Rezar por Pedro
«Desde hace dos mil años, cuando el Papa está en peligro o enfermo, el pueblo cristiano reza por él»
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En los Hechos de los Apóstoles se atestigua que la Iglesia oraba intensamente mientras Pedro estaba siendo interrogado por el Sanedrín. Desde hace dos mil años, cuando el Papa está en peligro o enfermo, el pueblo cristiano reza por él. Reza con la conciencia ... de que ese hombre pobre lleno de limitaciones como todos, ha sido llamado a suceder a Pedro, el pescador de Galilea, y eso es algo tremendo y, al mismo tiempo, precioso para cada fiel cristiano. Y reza con gratitud, porque ese hombre llamado a ser la roca, a confirmar a cada bautizado en la verdadera fe, y a ser, en palabras de Santa Catalina de Siena, «el dulce Cristo en la tierra», siempre parece estar sobrepasado por las circunstancias. Y no es para menos. El suyo es «un ministerio imposible», como decía el teólogo Urs von Balthasar, «salvo que lo haga posible el que lo instituyó».
La gente sencilla, los hombres y mujeres que conforman el cuerpo frágil pero misteriosamente resistente que es la Iglesia católica, rezan estos días por la salud del Papa Francisco, ingresado en el hospital Gemelli de Roma para curar la neumonía que padece, algo que en un hombre de 88 años no es ninguna broma. Hablo del «santo pueblo fiel» al que se refiere con frecuencia Francisco: gente quizás no demasiado docta ni tampoco moralmente perfecta, que no se dedica preferentemente a discutir, sino que intenta vivir de la fe, que cae y se levanta. Son esos que no se dejan atrapar por la dialéctica y, más allá del temperamento, la cultura o la sintonía afectiva con el Papa reinante, piensan aquello tan cabal y católico como que «el Papa es el Papa», en vez de dedicarse a ponerle nota o incluso a intentar salvarle de sus errores. De estos últimos hemos tenido siempre algunos en la historia hispana. Pues bien, esa inmensa mayoría, aunque no haga ruido (quizás debería hacer un poco más), está rezando con más intensidad porque sucede algo serio y también bastante habitual en la historia de la Iglesia: que un Papa anciano está enfermo. En condiciones «discretas», decía el primer parte médico, lo cual se traduce así en román paladino: hay motivo para preocuparse.
Desde luego, la Iglesia no se descompone porque el Papa esté enfermo, ni se agita más de la cuenta cuando le llega el momento de morir, que a todos llega. Ha sucedido unas cuantas veces ya, y la barca sigue porque la lleva el Señor. Pero, entretanto, damos gracias por la dedicación y el sacrificio del Papa Francisco y pedimos insistentemente por su vida y su ministerio.
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