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Larry Shy, el americano más español: «Esta no es una bandera fascista, representa amor por tu país»

ABC pasa una jornada en el centro de Madrid con este hombre de Detroit que se enamoró hace 30 años de nuestro país

«No os dais cuenta de que sois el mejor país del mundo»

Larry, durante su entrevista, lee ABC ABC

Quedar con Larry Shy (Ann Arbor, Michigan, Estados Unidos, 1973) en Madrid es el ejemplo perfecto de cómo una celebridad en las redes sociales traspasa a la calle. Entre el ruido de las obras de la Puerta del Sol, y mientras trasladaban la estatua del Oso y el Madroño a su nuevo emplazamiento, nos recibe con la bandera de España anudada al cuello. Mientras acaba de hacerse 'selfies' con unos adolescentes y con unos trabajadores del Corte Inglés, nos sonríe y en un inglés muy americano nos saluda y nos da un abrazo como comienzo de una jornada en la que la españolidad como concepto se entiende de otra manera.

«¡Mis amigos españoles!», nos dice, mientras le comentamos el reportaje que queremos hacer con él: ir de turisteo. Hacer cosas típicamente españolas para un hombre que se ha convertido en el fenómeno del momento por un amor que, para muchos, roza lo extraño. La pasión que siente este trabajador de una empresa de servicios médicos de Ann Arbor por un país que conoció gracias un desengaño amoroso le ha llevado a llenar su brazo de símbolos españoles.

Desde la bandera rojigualda y el toro rampante, pasando por nombres de ciudades como Madrid, Bilbao, Sevilla, Zaragoza o Burgos, de los que acaba de llegar antes de este reportaje, o empresas como Mercadona y El Corte Inglés. Los tatuajes que le han hecho viral por todo el mundo, de hecho, se los acaba de repasar en su local de confianza en el madrileño barrio del Pilar.

Larry Shy (que de tímido solo tiene el apellido) nos confiesa que todo empezó por unos cuernos. «Yo estaba en la universidad y estaba saliendo con una chica, que se apuntó a clases de francés. Como quería estar con ella, también lo hice… y me fue infiel. Evidentemente no quería seguir allí, así que me pasé a clases de español, y ahí conocí a un buen amigo de aquí, que fue el que me invitó por primera vez a venir a España», relata, mientras esperamos un típico bocadillo de calamares en la Plaza Mayor.

Al paso por la estatua de Felipe III, y tras unos cuantos selfies más con gente que le para, se queda asombrado. «¿Lo habéis visto? ¿Os dais cuenta de todo lo que tenéis aquí? ¡Mira esta estatua! ¡Mira esos balcones, esa arquitectura! ¡El reloj! Una de las cosas que más me asombran de España es que en todas sus ciudades hay una plaza parecida a esta. Eso en Estados Unidos no lo tenemos, o no así».

«Hay en cosas en las que hay más libertad en Estados Unidos y otras aquí, pero hay una cosa que sois únicos: aquí conserváis vuestra historia. Allí derruimos y construimos, una y otra vez. Aquí no, aquí tenéis lo que pasó. Vas por la carretera y ves castillos antiguos o catedrales con siglos de historia. Y eso es porque os enorgullecéis de vuestra cultura e historia», destaca al respecto.

Una pasión que entra por el estómago

Pero, ¿a qué viene ese amor por España? Larry ha viajado por todo el mundo, desde Tailandia, China o Vietnam pasando por toda Europa. Sobre todos ellos, y a la misma altura que su Estados Unidos natal, coloca a la piel de toro.

«¿Qué es lo que más me gusta? Empiezo por la gente de España. Siempre lo digo: si quieres tener una buena y franca conversación, habla con un español. Hablan desde el corazón, no son charlas vacías o falsas, son reales. He viajado por todo el mundo y los españoles son los 'número 1' (lo dice en un castellano con fuerte acento americano). 'Me encanta españoles'. Lo siento, estoy trabajando en mi español», bromea.

«Vas por la carretera y ves castillos antiguos o catedrales con siglos de historia. Y eso es porque os enorgullecéis de vuestra cultura e historia»

Larry no es el turista típico. De hecho, es una de las cosas que más destaca: la otra España. No solo mira Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia, que le encantan, sino también las ciudades que salen menos en las guías. «Coge cualquier ciudad o pueblo y camina por sus calles. Y mira sus edificios, sus calles de piedra que tienen más años que mi país entero. Sus estatuas, sus vecinos, el tiempo… ¡La comida! ¡Por Dios, la comida!», admite.

Y es que a este americano de varias generaciones se le ha ganado por el estómago. «Cada ciudad o pueblo tiene su propia comida. ¡Es alucinante! Si vas a Valencia, está la paella. Si vas a Burgos, tienes la morcilla. Si vas al País Vasco, el txuletón y si vas a San Sebastián, los pintxos… Todas las regiones tienen su propio corazón, su propio orgullo», destaca.

«¡Dejaos de hamburguesas típicas o pizzas de cadenas, ¡id al restaurante o al bar de la zona y disfrutad de lo vuestro!»

En este sentido, lanza una petición a los españoles: «¡No comáis en cadenas de restaurantes de comida rápida! ¿Cómo podéis hacerlo, si tenéis la mejor comida en el mundo? ¡Dejaos de hamburguesas típicas o pizzas de cadenas, ¡id al restaurante o al bar de la zona y disfrutad de lo vuestro!», insiste. «Esta mañana iba paseando por Madrid, en una pequeña calle, y me encontré una conocida cadena de cafeterías. Y al lado, una típica española. Si queréis ayudar a España, empecemos por la gente. Echad a los de la cadena de cafeterías americana y dejaos el dinero con la gente española. Dejad de comprar en compañías que no son españolas», expresa.

Larry atrae todas las miradas, no solo por su tatuaje, sino por la bandera al cuello. Y este es un asunto en el que se pone serio.

«Hay que respetar la bandera española. Esta bandera es una bandera, solo representa amor por tu país. Vivas en el norte o en el sur, o en el este o el oeste. Da igual dónde vivas. Es tu bandera. Amo a España», explica. Admite que este amor incondicional y extremo hacia lo español le ha granjeado también algunas críticas al respecto. «Algunos me han dicho que esta es una bandera fascista, pero no es así. Y lo entiendo, aquí hubo una dictadura… Pero esta es una bandera maravillosa. Me encanta España y llevaré su bandera con orgullo cuando esté en Estados Unidos», promete.

En España, como en casa

Uno de los objetivos de Larry es dar a conocer a sus compatriotas las virtudes españolas. Que no se queden con la anécdota del tatuaje, sino que entiendan por qué España es, en su opinión, el mejor país del mundo.

«Mis amigos en Estados Unidos me dicen: 'Larry, no sabemos nada de España y tú siempre nos dices que vayamos'. Y eso es lo que quiero. Quiero que cuando piensen en Europa, lo primero que les venga a la cabeza es España. Francia, Italia o Inglaterra son geniales, hay muchos países maravillosos. Pero España es España», asegura.

Unos días después de esta charla, Larry volvió a Estados Unidos. Lo hizo con sus tatuajes, un jamón (de peluche), innumerables regalos y una promesa. Volverá en unos meses. Ya tiene fijados algunos sitios que aún no conoce, como Cádiz o Zamora, pero para él será como volver al sitio donde es feliz. Y lo resume en una frase: «Cuando estoy aquí, me siento en casa».

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