Pizzaballa, una voz principal en este momento histórico

«El cardenal se dirigía a su pueblo, un pueblo pequeño en medio de la tormenta, pero en el fondo se dirigía a todos nosotros»

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Pierbattista Pizzaballa en una celebración en el monte de los Olivos, con Jerusalén al fondo Reuters

En estos días de furia y desesperanza en todo Oriente Medio hay una voz que no debería pasarnos inadvertida, la del Patriarca Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa. Su breve reflexión durante la vigilia de oración por la paz celebrada el 7 de octubre es ... una verdadera joya que ayuda realmente a mirar este momento oscuro en que el dolor y la ira parecen haberse apoderado de los corazones, y estamos hastiados de análisis y dialécticas. El cardenal se dirigía a su pueblo, un pueblo pequeño en medio de la tormenta, pero en el fondo se dirigía a todos nosotros. «Esta violencia sólo provocará un círculo vicioso de venganza… la agresión y las guerras nunca crearán paz y seguridad», dijo el cardenal Pizzaballa.

Entonces, ¿qué podemos hacer? «Lo que necesitamos es el coraje de decir palabras que abran horizontes, el coraje de transigir, de renunciar a algo, si es necesario, por un bien mayor, que es la paz… necesitamos construir un futuro común para esta tierra, basado en la justicia y la dignidad de todos sus habitantes». El Patriarca reconoció que este año ha puesto a prueba la fe de la pequeña comunidad cristiana en Tierra Santa, y que las palabras «esperanza», «paz» o «convivencia» llegan a parecer teóricas y alejadas de la realidad. ¿Acaso no nos pasa eso a todos en otras circunstancias? ¿No hemos pensado, quizás, que el reclamo del Papa a una jornada de oración y ayuno por la paz es algo estéril, devocional, sin capacidad de cambiar nada?

El propio Pizzaballa decía a sus diocesanos que probablemente pensarían que la oración es una obligación moral que cumplir, pero no el lugar de donde sacar fuerzas en el sufrimiento, una mirada diferente sobre el mundo, un espacio privilegiado de encuentro con Dios. Y, sin embargo, los cristianos «estamos llamados a pensar más allá de los cálculos coyunturales, no podemos detenernos sólo en las reflexiones humanas, que nos atrapan en nuestro dolor sin abrir perspectivas, estamos llamados a leer estos desafíos a la luz de la Palabra de Dios, Palabra que acompaña y ensancha nuestro corazón». Y nos interpela a todos con esta punzante pregunta: «¿no esta nuestra principal misión como Iglesia?... la esperanza cristiana no es la expectativa de un mundo por venir, sino la realización, con paciencia y misericordia, de lo que creemos en la fe y en lo que basamos nuestro camino humano». A fin de cuentas, «si no creemos en el poder de la resurrección de Cristo y, por tanto, en que el mal no tiene la última palabra y en que la paz es posible, ¿qué novedad podemos ofrecer al mundo?»

Las últimas palabras del Patriarca, sin duda una de las voces más importantes de la Iglesia en este momento histórico, indican la novedad radical con la que no cuentan los análisis geoestratégicos: «aunque tengamos que empezar de nuevo cada día, aunque seamos vistos como irrelevantes e inútiles, seguiremos siendo fieles al amor que nos ha conquistado y siendo personas nuevas en Cristo, en Jerusalén, en Tierra Santa. y dondequiera que estemos». Desde luego, son palabras también para nosotros, aquí y ahora.

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