Los jóvenes españoles, en manos del 'Doctor TikTok'

Autismo, ansiedad, celiaquía... Los 'influencers con batín' evalúan cada día todo tipo de enfermedades sin formación ni experiencia en ello. Un 40% confían en ellos

Los médicos no ocultan su preocupación: «El riesgo es evidente»

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Jorge González Navarro

«Así es la mente de una persona que sufre ansiedad», «consejos si tienes trastorno por déficit de atención e hiperactividad, TDAH» o «no estás loco, tienes un autismo no diagnosticado». Son algunos de los mensajes que puede encontrar si abres TikTok. ... Son testimonios y consejos de 'influencers', que se reproducen en las pantallas de millones de personas, en su mayoría jóvenes.

Estos toman algún aspecto de su vida y ven un reflejo en algún síntoma del creador del contenido, y pasan por un proceso donde se convencen de padecer enfermedades como depresión, autismo o hasta celiaquía.

Los médicos reconocen que el fenómeno les preocupa: «El riesgo en esta práctica es evidente», señala José María Domínguez, médico de la Organización Médica Colegial de España (OMC). «Las desventajas que tiene la divulgación sin conocimiento son mucho mayores que los beneficios», sentencia el facultativo, también presidente de la comisión Central de Deontologia de la OMC, que añade que los temas médicos deben ser tratados por profesionales o «ir acompañados del asesoramientos de ellos, si se trata de una anécdota o caso en particular».

Triplica la media europea

En España, casi un 40% (en concreto, 37%) de los jóvenes afirman confiar en creadores de contenido para temas de salud, siendo el país con el índice más alto de toda Europa —la media está en el 12%—, según el último 'Health Report' de la farmacéutica Stada. Si se echa un vistazo a las etiquetas de TikTok, se puede ver que, en el transcurso de un año, temas como «autismo» o «TDAH» han pasado de 1 millón a 10 millones de visitas, y de 300.000 a 3,6 millones, respectivamente.

Amaya Prado, psicóloga educativa del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, explica que los «gurús de la salud mental» relacionan anécdotas y síntomas personales con trastornos, con una facilidad que, por «normal que sea la conducta», sirve a los adolescentes para que se sientan identificados y piensen que sufren los mismos trastornos que ellos. «El peligro de esta práctica se encuentra en que un síntoma puede ser desde una cuestión normal a algo que puede estar en cuatro o cinco categorías diagnósticas», advierte el psicólogo Luis Lozano, por lo que es peligroso afirmar a la ligera que, por verse reflejado en una situación, se tenga una enfermedad en concreto.

Casos como crujirse los dedos a menudo, sentarse en el suelo cuando se padece estrés o tumbarse con la luz apagada cuando se siente tristeza, son acciones «normales» que puede hacer cualquier persona, con trastorno o sin él. «Morderse las uñas por nerviosismo, distraerse en clase o empezar mil tareas y no terminar ninguna pueden ser motivos de padecer TDAH, o de nada en concreto. Por eso es peligroso que alguien sin formación sanitaria te adjudique un desorden psicológico», apunta Domínguez. En las consultas de Lozano y Prado han pasado decenas de jóvenes autodiagnosticados.

En ambos casos, cuando los psicólogos han detectado que no sufrían nada, los afectados eran «escépticos» o se quedaban «desolados». «Para nosotros es una situación muy compleja», explica Prado. En lo que respecta a la normalización de la salud mental, ven con buenos ojos que se hable de estos temas por redes. «De hecho, que un adolescente vaya a consulta ya es un punto ganado», añade Lozano. Sin embargo, cuando llegan con «discursos aprendidos», los profesionales temen al escaparate de las redes sociales.

Reflejados en los 'influencers'

Por lo general, explica la psicóloga sanitaria María Valero, los jóvenes se ven reflejados en los 'influencers' por la cercanía que perciben en ellos, al ser en su mayoría perfiles parecidos al suyo, hablar su mismo lenguaje y no percibir «autoridad» en sus palabras. Lo más peligroso de sus discursos, apunta Valero, son las afirmaciones categóricas: «Son mensajes absolutos, que producen un bienestar inmediato a quien busca una respuesta a un síntoma, pero llevan al engaño».

Otro de los peligros del que advierten los expertos es el daño que puede producir en la percepción de los jóvenes sobre ellos mismos. «Por ejemplo, cuando acuden a terapia, van con un supuesto conocimiento de lo que les ocurre. No buscan informarse o que lleguemos juntos a un análisis, sino que creen saber lo que les pasa y sólo quieren una solución a eso», comenta Valero. En la misma línea, Domínguez advierte de que «hay que tener mucho cuidado con dar etiquetas, porque estas te pueden perseguir a lo largo de toda tu vida». Apropiarse de una etiqueta, como una depresión, sin sufrirla puede provocar en la persona una dificultad a la hora de abordarla y ser un condicionante para su vida.

«Me sentía comprendida»

Sara es una joven que se convenció a sí misma de que padecía agorafobia, depresión y autismo tras consumir horas y horas de contenido de una 'influencer' que tenía estos trastornos. Se había autodiagnosticado «porque me sentía comprendida». Sara pasaba por un mal momento emocional tras la ruptura de su pareja, lo que la convirtió en un «blanco fácil» para caer en el engaño. Durante dos años evitó salir de casa, imitaba la forma de expresarse «como los autistas», y dejó de ver a muchas amistades y familiares. «Sufrí una manipulación, un engaño», lamenta ahora. Cuando acudió a una clínica, la realidad de su diagnóstico inventado fue otra. «Me dijeron que no sufría nada, que justifiqué una mala racha con mil enfermedades», lamenta.

«Yo me convencí de que era hiperactivo», explica Pedro, un joven de 15 años. A él siempre se le habían complicado los estudios, y cuando vio en TikTok que uno de los motivos por los que no se concentraba era padecer TDAH relacionó «casi al instante» el trastorno con su experiencia en clase. «Se volvió mi excusa perfecta», comenta con sarcasmo. «Discutí mucho con mis padres y profesores, pero yo me escudaba en que tenía TDAH y que no me entendían». Tras varios meses de conflictos, al final fue al psicólogo acompañado de su madre, y la doctora evidenció su mentira.

Como medida en contra de los 'influencers con batín', médicos y psicólogos coinciden en que se debe hacer un cribado y mandar mensajes adecuados a las redes sociales. «Hay que mover a gente experta, que divulgue en diferentes redes y que exista información de calidad a la que los jóvenes puedan acceder», incide Domínguez. No ven con malos ojos las redes, saben que es una herramienta de difusión «como ninguna otra», pero remarcan que «siempre se podrá hablar y contar anécdotas personales si hay respaldo profesional. «De esa manera te aseguras que tenga un carácter positivo».

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