobal, que cuenta con una beca postdoctoral Marie Skłodowska-Curie de la Comisión Europea.
Para calcular la asociación entre la temperatura ambiente y la mortalidad hospitalaria, el equipo del IsGlobal utilizó datos sobre las hospitalizaciones diarias, la meteorología (temperatura y humedad relativa) y los contaminantes atmosféricos (O3, PM2,5, PM10 y NO2). Aunque se ha descrito ampliamente que la exposición diaria al calor y al frío se asocia a un mayor riesgo de ingreso hospitalario por enfermedades respiratorias como la neumonía, la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y el asma, hasta ahora ningún estudio se había centrado en las hospitalizaciones con resultado de muerte y, por tanto, en los casos más graves de morbilidad.
«Es el primer estudio que analiza en concreto las muertes hospitalarias por causas respiratorias», indica Achebak y destaca la importancia del mismo de cara a buscar estrategias que permitan minimizar el impacto de esta mortalidad en los hospitales.
Entre el 16 y el 22,1 por ciento de las muertes
En términos de carga atribuible, el estudio determinó que las altas temperaturas estivales fueron responsables del 16 por ciento y del 22,1 por ciento del total de hospitalizaciones mortales por enfermedades respiratorias en Madrid y Barcelona, respectivamente. El efecto del calor fue inmediato, ya que la mayor parte del impacto tuvo lugar en los tres primeros días desde la exposición a altas temperaturas.
«Esto sugiere que el aumento de los problemas respiratorios agudos durante el calor está más relacionado con el agravamiento de enfermedades respiratorias crónicas e infecciosas que con la propagación de nuevas infecciones, ya que estas suelen tardar varios días en causar síntomas», aclara Hicham Achebak.
Los resultados del estudio mostraron efectos del calor especialmente para la bronquitis aguda y la bronquiolitis, la neumonía y la insuficiencia respiratoria. Ni la humedad relativa ni los contaminantes atmosféricos desempeñaron un papel estadísticamente significativo en la asociación del calor con la mortalidad de los pacientes ingresados por enfermedades respiratorias.
Las mujeres, más vulnerables
De la investigación se desprende también que las mujeres fueron más vulnerables al calor que los hombres. «Es muy probable que esto esté relacionado con las diferencias fisiológicas específicas en la termorregulación. Las mujeres tienen un umbral de temperatura más alto por encima del cual se activan los mecanismos de sudoración, y una menor producción de sudor que los hombres, lo que se traduce en una menor pérdida de calor por evaporación y, por tanto, una mayor susceptibilidad a los efectos del calor», explica Joan Ballester, investigador de ISGlobal y último autor del estudio.
El estudio ha demostrado que las altas temperaturas contribuyeron a aumentar el riesgo de mortalidad en pacientes hospitalizados por enfermedades respiratorias, mientras que las bajas temperaturas no se asociaron con esta variable. Según el equipo investigador, esto podría tener que ver con el hecho de que los servicios sanitarios están cada vez más preparados para hacer frente a los picos invernales de enfermedades respiratorias. «Los hospitales están preparados para manejar cuadros clínicos asociados a la bajas temperaturas pero quizás no están tan preparados para manejar los vinculados al aumento de las temperaturas», precisa el primer autor del estudio y advierte de que este problema de salud podría ir a más. «A menos que se adopten medidas de adaptación eficaces en los centros hospitalarios, el calentamiento global podría agravar la carga de mortalidad de los pacientes hospitalizados por enfermedades respiratorias durante el período estival», dice Hicham Achebak.
«Eso no significa, -añade- que la forma de minimizar esa mortalidad sea solo haciendo cambios en el abordaje clínico a estos pacientes en los hospitales. Es muy importante también prevenir los efectos del calor en la población más vulnerable fuera, antes de que se produzca el ingreso hospitalario». Recuerda, en este sentido, un dato: solo el 35 por ciento de los hogares españoles tiene aire acondicionado. «Hay mucha población sensible como los ancianos que no vive en las condiciones óptimas de climatización en los meses de verano y eso es un tema de desigualdad socioeconómica«, subraya en declaraciones a ABC.
Los autores del trabajo reconocen que los resultados del estudio tienen importantes implicaciones para las políticas de adaptación sanitaria al cambio climático, y para las proyecciones de los impactos del cambio climático en la salud humana. Confían en que su trabajo sea «un punto de partida» para minimizar la mortalidad intrahospitalaria por esta causa.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete